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Opiniones

Toque de queda, y otras palabras del presente pasado

La lingüista Maia Sherwood Droz analiza el origen de las palabras más usadas en estos tiempos de distanciamiento social

Maia Sherwood Droz es linguista y directora de Tesoro.pr.
Foto: Suministrada

No sé si ustedes coincidan, pero algunas palabras de nuestra nueva realidad a mí me dejan un sabor a pasado… Es un pasado medievalesco —más literario que histórico— de ciudades amuralladas, autoridades severas y todo tipo e intrigas en la oscuridad.

La primera de estas palabras es, sin duda, “toque de queda”. Su definición actual en el DLE lee: ‘medida gubernativa que, en circunstancias excepcionales, prohíbe el tránsito o permanencia en las calles de una ciudad durante determinadas horas, generalmente nocturnas’.

Pero ¿qué es el “toque” y qué es la “queda”? Esta es una de esas frases que ha quedado fosilizada en el tiempo, nombrando cosas que ya no existen (como “halar la cadena” o “colgar el teléfono”), para expresar significados que sí sobreviven (‘descargar el inodoro’ y ‘terminar la llamada’, respectivamente).

Aunque “queda” aparece en textos desde al menos los 1500, el Diccionario de Autoridades (1737) es el primer diccionario monolingüe que la incluye, con una definición muy clara: ‘El tiempo de la noche, señalado en algunos pueblos (especialmente plazas cerradas) para que todos se recojan, a que se avisa con la campana, y en la milicia con el tambor. Llamase así por el efecto que causa, que es estarse todos quedos’. (Aquí “quedo” significa ‘quieto’).

En nuestros tiempos, el toque no es con campana ni tambor, sino con una chicharra por celular que todas las noches nos sobresalta media hora antes de la “queda”.

“Cuarentena” es otra de esas palabras… Aunque la palabra es anterior, tiene su primera definición en español en 1817: ‘El espacio de tiempo que están en el lazareto o privados de comunicación los que se presume vienen de lugares infectos o sospechosos de peste’. (El “lazareto” es un hospital de leprosos u otro sitio de aislamiento). La etimología es clara: 40 días.

Por ahora, nuestra reclusión es de 30 días, pero quién sabe si nos quedemos en el lazareto doméstico 10 días más, para cumplir literalmente con la cuarentena.

Finalmente, “confinar”, de “con” (‘conjunto’) + “fin” (‘fin’), también de los 1500. Inicialmente significaba ‘compartir un mismo límite, colindar’ (por ejemplo, “territorios confinantes”). Además, nombraba un castigo particular: ‘desterrar a uno, asignándole un paraje determinado, de donde no pueda salir en todo el tiempo del destierro’. Solo en 1992 se comienza a definir como ‘recluir dentro límites’, que es nuestra condición actual. (El uso de “confinar” y “confinados” y “confinamiento” para referirse específicamente al encierro en cárcel podría ser de Puerto Rico).

Esta misma familia léxica nos presta una bonita palabra para finalizar este escrito: “confín”, que es el ‘último término a que alcanza la vista’… No desesperemos: cuando salgamos del confinamiento, volveremos a explorar confines cercanos y lejanos, conocidos y desconocidos.

La autora es lingüista y educadora graduada de la Universidad Complutense de Madrid con un doctorado en Léxico Semántica y Lexicografía Electrónica. Posee una maestría en Lingüística General de la Universidad de Puerto Rico y un bachillerato en Lenguas y Literaturas Romances de la Universidad de Princeton. Es egresada de la Escuela de Lexicografía Hispánica de la Real Academia Española. Actualmente es académica electa en la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española y profesora.