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Opiniones

La última hora de vida de una mujer

Columna de opinión de la licenciada Liza M. García Vélez

Licenciada Liz M. García Vélez.
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Nada más pensar e imaginar lo que sintieron Andrea Ruiz Costas, de 35 años y Keishla Rodríguez Ortiz, de 27 años, la última hora de su vida, para los que tenemos corazón, es angustiante, desesperante y es imposible no llorar ante tales atrocidades humanas. No podemos seguir siendo indiferentes ante el dolor ajeno y mucho menos ilusos al pensar que esa tragedia no pueda tocarnos algún día a la puerta.

¿Saben por qué? Porque “el mundo sigue siendo un lugar peligroso para ser mujer”, esto según un informe publicado en el 2020, por ONU Mujeres, tras 25 años del mayor encuentro global para la igualdad de género, celebrada en Beijing, China. El estudio reconoce los avances generales en algunos aspectos de la vida de las mujeres y niñas en estas décadas. Pero señalan se han visto retrocesos que han dañado importantes conquistas en derechos de las mujeres. Los factores que fomentan el abuso se han mantenido. El avance de las tecnologías ha abierto nuevos espacios para amenazar, intimidar y acosar a las mujeres.

No es un asunto exclusivo de las feministas, hay que entenderlo y explicarlo: la violencia en contra de las mujeres es una violación a los derechos humanos. La Organización de las Naciones Unidas define los derechos humanos como aquellos “derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición. Incluyen el derecho a la vida y a la libertad; a no estar sometido ni a esclavitud ni a torturas; a la libertad de opinión y de expresión; a la educación y al trabajo, entre otros”.

Este es el mínimo de dignidad que TODOS debemos promover. La clara violación a los derechos humanos Puerto Rico lo está viviendo.

Aunque carecemos de estadísticas actualizadas y eficientes, las instituciones públicas y privadas han identificado que las mujeres han sido las más afectadas por las consecuencias del COVID 19. La llamada doble jornada para las mujeres se ha convertido en el diario en estos últimos 14 meses de emergencia salubrista. Las madres trabajadoras han extendido esa jornada a la función educativa en el hogar con el cierre escolar indefinido.

Siguen siendo las cuidadoras por excelencia de padres, niños y enfermos durante el mismo tiempo. Lo que supone que están en una jornada extendida sin paga, sin descanso ni esparcimiento. Para permanecer activas en el área laboral ha requerido integrar una fase de trabajo a distancia, pagar para poder dejar el cuido de los niños, y volver para completar las tareas del hogar.

En medio de este panorama la mujer tiene la preocupación que por el mero hecho de haber nacido mujer tiene un riesgo mayor de ser asesinada, violada, golpeada y maltratada por las figuras masculinas a su alrededor. A la vez, debe enseñar a sus hijas que es inadmisible que acepte signos de violencia en su contra. Para cumplir todo esto hay que tener la madurez psicológica para entenderlo, la fuerza para combatirlo y el apoyo para no rendirse.

El país necesita desarrollar una plataforma integral que brinde la solidaridad a la mujer en este escenario y la enseñanza del prospecto masculino para una sociedad de avanzada. Es necesario identificar incentivos económicos para compensar la dualidad laboral, incrementar las oportunidades empresariales para el empoderamiento de la mujer, basados en estadísticas actuales de nuestro perfil demográfico. Hay que promover la inclusión de los partidos políticos para que tengan oportunidades reales en las esferas de poder y no una subrepresentación de las mujeres en la fase gubernamental. El sistema de justicia tiene que ser empático ante las injusticias. Los medios de comunicación deben darles mayor despliegue a los proyectos de enseñanza con un rol activo.

Sin embargo, no perdamos de perspectiva que el Gobierno es el llamado a garantizar esos derechos fundamentales. Está obligado a proveer acceso y fondos económicos para cambiar nuestra triste realidad. Revivida por los viles asesinatos de estas dos víctimas, vista en vivo y a todo color, transmitido por todos medios los pasados días. ¡Tenemos que ir de la indignación a la acción! De otra manera no sabremos si estaremos dejando ir la última hora de vida de una mujer.

La autora es abogada. Es la primera y única mujer en presidir la Comisión Estatal de Elecciones (CEE). Posee bachillerato en comunicaciones de la Universidad de Puerto Rico, una maestría en Relaciones Públicas de la Universidad del Sagrado Corazón y un Juris Doctor de la Universidad Interamericana. Fue comisionada alterna e interina del Partido Popular Democrático en la CEE.