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Reseña: Fofe y Los Fetiches hacen de su debut un Lujo Eterno

La voz de Jose Luis Abreu es un tesoro nacional. Un instrumento único e hipnotizante - lleno de sentimiento y capaz de gran expresividad - que ha dado vida a proyectos musicales destacados en la escena local desde finales de los '90s, como El Manjar de los Dioses y luego Circo. Con esta segunda agrupación, Abreu - mejor conocido como Fofe - logró trascender en sonido y proyección al 100x35 que tanto parece limitar la imaginación de nuestros músicos. Y aunque Circo volvió a presentarse en concierto durante el 2012 para la alegría y sorpresa de muchos, lo cierto es que la banda no ha sido el principal vehículo creativo de Fofe en los pasados años.

Buscando un nuevo reto y comienzo, Abreu se dio a la tarea de formar una nueva banda y junto a Los Fetiches ha logrado su mejor colección de canciones indie-pop hasta la fecha. Lujo Eterno, el debut de Fofe y Los Fetiches, es un esfuerzo maduro y muy asegurado que no pierde tiempo en volver a conectar con la fiel fanaticada del artista, a la vez que nos revela sus nuevos impulsos e intenciones.

El álbum introduce a la banda con brío en un 'Barquito de papel'. Sus primeras notas, delicadas y algo nostálgicas, anticipan un trabajo rico en teclados y reverencia a los '80s. Las primeras líneas que salen de la boca de Fofe nos transportan directamente a la acción 'Alaska sobre la falda, 29 C en el avión, Dos trajes en la maleta y los zapatos de charol' - nos vamos de viaje con Los Fetiches 'flotando en un barquito de papel, abrazando al cuerno de un rinoceronte'. Y vale la pena detenerse a pensar... cuántos de los artistas tan celebrados en los medios de comunicación masiva de Puerto Rico son así de cuidadosos y precisos a la hora de escribir? 'Barquito de papel' es una de las joyas del pop puertorriqueño que nos toca a nosotros apoyarla y promoverla como lo que es. - y aunque el tema tiene un aire que le serviría de memorable cierre a cualquier otro disco, se trata sólo del comienzo a Lujo Eterno.

Le sigue 'La mañana blanca', otro impresionante ejercicio del talento de Fofe y amplia evidencia de la experiencia adquirida en sus grupos anteriores. Su propulsión rítmica y melodías dulces chocan con la triste realidad de dos personas extrañándose ante una distancia que muy bien podría ser más emocional que geográfica: 'Lo sé, cada cual está mordiéndose la lengua, hay hielo en todas partes, no nos podemos ver'. 'Besos (LQNSV)' y 'Del cielo caen' continúan la racha de éxitos para la radio internacional, explotando en coros listos para ser cantados a todo pulmón - y si tienen la dicha, mientras escuchan a la banda en vivo.

Cabe destacar que este grupo de músicos, bajo la dirección del tecladista Jorge 'Bebo' Rivera, hace perfecto complemento a la imponente figura de Fofe mientras que brindan gran cohesión al estilo de Lujo Eterno. Cada cual brilla en su momento sin alejarse mucho de la unidad que se aprecia a través del disco: el bajo de Luis Rodríguez en 'Del cielo caen', los ritmos asertivos de Jan Carlo Rivera en 'Besos (LQNSV)' y las guitarras de Javier Pérez en 'No quiero ser tu'.

El resto de Lujo Eterno es un poco menos inmediato que su magistral principio, pero le da más dimensión y variedad a la propuesta, ya sea a través del posiblemente autobiográfico 'Conquistador', la demencia Devo-punk de 'Tetas ortopédicas' y una dósis saludable de Robert Smith como cura musical que llega para el cierre del disco. 'No quiero ser tu' y 'Tras la puerta de color' son divertidos tributos al genio detrás de The Cure, el segundo mucho más explícito con Fofe apropiándose de todas las excentricidades de la voz de su ídolo y hasta invocándolo por nombre ('hacerte el amor frente a Robert Smith') en el coro. El tema le da una cualidad cíclica a la obra de Fofe, quien interpretó una versión de 'If Only Tonight We Could Sleep' junto a El Manjar de los Dioses a principios de su carrera. Con el viaje ya terminado, es difícil resistirse ante la sospecha de que Fofe y Los Fetiches han creado un clásico instantáneo con su debut. Y en seguida estamos listos para montarnos otra vez en el barquito de papel y escuchar desde el principio, compartimos el siguiente pensamiento: la buena música es para siempre, pero nunca deberíamos considerarla un lujo.

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