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Opiniones

Las letras pequeñas de la ‘atipica’ respuesta a la pandemia en otros países

Marieli González Cotto, bióloga celular y molecular, analiza cómo otros países tuvieron al menos un mes para preparar su sistema de salud contrario a Puerto Rico

La declaración oficial de la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés) en cuanto a las pruebas diagnósticas para COVID-19 es: “Las pruebas son críticas para rastrear el virus, entender su epidemiología, informar sobre el manejo de caso y suprimir el contagio”.

Además, la WHO tiene disponibles pautas específicas sobre cómo manejar las pruebas durante las diferentes etapas de la pandemia, entiéndase cuando no hay casos, cuando solo hay casos esporádicos, cuando ya hay casos en conglomerados y cuando se ha progresado a transmisión comunitaria.

El gobierno de Puerto Rico confirmó la semana pasada la existencia de transmisión comunitaria en la isla, es decir, el último escalón del desarrollo de una pandemia en un país.

Muchas personas, incluídos prominentes profesionales de la salud, han tratado de subestimar la importancia de las pruebas mencionando países como Suecia y Singapur como ejemplos a seguir en la administración de las mismas.

Esta retórica peligrosa surge para justificar, en parte, la carencia de pruebas realizadas en Puerto Rico. Déjeme ser clara, no se puede sugerir emular la respuesta de un país, sin leer las letras pequeñas, para justificar el curso atropellado de la respuesta del país propio.

Consideremos Suecia. Hoy, Suecia tiene más de 3,000 casos positivos en una población de 10 millones de personas. El primer caso positivo en Suecia se detectó a finales de enero, sin embargo, no se vio aumento en casos de transmisión hasta principios de marzo, donde su modelo de transmisión empezó en aumento en un patrón idéntico al de la gran mayoría de los países.

¿Qué pasó durante ese periodo de tiempo entre enero y marzo? Suecia siguió parte del protocolo de pruebas y rastreo de contactos recomendado para casos esporádicos y así pudo contener temporalmente los casos de contagio. Sin embargo, Suecia no estableció un toque de queda (aunque sí limitó las reuniones en espacios cerrados), y la mayoría de los negocios permanecen abiertos. El gobierno se enfocó en medidas económicas, preparación del sistema de salud y en hacer pruebas. Esta misma semana, el gobierno de Suecia se prepara para tomar medidas adicionales dado al aumento en casos positivos. Las medidas ‘relajadas’ que Suecia ha tomado se deben principalmente a que su agencia de salud es políticamente independiente y cuenta con con la confianza de los ciudadanos suecos. Además, Suecia monitorea cuidadosamente su sistema de salud y su agencia de salud está preparada y tiene la data necesaria para activar medidas adicionales para no colapsar sus sistemas.

Ahora consideremos Puerto Rico. Hoy, Puerto Rico cuenta con 286 casos positivos y 897 pendientes por confirmar, de una población de 3 millones de personas.

El primer caso sospechoso en Puerto Rico se detectó el 10 de marzo y tan solo 3 días después se confirmaron 3 casos positivos. En el transcurso de poco más de 15 días, el patrón de transmisión, pese a la poca cantidad de pruebas, es idéntico al de la mayoría de los países.

En Puerto Rico, la curva empezó a crecer exponencialmente 7 días después del primer caso detectado, lo que en Suecia tomó más de un mes. Es cierto que Suecia está limitando sus pruebas de diferentes maneras y en acuerdo a las pautas de organizaciones mundiales de la salud, pero el progreso de su curva no estuvo definido de la misma manera en comparación con Puerto Rico. Además, Suecia si logró controlar temporalmente sus casos positivos por casi un mes, tiempo crucial para tomar medidas económicas y de preparación en su sistema de salud. Puerto Rico no puede decir lo mismo.

Emular la respuesta a la pandemia de otros países sin detenerse a examinar los detalles es peligroso e irresponsable. Las medidas para manejar las pandemias raramente son universales, pero sí son específicas para cada modelo epidemiológico que se desarrolle en un país. Debemos entender que las organizaciones mundiales hacen recomendaciones sujetas a la data ya existente, a patrones y tendencias estadísticas. Los números son los que rigen estas recomendaciones.

Las pruebas no evitan el contagio, hacen muchísimo más que eso. Las pruebas salvan vidas. Las pruebas informan sobre cómo se está llevando a cabo el contagio y qué hacer ante tal escenario.

Las pruebas dan tiempo preciado de preparación necesaria para el aumento exponencial en casos que gravemente amenazan cualquier sistema de salud.

Suecia tuvo un mes de preparación por que hicieron las pruebas, realizaron rastreo de contactos y siguieron las pautas recomendadas. Puerto Rico no tuvo este tiempo por no tomar las medidas necesarias al principio de esto, donde sólo se detectaban casos esporádicos. También por que el sistema de salud en la isla no es políticamente independiente y ha carecido de liderazgo científico estable.

Solo el tiempo dirá si el curso de acción es salvable y corregible. Aun así, corresponde aumentar la capacidad de pruebas y tomar medidas de preparación que urgentemente se necesitan en el pleno crecimiento exponencial en el que nos encontramos.

Tomar ejemplos aislados y en destiempo de otros gobiernos para justificar el curso atropellado de una gestión es irresponsable y cruel. Enfocarse en la realidad, necesidades y recursos disponibles en Puerto Rico nos garantizara el éxito, disminuyendo el contagio y salvando vidas.

La autora posee un bachillerato en Biología con una concentración menor en pedagogía de la Universidad Interamericana de Puerto Rico y un doctorado en Biología Celular y Molecular de la Universidad Central del Caribe. Actualmente es científica en el área de inmunología y metabolismo y profesora universitaria.