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Junta Fiscal

Broadway, Oscar López y los buitres se mezclan en primera reunión de Junta (video)

Nueva York - De todos los lugares que la Junta de Control Fiscal (JCF) pudo escoger para celebrar su primera reunión formal y pública, su selección del edificio Alexander Hamilton en Nueva York está cargada de simbolismo, y no sólo porque está localizado en Wall Street.

Las referencias curiosas que se pueden derivar son múltiples y empiezan desde mucho antes de que el vecindario fuera el epicentro financiero de Nueva York y, para muchos, del mundo.

Se puede comenzar en 1625 cuando los predios donde hoy está el edificio eran la sede administrativa de las distintas 'compañías de indias' a través de las cuales los holandeses gobernaban sus posesiones en el Nuevo Mundo, lo cual lo convierte en probablemente la fuente de la historia colonialista en América del Norte. También los británicos, cuando le arrebataron el control a los holandeses, tuvieron allí operaciones colonialistas similares.

El lugar era un fuerte, Fort Amsterdam, por lo que ese pedazo de tierra ha visto su ración de pólvora y sangre. De hecho, el predio se considera el lugar donde se fundó Nueva York, la ciudad que, en el período revolucionario, fue la primera capital de los nuevos Estados Unidos. Tan pronto los rebeldes lograron su victoria independentista sobre Inglaterra, construyeron en el lugar el llamado Government House, una edificación que tenía la intención de ser la residencia oficial del presidente de los Estados Unidos,pero que nunca tuvo ese uso.

Y es en ese pasado, como asiento del nuevo gobierno federal, que comenzó a correr otra línea que conectaría la reunión de la Junta en el 2016 con la historia de Puerto Rico.

Pero, para esto, hay que moverse unos bloques al este para llegar a la esquina de las calles Broad y Pearl. Allí se encuentra una estructura que comenzó su historia como residencia del alcalde de Nueva York en 1671. A lo largo de los siglos, las paredes del lugar fueron testigos silentes de negociaciones de paz con los británicos después del triunfo de la Revolución, reuniones de sociedades secretas, el retiro del general Washington del Ejército Continental, y la sede del Congreso Confederado y de los departamentos de Guerra, Asuntos Exteriores y Finanzas de la nueva nación.

La historia sigue marcando hitos en el devenir del edificio pero, pertinente a Puerto Rico, hay que correr el reloj hasta el 24 de enero de 1975, cuando una bomba escondida en un maletín dejado en un pasillo detonó durante la hora de almuerzo matando a cuatro personas e hiriendo a 50. En ese entonces, el edificio era un restaurante concurrido por los ejecutivos financieros bajo el nombre de Fraunces Tavern, el nombre por el que se conocía a la propiedad desde que Samuel Fraunces la adquirió en 1762. Mediante comunicado, el grupo Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) asumió responsabilidad por el bombazo dirigido 'a los banqueros, bolsistas, e importantes ejecutivos corporativos de monopolios y corporaciones multinacionales'.

Aunque nunca se le presentaron cargos formales por esto, el exdirigente de la FALN, Oscar López Rivera, ha quedado irrevocablemente vinculado al bombazo, tanto que, mientras puertorriqueños de todas las ideologías hoy reclaman su excarcelación, para librarlo de una condena por otros delitos, en el expediente de López Rivera hay una carta al presidente Barack Obama en la cual 32 familiares y descendientes de las víctimas del bombazo, así como agentes de ley y orden, le piden que lo mantenga encarcelado y le deniegue cualquier mecanismo de perdón. La solicitud del grupo se basa en 'el reino de terror que la FALN llevó a cabo en Estados Unidos entre 1974 y 1983', incluyendo el bombazo de 1975.

En 2016, 41 años después del bombazo, Fraunces Tavern funciona primordialmente como museo, precisamente con exhibiciones que celebran su vinculación con la guerra independentista que culminó con el surgimiento de los Estados Unidos como nación. Y, unos dos bloques al oeste, el edificio Alexander Hamilton no solamente será sede de la primera reunión del grupo que muchos han identificado como la encarnación del control colonial de Estados Unidos sobre Puerto Rico, sino que también es sede del tribunal de quiebras para el distrito sur de Nueva York y del Museo Smithsonian del Indio Americano, que celebra a la nación que existía en el territorio de los Estados Unidos antes de que fuera violentamente suplantada por la nueva nación.

Como epílogo, el lector cuidadoso de la historia encontrará otro hito interesante en la historia del edificio Alexander Hamilton. La estructura actual fue construida entre 1902 y 1907, después de que en 1893 una ley permitiera que, por primera vez en el gobierno federal, el diseño pudiera ser comisionado a un arquitecto ajeno a la oficina gubernamental que se encargaba del diseño y construcción de todas las edificaciones públicas. Tras un concurso, el diseño fue comisionado a Cass Gilbert, quien había sido socio de James Knox Taylor, el funcionario público que tenía poder para decidir quién sería el arquitecto agraciado. El escándalo que se desarrolló por este conflicto de interés provocó que en 1913 se revocara la ley que permitía esas contrataciones externas. Es difícil pasar por alto esta nota al calce de la historia cuando se contrasta con los reclamos de conflictos de interés que se han levantado contra algunos miembros de la Junta, como José Carrión, cuñado del comisionado residente Pedro Pierluisi, y José R. González y Carlos García, quienes, como expresidentes del Banco Gubernamental de Fomento y exejecutivos de inversiones del Banco Santander tuvieron participación en emisiones de bonos que ahora son cuestionadas.

Esta historia nos deposita otra vez en 2016, cuando la Junta se dispone a comenzar a dibujar el control que ejercerán sobre el gobierno de Puerto Rico para que el gobierno cumpla con sus obligaciones financieras, mientras a las afueras del salón donde esto ocurre se volverán a denunciar los efectos de las políticas de austeridad sobre la gente común.

Todo en un edificio enclavado en medio del distrito financiero de Nueva York y cuya fachada lee 'Alexander Hamilton', un padre fundador de la nación estadounidense que hubiera quedado semiolvidado si no fuera porque una obra de Broadway lo convirtió en un revolucionario tan famoso como George Washington y Thomas Jefferson. Una obra que, para dar otro giro a la tuerca, fue escrita y protagonizada por un puertorriqueño.

 

Fachada del edificio Hamilton (Josian Bruno / NotiCel)
Foto:
Fachada del edificio Hamilton (Josian Bruno / NotiCel)
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Fachada del edificio Hamilton (Josian Bruno / NotiCel)
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