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A cinco años del 'Tea Party', el conservadurismo vuelve a la carga electoral

Washington - El movimiento ultraconservador Tea Party, que esta semana celebró el quinto aniversario de su fundación, ha anunciado que se prepara para dar guerra en la campaña de las primarias para las elecciones legislativas de noviembre.

Nació del enfado por la gestión de Barack Obama, se ganó un hueco en la política estadounidense a base de declaraciones incendiarias y, ahora que cumple cinco años, se declara dispuesto a desafiar, una vez más, al sector más moderado del Partido Republicano.

El Tea Party afronta la campaña de las primarias para las legislativas, que arranca el próximo martes, como el reto más inmediato de un futuro que se le antoja incierto.

En las próximas semanas se verá si el movimiento recobra el empuje de las elecciones de 2010, que marcaron su ascenso, o si acertaban quienes vieron su declive tras perder fuelle en las de 2012.

'Vamos a darle la vuelta a este país', declaró el senador Ted Cruz, emblema del Tea Party y uno de los políticos que más suena como aspirante republicano a la presidencia en 2016, en el acto de celebración del quinto aniversario del movimiento, el jueves.

Cruz subrayó que el Tea Party es hoy más fuerte que nunca y exigió al aparato del partido republicano que presente más batalla en los próximos comicios.

A lo largo de sus cinco años de vida, el movimiento ha probado su capacidad de influencia y ha provocado un giro a la derecha en la política estadounidense, pero hoy parece debilitado.

Las voces críticas de los republicanos, con el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, a la cabeza, cada vez evidencian más su malestar con los ultraconservadores, y también dentro del Tea Party comienzan a aparecer divisiones.

Porque otros de los líderes del Tea Party, como los senadores Rand Paul o Mike Lee, llamaron a la reflexión interna y sugirieron que, para subsistir y crecer, necesita dejar de centrarse en las protestas y avanzar hacia una agenda positiva.

'Podemos estar en desacuerdo con el presidente sin insultarle', terció Paul en el quinto aniversario, y añadió: 'Tenemos que llegar a más gente, no sólo a los que estamos aquí. Tiene que ser un partido más grande, un movimiento más grande'.

La moderación del discurso de Paul es una novedad en el Tea Party, que siempre se caracterizó por su retórica agresiva.

De las bocas de sus dirigentes han salido afirmaciones tan llamativas como que el embarazo de las víctimas de violación podría ser deseo divino o que los homosexuales crearon el sida, al margen de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y la reforma sanitaria que aprobó sean objetivo de sus furibundos ataques.

Se considera que el Tea Party inició su andadura el 27 de febrero de 2009 con la convocatoria simultánea de marchas en 40 ciudades de Estados Unidos para criticar las políticas de gasto público de Obama.

Era un momento de indefinición para el Partido Republicano, que después del batacazo en las elecciones de 2008 se debatía entre la moderación y el conservadurismo.

El Tea Party, que toma su nombre del motín patriótico que en 1773 llevaron a cabo los colonos americanos que, hartos de la tiranía británica, tiraron por la borda cargamentos de té en el puerto de Boston, desequilibró la balanza a favor de las posturas más derechistas.

'América está preparada para otra revolución' anunció Sarah Palin, la exgobernadora de Alaska que compitió sin éxito por la vicepresidencia en 2008 y fue una de las primeras heroínas del movimiento.

Y, con el apoyo de pequeños grupos de activistas y de multimillonarios ultraconservadores, la revolución llegó.

El movimiento creció, se hizo un hueco en la política estadounidense y en las elecciones legislativas de 2010 los republicanos recuperaron el control de la Cámara de Representantes, redujeron distancias con los demócratas en el Senado y los candidatos del Tea Party se abrieron paso en el Congreso.

Nombres como los de los senadores Cruz, Paul y Lee o los congresistas Michelle Bachmann y Steve King, desconocidos hacía unos años, saltaron a la fama al unirse al 'partido del té', al igual que Marco Rubio, que después se desvinculó de esta corriente.

Sin embargo, en las presidenciales y legislativas de 2012 los republicanos perdieron terreno y muchos responsabilizaron entonces al radicalismo del grupo de su derrota y pronosticaron el principio de su fin.

Pero el grupo demostró su poder al provocar el cierre parcial de la Administración estadounidense durante 16 días en octubre en su pulso por tumbar la reforma sanitaria de Obama, una maniobra que no fue bien recibida en los sectores más moderados del partido.

El Tea Party intentará ahora, en las primarias de cara a los comicios de noviembre, cuya campaña arranca el martes en el estado de Texas, que sus candidatos se impongan a los aspirantes oficiales de los republicanos para seguir extendiendo su legado.

En la imagen, el representante del 'Tea Party', el senador republicano Ted Cruz. (EFE/Archivo)
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