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Mundo

Una ciudad en huelga de hambre

En el noreste de la India hay una ciudad en huelga de hambre: Imphal, una urbe que saltó a la primera plana informativa este mes despues de que la activista Irom Sharmila pusiera fin a 16 años de ayuno, que ha hecho del ejemplo de 'mahatma' Gandhi una guía cotidiana de protesta.

En el libro 'La India contemporánea: sociedad y gobernación' (2010), el exdirectivo indio del Fondo Monetario Internacional A. Premchand asegura que la huelga de hambre 'en manos de Gandhi se convirtió en una potente arma política y también en un método de redención personal'.

Gandhi, el padre de la independencia india, llevó a cabo 17 huelgas de hambre durante su vida, las más largas de 21 días.

Pero en esta ciudad de 270,000 habitantes, capital de la militarizada región de Manipur, donde son cotidianos los enfrentamientos entre la treintena de grupos secesionistas activos y las fuerzas de seguridad indias, en un día cualquiera se pueden encontrar sin mucho esfuerzo más de una huelga de hambre.

'Estamos aquí en una huelga de hambre hasta la muerte', asegura a Efe envuelta en una tela negra la estudiante Kshetrimayum Anjali, de 16 años, tras retirar de la boca una mascarilla como símbolo de su ayuno.

Está sentada en una parada de autobús reconvertida en escenario de protesta junto a otras dos estudiantes Huiningsumbam Demi y Huiningsumbam Jazz, donde reclaman que sea obligatorio un documento de viaje para restringir la entrada de forasteros en Manipur.

'Hasta la muerte', insiste Anjali, bajo la mirada de un retrato en un pequeño altar del primer mártir de su causa: Robinhood Sapam, muerto el año pasado durante unos choques entre manifestantes y policías.

Eso no pasará, aclara otro estudiante que se presenta como coordinador del Comité Colectivo sobre el Régimen de Permisos en la Línea Interna (JCILPS), al que pertenecen las jóvenes.

El joven, sin dar el nombre, explica a Efe que a su compañera no le pasará nada, porque transcurridos unos días le sucederá lo mismo que a Sharmila: la arrestará la policía y será alimentada a la fuerza por una sonda.

El nombre de Irom Sharmila es omnipresente en Manipur y más desde que el 9 de agosto decidió abandonar una huelga de hambre que duraba 16 años contra una ley que otorga poderes especiales a las fuerzas armadas, para continuar su lucha desde un ángulo diferente: la política.

Su decisión fue controvertida para estos devotos de la protesta mediante el ayuno: para algunos la decisión fue correcta, otros le recriminaron haberlos abandonado, como afirmó a Efe otro estudiante del JCILPS poco antes de ir a una tienda cercana a comprar unas galletas.

Más consecuente con sus palabras se mostró la activista manipuri Arambam Robita Leima, que decidió recoger el testigo de Sharmila cuatro días después de que ésta saboreara un poco de miel para romper oficialmente su huelga de hambre.

'Tras el fin del ayuno de Sharmila, la gente en Manipur quiere a alguien que siga con la causa. He decidido continuar con el movimiento (...) Si triunfo el crédito irá para Sharmila y si fracaso volveré solo como un cadáver', explicaba Leima en una rueda de prensa en Imphal recogida por medios locales.

De acuerdo con el diario The Sangai Express, 'un par de días después', debido supuestamente a presiones familiares al ser madre de dos niños, Leima, de 32 años, abandonó la protesta.

La huelga de hambre también puede ser por unas horas, como la que llevan a cabo cerca de 50 mujeres en un espacio comunitario al aire libre en demanda también de la imposición del documento de entrada en Manipur a los forasteros.

En otra manifestación, un grupo de hombres de la etnia meitei, mayoritaria en el Valle de Imphal, exigen que su grupo sea incluido en la lista de tribus protegidas por la Constitución.

'Nos tratan como extranjeros en nuestro propio estado', dice a Efe uno de los organizadores de la protesta, Bhogen Keithellakpam, antes de coger sus bártulos a primera hora de la tarde y marcharse para proseguir con su ayuno diurno al día siguiente. La protesta comenzó el 7 de agosto y finaliza hoy.

Preguntado sobre si han pensado en presionar al Gobierno con una huelga de hambre más estricta, al estilo de Irom Sharmila, Keithellakpam responde entre risas que no.

'Nuestra asociación está liderada por gente mayor, este compañero tiene 84 años', dice señalando a un hombre que le corrige de inmediato recordándole que son 85.

'No queremos perturbar a los niños en edad escolar, la vida diaria, realizar bloqueos...', concluye.

(EFE)
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