Vaya por delante que los aficionados españoles somos unos inconformistas y unos quejicas, y la última moda es que todos los partidos amistosos que juega nuestra selección de fútbol nos parecen mal.

Si jugamos en casa, protestamos porque nunca viajamos fuera; si jugamos fuera, entonces el viaje es demasiado largo. Si nos enfrentamos a un equipo de mucho nivel ―Argentina, Alemania, Italia― y empatamos o perdemos, entonces nuestro equipo es una ruina y no estamos defendiendo con honor la estrella de campeones del mundo, y si jugamos contra una selección de menos prestigio, el partido no merece la pena y no deberíamos haberlo jugado.

El problema, en definitiva, es que los españoles somos unos desmemoriados. Nos hemos pasado décadas sufriendo penurias en esto del fútbol, quejándonos de la mala suerte, de la mala puntería de nuestros delanteros, de los horribles arbitrajes sufridos, de las eliminaciones injustas ―injustas desde nuestro subjetivo punto de vista, claro―.

Y de repente, desde hace cuatro años todo nos sale bien.

Dos veces campeones de Europa y una campeones del Mundo, la suerte nos acompaña, los árbitros nos ayudan, son los otros equipos los que fallan ocasiones clarísimas y somos nosotros los que ganamos muchos partidos sin merecerlo. Y todo esto se nos ha olvidado, ya nadie recuerda los largos años de sufrimiento, de lamentos y de lágrimas. Ahora nos creemos los amos del universo. Y sí, posiblemente en este momento tenemos la mejor selección de fútbol del mundo, pero esto pasará. Así que no nos vendría mal poner los pies en el suelo, mantener la humildad y valorar lo que tenemos.

Dicho todo esto, que me ha quedado un poco largo, hablemos un poco del partido de ayer, el Puerto Rico-España, que tantas quejas ha levantado en España.

Posiblemente, llevar al equipo nacional al otro lado del Atlántico a jugar un amistoso tres días antes de empezar la Liga no parece lo más conveniente. Los jugadores se han metido una paliza de viaje, con cambio horario incluido, y han disputado un encuentro en unas condiciones de calor y humedad muy distintas a las de la Liga española, incluso en un campo con una hierba muy diferente, más pesada. A ver cómo se encuentran los futbolistas este fin de semana. Por lo pronto, Juanfran vuelve con un esguince de rodilla que le hizo retirarse a los 15 minutos de partido. Vamos, no quiero ni pensar lo que estarán despotricando en el Atlético de Madrid, el club en el que juega Juanfran, sobre el amistoso de la selección.

Deportivamente, el partido tampoco aportó mucho a ninguno de los dos equipos. Puerto Rico apenas pudo dedicarse a defender, y no será habitual que se encuentre con ningún equipo de un estilo tan europeo como el de España. Y España se dedicó a bombardear el área de Puerto Rico, donde se atrincheraron 10 hombres casi colgados del larguero. No creo que ni unos ni otros sacaran demasiado rendimiento futbolístico al choque.

Entonces, para qué vale un partido así?

En el caso de Puerto Rico, para darse el gusto de jugar contra el campeón del mundo y para que el público pudiera ir al estadio a verlo; en el caso de España, para que la Federación de Fútbol se haya embolsado un par de millones de euros (o de dólares, qué más da). Fue más un evento festivo y comercial que un acontecimiento deportivo. En fin, puro marketing disfrazado de partido de fútbol.

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*Javier Serrano es un periodista deportivo español que puedes seguir en la cuenta de Twitter @JavierSerrano72, y en el blog A por ellos! del sitio de internet Marca.com.