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El P. R. Comic Con, la lucrativa venganza de los 'fanboys'

Cuando Finees Almenas tenía once años, salía de la escuela directo a los estantes de libros usados que se enfilaban en el barrio Logan Square de Chicago donde se crió. Era la decada de 1980, y mientras el crimen embestía contra el vecindario, Almenas se refugiaba en las historietas y cómics viejos, novelas gráficas de la decada de 1940 que narraban la historia de la Segunda Guerra Mundial.

Dos décadas después, se sentaba a la mesa a conversar con Ricardo Carrión y Edgar Rosado, coleccionistas y conocedores a profundidad de los cómics clásicos de superhéroes, y Zhureida del Valle, amante del arte. Intercambiaban nombres de ilustradores, cómics, videojuegos, y esperaban enérgicamente el estreno de un nuevo filme de Star Wars que formaba parte de la precuela al clásico inaugurado en los 70 por George Lucas.

Era el 2002 y la pasión de Carrión por el arte de los cómics y la fantasía se transformó en un encuentro que se llamó el Caribbean Sci-Fi Odissey, que se celebró en la YMCA de Hato Rey y contó con 1100 fanáticos.

Trece años después, se llama el Puerto Rico Comic Con, que del 22 al 24 de mayo espera la participación de 40 mil seguidores, presenta sobre 60 artistas del cómic y el dibujo secuencia local, brinda charlas con profesionales extranjeros de DC y Marvel, y trae a actores de sagas como Jason Momoa de Game of Thrones, Katrina Law de Spartacus y Troy Barker, artista del doblaje en múltiples videojuegos. Una idea despegó.

'Ninguno lo visualizamos así, lo que ha alcanzado, precisamente porque la motivación era hacer un junte entre nosotros, un encuentro entre nosotros y ya. Nunca pensé que iba a convertirse en un área de negocio, o una plataforma a la que vendrían profesionales de la industria del mundo, todo por atreverse y creer en esto', cuenta ahora con sonrisa precisa Finee Almenas, de 40 años, productor asociado del Puerto Rico Comic Con.

Sentado en una butaca de Starbucks, café a su izquierda, celular a su derecha, recuerda aquellos primeros años, precursores del Comic Con, dedicados a Star Wars. Por las ediciones que fueron generándose, en el espacio incómodo de Pier 10, y en un centro de actividades de Carolina, desfilaron incluso actores de la saga, hasta Peter Mayhew, el actor original del icónico Chewbacca.

Almenas le cede el crédito a sus compañeros Carrión y Rosado, esas mentes que se atrevieron y consideraron tangible la idea de que una convención de la misma magnitud de las que se celebraban en Estados Unidos, las cuales habían mirado con detenimiento, se pudiera realizar en suelo boricua.

'Era agrupar bajo un mismo techo a todos estos fans que nos reuníamos todos los días en la casa de fulano, a leer cómics, hablar sobre películas, jugar videojuegos. Y no solo era hacerlo en Puerto Rico, sino hacerlo mejor, mezclar las disciplinas. Cualquier coleccionista fiebrú de cómics es muy probable que tenga algo de videojuegos, de anime, de juegos de cartas como Magic o Dungeons and Dragons. No queríamos estar encasillados. Lo importante es que sigue siendo un passion project', dice Almenas.

Su compañero Carrión, director creativo asociado en varias agencias de publicidad, sabía que era imperativo crear una plataforma para exponer el talento local en dibujo, creación de cómics y arte secuencial, y brindarles un 'outlet' donde dar a conocer su trabajo y vender.

'Llevan años y siguen ahí, part-time, poniendo de su dinero para imprimir. Hay que apoyar eso, saber que hace falta un venue... quizás la gente no ve eso como algo legítimo, si no estás haciendo un app, o planificando el próximo gran teléfono', comenta.

Convertir una idea en un proyecto sustentable que perdure, enfrenta retos que se traducen en descubrimientos. El cosplay entró de forma orgánica, sin que se anunciara en la publicidad. Los fans se transformaron en sus personajes favoritos y los fandom se entrecruzaron en un mismo espacio.

Almenas estudió comunicaciones y relaciones públicas en Wisconsin y New England. Conoció a sus compañeros en una agencia de publicidad, en que todos trabajan en la gama creativa.

'Ninguno entramos con la mentalidad de empresarios... en ese conocimeinto business, no estábamos muy diestros, lo hicimos a lo vaquero, a tocar puertas sin saber. Muchas puertas se nos cerraron, otros se atrevieron', comenta.

Dos años dejaron de realizar el junte. El personaje de día de los organizadores- ese trabajo diurno que paga las cuentas- así como la vida personal de cada cual se impusieron.

En el 2005, se inauguró el Centro de Convenciones de Puerto Rico, y una de sus primeras propuestas fue el Comic Con. 'Cuando llegamos al Centro de Convenciones, Ricardo reconoció que esto ya no era un chiste, no era un juego, no era solo cosa de fanboys. Teníamos el potencial de ser una empresa', asiente.

Marcas profesionales empezaron a reconocer el evento como una oportunidad de negocio. 'Seguimos evolucionando, va creciendo el evento, y no me refiero a la cantidad de personas sino a la variedad', se enorgullece.

En medio de la crisis económica del país, nuevas generaciones de puertorriqueños enfilan sus cañones creativos a la autogestión. Para ellos, Almenas aconseja que el factor miedo no derrumbe los proyectos. 'Cuando te enfrentas con la realidad de los costos, en el caso de Puerto Rico tener que trajar con el gobierno, los permisos, el proceso es bien cuesta arriba y mucha gente se desanima', advierte.

También señala que muchos gestores de nuevos proyectos 'cometen el error de ponerse las gríngolas y solamente ver lo que te apasiona'. Abrir la mirada, nutrirse de recursos externos y crear alianzas con marcas de alto calibre son actos esenciales para seguir aumentando las posibilidades.

'Hay realidades que no son tan sexy, que son buscar dinero y pagar... lo importante es cómo tú reconoces el valor que tiene tu producto para otros', dice.

A su vez, admite que a pesar de todas las propuestas que han hecho durante años, el Gobierno nunca ha cedido para apoyar la celebración del Comic Con, basándose en que es un evento muy comercial, o que tiene un nicho, a pesar de la cobertura internacional, estadías en hotel como turismo cultural, participación milenaria, entre otras vertientes que justifican la aportación a la economía local del evento anual. Hay, sin embargo, negociaciones activas al respecto con el Distrito de Convenciones y la Compañía de Turismo de Puerto Rico.

'El establishment todavía ve esta cuestión del puertorriqueño como correa de cuero con la garita del Morro y vejigantes, y hay que preservar la cultura, porque hay tantas otras cosas puertorriqueñas, que no tiene que caer en el cliché de la Garita en cerámica. Estas instituciones tienen que reconocer y ver que hay una oferta cultural que va más allá de esto que vemos en todas las ferias', comenta.

Por su parte, el arte de los cómics, dice, ha ido encontrando su camino legítimo. El Festival de la Palabra le dedica una sala completa a esta forma de expresión, que une el dibujo y la narrativa, Atlantic University desarrolla programas que le dan 'el respeto que se merece' y las galerías de arte cada vez le dan más énfasis.

Almenas, que entre sus cómics favoritos se encuentra Watchmen, y sus libros se mueven en sagas como Lord of the Rings, Narnia y His Dark Materials, siempre sintió devoción por la fantasía.

'Los buenos autores de material de fantasía, siempre buscan la manera de reinterpretar ciertas realidades, [con la] creatividad suficiente para que no se quede en lo absurdo... Es rica en historia, rescata historias medievales europeas, le das vida a algo que quizás pasa desapercibido... Resuena algo en mí', concluye con ojos risueños.

*Modificada para añadir y clarificar datos que la producción del evento proveyó después de la publicación original.

Finees Almenas. (Juan R. Costa/NotiCel)
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