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Coronavirus

De vuelta a la cotidianidad, pero con cautela

Los boricuas retomaron las actividades sociales y de entretenimiento luego de que la Gobernadora flexibilizó la Orden Ejecutiva.

La nueva Orden Ejecutiva permitió la reapertura de las playas, pero tomando medidas cautelares.
Foto: Juan R. Costa / NotiCel

El anuncio del relajamiento de las medidas del encerramiento imprimió al fin de semana un aire de festividad, de navidades en septiembre.

Poco después de que la gobernadora Wanda Vázquez Garced anunció la eliminación del lockdown del domingo y la reapertura de las playas y gimnasios, hombres y mujeres comenzaron a poblar las calles de Condado. Algunas retomaban con nuevo brío -y con mascarilla- la rutina de caminar con la puesta del sol a sus espaldas, con los rayos de esa estrella luminosa colándose entre los edificios, tiñendo el horizonte de malva y naranja.

Otros caminaron a la playa a respirar aire fresco y a mojarse los pies en el agua con esa alegría de los pequeños que descubren el cosquilleo de las olas por primera vez.

Había alegría, pero también había sigilo.

“No podemos bajar la guardia. Esta mañana Salud informó 12 muertes”, comentó una mujer, que caminaba con su perro por la playa.

Desde que comenzó la pandemia, la conversación matutina de los vecinos de este barrio giraba en torno al número de muertos y a las peripecias para realizar trámites ordinarios en tiempos del coronavirus.

Las personas ayer disfrutaban de la Marina Bahía de Cataño tras la flexibilización en las medidas para combatir el COVID-19.
Foto: Juan R. Costa / NotiCel

Pero seis meses después de iniciado el toque de queda, la cháchara destilaba dejos de hastío y cansancio por las limitaciones, por las ganas de volver a la vilipendiada cotidianidad, y por la necesidad de escuchar los sonidos de la vida como la bulla de los chicos que corrían patineta por la calle o boom boom de los carros que transitaban por la Avenida McLeary con el reggaetón a tó fuete.

La noche del jueves ese tono comenzó a cambiar.

El viernes, el vendedor de flores de la calle Kings Court vendió sus flores temprano. Había júbilo en el aire. Hasta un muchacho llegó en busca de flores para la fiesta sorpresa que preparaba para comprometer a su novia comentó las medidas que tomaría para evitar propagar el virus.

“Somos como 15 personas y vamos a usar mascarillas”, apuntó.

A una cuadra, en la playa, algunos jóvenes jugaban volley ball. Otros hacían ejercicios y yoga.

Ayer, en el primer domingo de la reapertura, Yakeen Carrión caminaba con sus dos hijas adolescentes y dos sobrinas hacia la playa. Los cinco con mascarillas y traje de baño.

“Si podemos estar en Marshalls, podemos estar en la playa”, apuntó.

La decisión de la Gobernadora de abrir los centros comerciales, pero mantener las playas cerradas al público creó molestia entre diversos sectores, que reclamaban un lugar de esparcimiento accesible y de bajo riesgo de contagio.

Ayer, en la tarde había grandes y pequeños en la playa, sentados a una distancia prudente como recomiendan los expertos de salud. La mayoría tenía mascarilla.

Un papá y su pequeña -ambos con mascarillas- volaban una chiringa amarilla y correteaban por el lugar. Algunos turistas nadaban. Otras tomaban sol.

Bajo unas palmas, Alejandro Jiménez Bibiloni tomaba una cerveza, mientras su amigo Sebastián Montenegro Latorre disfrutaba del bamboleo de las palmas.

“Qué mejor medicina que la playa. Qué mejor que el salitre para los pulmones y el agua de mar para las alergias”, comentó Montenegro Latorre, de 19 años.

Aunque las personas regresaron a la playa, no estuvieron abarrotadas durante el fin de semana.
Foto: Juan R. Costa / NotiCel

El dúo gozaba tranquilamente de una tarde de playa como otras familias, que aprovecharon el día para reconectar con la naturaleza y salir del largo encierro.

“Entiendo a la gente que no quiere usar mascarilla porque es algo incómodo”, apuntó mientras se arreglaba su mascarilla quirúrgica. “Pero es mejor sentir un poco de incomodidad que contagiarte o contagiar a otro y hasta causarle la muerte a alguien. Ese sentimiento es peor”, agregó.

En Cataño, la risa de los niños volvía a retumbar un parque del ayuntamiento. Ante el ojo vigilante de sus padres, un grupo de pequeños corría y se lanzaba por chorreras con sus mascarillas, ese nuevo símbolo de la vida en tiempo del coronavirus. Por el litoral playero, personas corrían bicicletas y caminaban despreocupadamente.

Pero no todo fue miel sobre hojuelas.

La Policía realizó intervenciones en Utuado, donde multó a varias personas por no utilizar mascarillas. En una de las intervenciones, agentes ocuparon bolsas de cocaína y crack. Desde el 22 de agosto hasta ayer, la Policía ha arrestado a 994 personas y emitido 3,323 denuncias por violar la Orden Ejecutiva.

Fuera de la zona metropolitana, en los pueblos Patillas, Maunabo y Yabucoa también se reportaron incidentes de grupos de personas transitando en motoras, aglomerándose a lo largo de las carreteras sin mascarillas, ni distanciamiento físico.

Pero en la playa, Jiménez Bibiloni y Montenegro Latorre reflexionaban sobre la pandemia, el momento histórico y la responsabilidad ciudadana.

“El gobierno pide a los ciudadanos responsabilidad, pero no cumple con su parte. No tiene un buen sistema de rastreo de casos y solo hace pruebas a quienes tienen síntomas. Eso tiene que cambiar”, apuntó Jiménez Bibiloni.

Ahí con el bramido del viento y mientras se echaba handsanitizer color verde menta en las manos, Montengro Latorre apostó a la cohesión social y a la capacidad de los puertorriqueños para enfrentar la pandemia sin tanta intervención gubernamental y medidas punitivas.

“Estamos en la playa y estamos ready para protegernos”, concluyó.