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La Calle

Encuentro cercano con un arma de fuego

Algunos podrían considerar que disparar un arma de fuego es peligroso. Otros, pensarán que sostener una pistola en las manos y manejarla de forma adecuada es solo para prospectos. Sin embargo, mi experiencia no fue así.

En mis 28 años nunca había agarrado una pistola. Hasta hoy, sábado, día que cubrí las competencias de tiro al blanco en el Panamerican Gun Club de Toa Baja y en donde más de 50 niños y jóvenes practicaban el deporte que muchos consideran inadecuado para menores.

Le confieso, sentí miedo, inseguridad y creo que hasta nervios. Yo, un primerizo, dispararía un artefacto que solo había visto en incautaciones de armas o drogas, redadas policiales o coberturas de eventos criminales.

Sin pensarlo mucho y para que la duda no me atacara más, accedí al pedido de padres que sábado tras sábado llevan a sus hijos, algunos de ocho años, al campo de tiro para que se involucren en el deporte.

Sin duda, la precisión, concentración y buen pulso son elementos necesarios para disparar un rifle que no es de juguete. No, no lo hice solo. Así como los menores están acompañados de un adulto o padre, muchos de ellos con basta experiencia, yo también recibí instrucciones de un tirador. Su nombre: Sammy Ventura, quien con mucha paciencia y detalles me explico los pasos a seguir.

Me senté en la silla, escuché cuidadosamente el proceso y respiré profundo. El rifle se maneja fácil y no pesa mucho. A mi alrededor, varios niños disparaban al blanco como lo hacen de costumbre.

Se sorprendería lo rápido que disparé y di en el blanco. De hecho, hasta yo me asombré. Ese primer tiro tumbó la figura -un conejo- a la que pensé no llegaría el pellet, la munición calibre .177.

Dos disparos fueron suficiente para comprender el deporte que tanta gloria a traído a Puerto Rico. Una vez culminé mi ejercicio, los niños que estaban disparando a mi lado corrían y jugaban como chicos de su edad. Los padres, mientras, almorzaban y disfrutaban del tiempo familiar.

Les contaría más, pero tengo que entregar esta nota para que puedan leerla. Pero de lo que estoy seguro es que la percepción que tenía de un menor con un arma cambió hoy. No tengo dudas sobre lo riguroso del proceso y la satisfacción que sentí al hacerlo. Tanto es así, que hasta estoy pensando incursionar en el mismo. Veremos a ver. Luego les cuento.

'Me senté en la silla, escuché cuidadosamente el proceso y respiré profundo. El rifle se maneja fácil y no pesa mucho', según el reportero Aniel Bigio. (Suministrada)
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