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La juventud, que nace a una Cuba nueva (galería y video)

La Habana - Es fácil toparse con la desilusión en la calle. En promedio, no excede los treinta años. Los jóvenes, que nacieron en la decada de los 90 durante la caída del bloque sovietico, son hijos de la escasez, de la creatividad y del ingenio. Sus padres crecieron en tiempos de la revolución, pero a ellos les ha tocado descifrar el escenario de una Cuba cambiante, inmersa en un proceso de reforma económica.

Heberto sueña con irse. Piensa en comprar un carro, en tener casa propia. Se desconecta de su realidad para conectarse a Internet cada vez que puede. 'Arriesgar mi vida por un salario de miseria?', cuestiona, al apuntar al trabajo que realizan los constructores en máquinas a sobre diez pies de altura.

Enrique dejó el trabajo de electricista para vender ropa importada, que le trae un primo del exterior, lo cual está catalogado como contrabando. Marcos está sentado todo el día en la bodeguita, donde le piden el arroz que ya no le queda en la tienda. Nunca prosiguió estudios universitarios. Si se le presenta la oportunidad, también se va, dice.

Muchos jóvenes han puesto a un lado sus carreras para dedicarse al trabajo por cuenta propia. Asnei, de 29 años, dejó el trabajo social para abrir una tienda de discos y películas en el mismo centro de Vedado. Estuvo de misión en Venezuela dando clases durante cuatro años; 'me pagaban una dieta de bolsillo', protestó. De allá, trajo dos computadoras, una impresora y discos duros, y comenzó el negocio. Como trabajador social ganaba $475 CUP mensuales ($17 USD), ahora gana esa cantidad diariamente.

El sacrificio, que emprendieron sus abuelos y abuelas, es visto como algo distante para esta generación. 'Esta es una generación que no sabe de la revolución', critica Aidee, quien pese a sus 80 años continúa formando parte de los Combatientes. Ya han pasado 56 años de la revolución cubana. Los jóvenes que hoy cursan estudios superiores crecieron durante el período especial, en el que no había energía eléctrica, ni combustible. Escaseaban los productos básicos como el jabón y la pasta de diente. Eran tan pequeños que no guardan tan siquiera el recuerdo, pero no por ello están enajenados de la lucha histórica.

Carreras por un futuro mejor

En la Universidad de La Habana, un grupo de estudiantes de derecho tiene configurado su propio partido de la revolución a modo de chiste. Todos vienen de escenarios distintos - algunos llevan reloj y otros, no - pero ninguno siente apatía hacia la política. Al contrario, hablan de mejorar el modelo de gobierno; quedarse con lo que ha funcionado e implantar cambios para mejorar. Aplicar la democracia directa sería el más urgente, coinciden. Después, se podría eliminar el Consejo del Estado, para quedarse sólo con el parlamento electo por el pueblo. Quizás hasta abolir los partidos. Sólo una cosa es precisa: 'la salud, la justicia y la educación no se tocan', afirmó Carlitos con el asentimiento de los demás.

El privilegio, que goza la profesión de la abogacía en Puerto Rico, donde los licenciados cobran altos honorarios, es distinto en Cuba, donde los salarios no son un incentivo para la carrera. El que vende ropa o música por contrabando, gana mucho más de lo que ganarían ellos cuando se gradúen.

- Por qué estudian? - pregunté.

- Vivimos con mucha esperanza - respondió Daniel, a minutos antes de entrar a clase. 'Al final, la vida te va a pasar la cuenta. Vas a empezar a crecer y de pronto vas a querer ser algo más' - comentó.

Pero esa es la conversación que tienen los universitarios y los grupos intelectualmente privilegiados; la mayoría sólo piensa en tener lo necesario para vivir, ya sea para que la comida no falte o para complacer los caprichos de sus hijos e hijas, nietos y nietas. Entretanto, Heberto sigue pensando en irse para tener un carro; Marcos sigue aburrido y desilusionado en la bodeguita; Enrique sólo piensa en vender ropa ilegal para tener dinero para ir a bailar salsa en la discoteca La Gruta. Y en las calles, hay un consenso general entre los más jóvenes: el deseo de salir alguna vez, de explorar cómo es la vida en otro lugar. Aunque algunos hablan de regresar... 'Vuelvo porque yo amo a Cuba', dice Iván mientras se esfuerza por pedalear con ciento diez libras de más en su bicitaxi.

(Laura Quintero / NotiCel)

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