Log In


Reset Password
SAN JUAN WEATHER
Deportes

Desde Boston: Celebración convertida en penumbra (vídeos)

Nota editorial: Lo siguiente es una crónica realizada por la estudiante universitaria de periodismo, Patricia Negrón Busquets, de Suffolk University en Boston. La pieza fue escrita por esta joven puertorriqueña a una cuadra de dónde sucedieron las explosiones y narra en lo que se convirtió un día que, para los universitarios y los bostonianos en general, se suponía fuese de celebración y alegría.

Boston.- El martes pasado me enteré del evento que se celebraba el lunes: el Boston Marathon, que tiene que ver con mucho más que correr.

Mis compañeros de clase me explicaron que el día en el que se corre, conocido como el Patriots' Day, es aún más importante en este estado que en el resto del país: históricamente representa las primeras batallas de la Guerra Revolucionaria de Estados Unidos.

Sin embargo, las celebraciones del Boston Marathon van más allá; los estudiantes y ciudadanos de Boston aprovechan este evento patriótico para beber por las calles el día entero en lo que se conoce como 'Marathon Monday'. Entre anécdotas de pasados maratones me dejaron saber que la gente celebra desde temprano… y ya yo me esperaba escuchar gritos y revolú desde tempranito en la tarde.

Desde mi apartamento comencé a escuchar el sonido familiar de las ambulancias: el Massachusetts General Hospital, mejor conocido como ‘Mass General', queda bien cerca de mi apartamento y las ambulancias suelen pasar por mi ventana. Estoy tan acostumbrada a escuchar bocinas, gritos, patrullas de policías y ambulancias que no me preocupé mucho; ni me digné en mirar por la ventana.

Cuando recibí un mensaje de mi hermana preguntándome si yo estaba bien, diciéndome que supo de unas explosiones en Boston, me di cuenta que algo andaba mal. Empecé a entender que los gritos de mi ventana no eran de ebriedad ni de felicidad, sino de crisis.

Comencé a recibir múltiples mensajes de texto, de amistades y familiares que estaban preocupados. Las llamadas que recibía rápido se caían y la mayor parte de los mensajes de texto que intentaba enviar no lograban salir. Recurrí a Facebook, por donde también recibía mensajes de preocupación, para dejarle saber a todos que estaba bien.

Todo esto lo hice desde mi ventana, mirando la gente que caminaba o corría hacia el Boston Common, un parque en el centro de la ciudad que pudiera decirse que sirve también como punto de encuentro, tipo plaza de pueblo. Algunos andaban más pausados mientras que otros andaban a prisa. Cerraron la estación de tren frente a mi apartamento mientras yo seguía buscando noticias, conscientemente escuchando una cantidad increíble de ambulancias y patrullas que pasaban por mi ventana. Recibí unos mensajes de texto de mi universidad que confirmaban la tragedia ocurrida tan cerca de mi apartamento.

Ya a las 4:15 yo no sabía qué pensar: las noticias declaraban que habían dos muertos y 18 heridos, pero ya yo había escuchado tantas ambulancias saliendo en esa dirección, había leído tantos testimonios y había visto tantas fotos ensangrentadas que se me hacía difícil creer que tan pocas personas resultaron heridas. Las autoridades ya habían declarado que las explosiones fueron causadas por bombas, y que se encontraron otros paquetes sospechosos.

A eso de las 4:30 me enteré de una tercera explosión, y muchos de los que caminaban en la calle frente a mi apartamento estaban llorando; sin embargo, 15 minutos después las autoridades declararon que este incendio no tenía que ver con las explosiones anteriores.

La cantidad de ambulancias que pasaban por mi apartamento comenzó a disminuir como a las 5:30.

Debido a que el sistema de transportación pública canceló los servicios de ciertos trenes, era imposible coger un taxi en Downtown Boston. Una muchacha, equipada con sus maletas, estuvo frente a Dunkin' Donuts por 40 minutos antes de que, por suerte, un taxi parara a dejar a su cliente y la recogiera a ella.

Poco a poco empezó a calmarse la intersección: ya eran pocos los que caminaban hacia el Boston Common desde el lugar de las explosiones, y los gritos ya apenas se escuchaban. Las ambulancias empezaron a ceder más tiempo entre sus visitas hasta que comenzaron a pasar frente a mi apartamento con la misma frecuencia de siempre.

Llevaba muchas horas ansiosa, cuando, a las 10 de la noche, vi la foto del niño de ocho años que murió. Toda la ansiedad se había acumulado, y en ese instante estalló: rompí a llorar.

Ya las autoridades habían declarado que había más de 114 heridos y tres muertos. Adultos y niños fueron heridos gravemente por estas bombas: algunas personas perdieron un brazo o una pierna, mientras que otros tenían pedazos de metal en algún lugar del cuerpo. Las autoridades encontraron bombas sin detonar en diferentes lugares cerca de las bombas que explotaron.

Si estas bombas hubiesen explotado, la cantidad de personas heridas (y probablemente la cantidad de personas muertas) sería más grande. Independientemente de que esto sea un acto de terrorismo internacional o doméstico, acá en Boston se palpa como un acto reprochable que marcó a esta Ciudad en un día tan importante para su historia.

Estos eran los rostros de los universitarios ayer en Boston ante la tragedia sucedida. (Crédito de todas las fotos y vídeos: Marwan Abou Dib y Luisel Zayas/ Especial para NotiCel)
Foto: