Ni palestinos ni israelíes creen que habrá paz
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Jerusalen - Palestinos e israelíes de a pie han perdido la esperanza en negociaciones, encuentros, cumbres, resoluciones o nuevos intentos por promover un acuerdo de paz y prefieren ignorar la conferencia de París, que reúne hoy a representantes de 70 países para instar a una solución.
Las caras de indiferencia o las sonrisas de incredulidad abundan entre los ciudadanos de uno y otro lado cuando se les pregunta sobre las opciones que se abren hoy en la capital francesa.
'Paz?, qué paz?. Eso son tonterías', dice con sorna Diya Basis en el negocio de cambio de dinero del centro de Ramala donde trabaja y plantea una prueba: 'Coge los periódicos de hace 20, 10, 3 años. Y verás que las portadas, que las informaciones son las mismas'.
Este joven en la treintena no cree que nada vaya a cambiar para el pueblo palestino, ni hoy ni en el futuro, 'porque el liderazgo, gente como (el secretario general de la OLP y jefe negociador, Saeb) Erekat lo han intentado y no lo han conseguido' y 'por supuesto, Israel ha impedido o ignorado cualquier pacto al que se ha llegado. No habrá paz. Ni ahora, ni nunca'.
Los palestinos 'quieren la paz, pero es Israel quien bloquea cualquier intento, no quieren acuerdos', dice a Efe Musab, cajero en un supermercado, mientras despacha a un anciano que refunfuña y niega la posibilidad de lograr la conciliación.
Hanin Zaidan, trabajadora en una de las tantas ONG que trabajan en Palestina, no es 'optimista'.
'Desde Oslo hasta ahora todos los procesos de paz han fallado. Israel quiere la tierra sin los palestinos y se niega a aceptar la solución de los dos estados. Y además, de qué paz hablamos? Aquí afrontamos a diario asesinatos, castigos, ocupación, expansión de los asentamientos...', se lamenta.
La última vez que las partes se sentaron a negociar fue en 2014 persuadidos por el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, que tras meses de esfuerzos vio como el proceso se desmoronaba ante sus ojos por las discrepancias entre las partes.
Los israelíes, encallados en su petición de que los palestinos les reconozcan como un Estado judío, y éstos, inamovibles en su exigencia de parar la actividad en los asentamientos, no lograron consensuar puntos en común que definieran un acuerdo marco para avanzar hacia el fin del conflicto mientras se acusaban mutuamente de dinamitar las conversaciones.
Los palestinos apostaron por un cambio de estrategia para establecer un Estado palestino independiente que pasa por involucrar a la comunidad internacional -en la que se encuadran propuestas como la francesa- y dejar de lado las negociaciones bilaterales, una alternativa a la que Israel se opone.
Los israelíes tampoco tienen ilusión ante la cumbre, repetidamente rechazada por su primer ministro, Benjamin Netanyahu, que llegó a decir que estaba 'amañada' para adoptar medidas contra los intereses de su país, que hoy no estará representada en París, al igual que el bando palestino.
En Ben Yehuda, una de las principales zonas comerciales de Jerusalén Oeste, el veterano regente de un conocido restaurante, Meyer Misha, afirma con vehemencia que 'no hay ninguna posibilidad de que ocurra algo en París. Ellos (los palestinos) no quieren la paz'.
Cuenta a Efe que lleva 42 años trabajando codo con codo con árabes en la ciudad santa y cree que todo en el futuro 'será peor. Siempre pensé que se acostumbrarían a que nosotros vivamos aquí, pero la situación empeora. Ya no me atrevo a ir al otro lado de la ciudad'.
Se refiere a la parte oriental de la urbe, ocupada por Israel desde 1967 y reclamada por los palestinos como futura capital de su estado, una demanda que constituye una línea roja para ellos en cualquier proceso de negociación.
Un joven argentino-israelí que se identifica como Gabriel no culpa a los palestinos de la ausencia de paz porque cree que 'todo el mundo la desea', pero descarta que un foro de alto nivel vaya a resolver el problema.
'No pasará nada porque los políticos no están interesados, ellos ganan dinero con la guerra', asegura.
Veret Ben Dov coincide en que la solución no vendrá desde el liderazgo político sino de la gente, más afectada y principal interesada. 'Es imposible seguir así. Tenemos un gobierno extremista que lleva al pueblo al extremo', razona y lamenta ver cómo la sociedad de la que forma parte 'cada día se radicaliza más'.
Ben Dov no cree en el éxito de ninguna iniciativa o modelo que se ha intentado hasta hora, pero mantiene la esperanza de que la paz, 'ese sueño ahora mismo muy lejano', se materialice algún día.