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Será que lo mucho enfada?

No quiero ser el que le eche un jarrón de agua fría a 'la nueva era del hipismo' de Puerto Rico, pero leí esta mañana en uno de los medios ciberneticos que cerca de 100,000 personas se reunieron en Hong Kong la pasada semana para celebrar el Año Nuevo Chino en el hipódromo de Sha Tin y presenciar el 'Centenary Vase', una carrera local grado 3.

Esa cifra compara con la asistencia normalmente reportada para el Derby de Kentucky y otros clásicos alrededor del mundo.

El monto total para la jugada de esa tarde fue de $194,731.100, justo lo que se jugaba hace una década en un año en Puerto Rico.

Los paralelismos con esta antigua colonia británica y la colonia americana llamada Puerto Rico, en términos hípicos no pueden ser más parecidos a los sube-y-bajas en los que pasamos nuestros primeros sustos infantiles.

Ambas fueron testigos del nacimiento del deporte a finales del siglo XIX y nacieron, curiosamente en zonas pantanosas y llenas de mosquitos como habían sido las áreas en lasque se construyeron los primeros hipódromos en el área de San Juan.

El Jockey Club de Hong Kong se fundó en 1884 y se profesionalizó en 1971, abriéndose una segunda pista (Sha Tin) en 1978.

Tanto allá, como acá, el crecimiento del deporte originalmente se vio dirigido por cientos de bancas clandestinas que eran propiedad, en su mayoría de 'sportmen' que a su vez suplían los hipódromos de los equinos participantes.

La jugada principal de dichos hipódromos es el Pool de Seis. Allá le llaman el Mark six y es considerado una jugada estilo lotería de la cual una porción es dedicada a la beneficiencia.

Allá no existen las llamadas jugadas exóticas y a diferencia de acá, el entusiasmo por el deporte ha continuado en auge, a pesar de las continuas exigencias del gobierno en exigir tarifas a los ganadores.

Fue a mediados de los años cincuenta que el Jockey Club se hizo una compañía sin fines de lucro y ya para esa fecha decidió destinar el máximo de sus ganancias a casas nobles.

Existe un museo de historia del hipismo de Hong Kong en Happy Valley que mantiene al neófito informado del devenir del deporte.

En nuestra isla se ha hablado, discutido, propuesto y creo que en un momento hasta se destinó fondos para la creación de un museo destinado únicamente al deporte y, de no ser por la iniciativa de Joe Bruno y Jorge Colón Delgado, no ha pasado de ser un sueño de los que añoramos recordar los años pasados.

La colonia de caballos en Hong Kong no puede pasar de 1,800 y si usted desea ser miembro del Jockey Club, tiene que demostrar estar económica y moralmente capacitado para ser miembro, del único organismo rector, al que los habitantes pueden pedir entrada una vez demuestren ser merecedores de pertenecer.

Aquí en Puerto Rico, luego de tener que conseguir todo tipo de certificación que le permita ser dueño de establo, 'disfrutar' de una tarde hípica junto a sus amistades o familiares, tiene poco atractivo, para ser benévolo con mis comentarios.

Será esa la razón por la cual cada día continúa en picada la jugada?

Podrá tener alguna relación el que en Hong Kong se celebren carteleras durante los fines de semana exclusivamente?

Lo único que falta es que los propietarios del hipódromo ahora le reclamen al gobierno que les ayuden a mantener el deporte, alegando que los puertorriqueños han perdido el interés.

Mi abuelo decía que 'lo poquito gusta y lo mucho enfada'.

Será esa una de las razones?

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