Inicia el Mundial: Histórico operativo de seguridad para combatir los 'barrabrava' y obreros
Hoy, mientras los equipos de Brasil y Croacia disputen el partido inaugural de la Copa Mundial 2014, más de 170,000 efectivos de seguridad tomarán sus puestos en las ciudades sede del torneo de la FIFA.
Alrededor de 57,000 soldados de las Fuerzas Armadas,100,000 agentes policiales y 15,000 guardias de seguridad privados formarán parte de la mayor operación de seguridad organizada para una Copa Mundial, según el periódico español El Mundo. La misma constituye una inversión de cerca de 2,000 millones de reales– equivalente a 890 millones de dólares.
Entre las preocupaciones de seguridad principales en los estadios brasileños figuran los fanáticos violentos, también llamados 'barrabravas.' En anteriores eventos internacionales de la FIFA, se han registrado actos criminales por fanáticos con historiales de violencia, muchos de los cuales han sido incluidos en 'listas negras' de sus países de proveniencia. Según El Mundo, a los individuos de otras nacionalidades que estén identificados como 'barrabravas' en el Sistema Nacional de Buscados e Impedidos no se les permitirá entrar a Brasil durante el Mundial.
Atender al desorden de los fanáticos es solo una de las responsabilidades de las fuerzas de seguridad del estado. El costoso operativo surge además como respuesta al sinnúmero de manifestaciones en contra del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff que se han llevado a cabo luego de las protestas del verano del 2013 – en la cuales millones de brasileños mostraron su frustración con la corrupción y el mal uso de fondos públicos en los preparativos del Mundial y las próximas Olimpiadas.
Rousseff, nuevamente candidata presidencial por el Partido de los Trabajadores en las elecciones del próximo octubre, ve el asunto de seguridad como una riña personal, y dice ser víctima de una campaña sistemática que busca entorpecer la Copa Mundial y lo que queda de su actual mandato como presidenta, según un reportaje del periódico británico The Guardian.
Hace solo pocos días se llevó a cabo un paro de trabajadores del metro de São Paulo, sede del juego de hoy entre Brasil y Croacia, que causó una paralización parcial del sistema metro y ocasionó grandes complicaciones de transito en la ciudad de más de 11 millones de habitantes, según BBC Mundo. Las dificultades que trajo el paro le añaden más presión al estado para mantener en control (y posiblemente dispersar) las protestas o marchas que podrían surgir durante los juegos o cerca de los estadios donde competirán las equipos.
Tanta concentración de recursos militares surge también como respuesta a las críticas hacia la precaria situación social que se vive en Río de Janeiro y otras grandes ciudades brasileñas y hacia la ineptitud del estado en sus intentos anteriores de atender las necesidades de seguridad de las personas que pueblan estas urbes.
Según un reportaje de la red Al Jazeera, la alta incidencia de criminalidad y violencia en el país ha propiciado la creación de grupos vigilantes compuestos de civiles que toman la seguridad de sus comunidades en sus manos, llevando a cabo actos de violencia 'justicieros' contra aquellos que cometen actos criminales. Este reciente fenómeno social constituye otro reto para las agencias de seguridad, ya que propicia aún más violencia y contribuye al distanciamiento entre comunidades marginalizadas y los mecanismos de control del estado.
Los ya famosos programas de 'pacificación' de las favelas de Rio de Janeiro y otras ciudades, iniciados como parte de los preparativos para la Copa Mundial y las Olimpiadas, son otra manifestación del aumento en el uso de la policía y las Fuerzas Armadas de parte del gobierno de Rousseff.
Según reportaje del periódico brasileño Globo, esta iniciativa, que busca disminuir la violencia y el tráfico de drogas en los barrios pobres donde anteriormente había poca o ninguna presencia policiaca, ha traído otra serie de problemas con difícil solución. Entre estos sobresale el abuso de poder por parte de la policía militar, el traslado de narcotraficantes a otras ciudades, y la muerte de ciudadanos brasileños inocentes que quedan atrapados en la balacera entre la policía y los narcos.
La alza en la presencia policial y militar en las ciudades sede de la Copa Mundial son parte intrínseca de la logística del torneo de la FIFA, pero aún están por verse las externalidades negativas que podrían surgir.