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Opiniones

LUMA y la estrategia del silencio

El presidente de la UTIER analiza la estrategia de LUMA Energy de no ofrecer detalles de sus operaciones.

Angel Figueroa Jaramillo, presidente de la UTIER.
Foto: Suministrada

Todo lo que se escucha en los medios de comunicación del país sobre LUMA Energy es claramente negativo, con excepción a los anuncios que paga. Todos los días las redes sociales reflejen la realidad de miles de abonados que están sin el esencial servicio eléctrico. Llueven las quejas de equipos electrodomésticos dañados por las fluctuaciones de voltajes.

En la mayoría de las ocasiones la situación es tan abrumadora que los noticiarios de televisión y los de la radio, así como la prensa electrónica, también se hacen eco de los cientos de quejas que presentan los abonados. La situación se ha tornado crítica, sobre todo en los fines de semana, donde ya todos sabemos que el consorcio extranjero arrastra los pies en la atención de las averías. Ante la demanda de eficiencia en el servicio y la avalancha de quejas, LUMA ha optado por implantar una estrategia de silencio.

Es importante recalcar que esa estrategia de silencio también ha sido adoptada por la alta gerencia de la empresa que, amparada ante el desprestigiado argumento de los secretos de operación del negocio, consistentemente se han negado a contestar las interrogantes que le han sido formuladas por la Legislatura. Interrogantes que buscan conocer en qué han gastado millones de dólares de fondos públicos, si cuentan con el personal suficiente y con la capacidad para brindar el servicio al que están obligados y sobre todo, en conocer la planificación que dará lugar al cumplimiento de sus responsabilidades contractuales.

Hasta el presente, esta estrategia de no comunicarse efectivamente con sus clientes durante las averías, de limitar sus contactos con los alcaldes a solo lo imprescindible y luego de múltiples reclamos de estos funcionarios, de negarse a ofrecer información a la legislatura y de utilizar los tribunales del país como escudo protector de su política de silencio, solo va dando lugar a proyectar una imagen de empresa chanchullera, falta de transparencia, falta de seriedad y compromiso para atender las necesidades de sus clientes y sobre todo, de no contar realmente con la capacidad para llevar a cabo la transformación del sistema de eléctrico, objetivo central para el que se le contrató.

Su gerencia, encabezada por el principal oficial ejecutivo, el notorio Sr. Stensby, se proyecta ante el país como un grupo de empresarios prepotentes, con una suficiencia que nadie reconoce y todos cuestionan y a la misma vez con una insoportable e intolerable superioridad. Su constante negativa a comunicarse directamente con la gente que paga sus salarios, pues recordemos que LUMA es solamente el administrador de los directorados de la Autoridad de Energía Eléctrica que se pusieron bajo su atención, y de su insistencia en obviar los reclamos de la Legislatura, hacen pensar en un pobre compromiso social y con nuestro pueblo.

Esa misma política de mala comunicación se proyecta en las áreas de servicio directo a los clientes. Es proverbial la desatención a los clientes cuando asisten a las oficinas de servicio y la incertidumbre con la que se contesta a las interrogantes sobre cuándo restablecerán el servicio solicitado, repararán las averías que les afectan o quien responde por los equipos dañados por la ineficiente operación de Luma. Es tan deficiente el servicio directo que ha dado lugar a su caracterización cómica en un programa televisivo y a la producción de incontables memes en las redes sociales.

A todos esto se le suma la total falta de fiscalización y supervisión del Gobierno a tan nefasto contrato. Se le sigue desembolsando millones de dólares sin que exista realmente un rendimiento de cuentas, y cuando se dice de cuentas es realmente de cada cuenta de la que se le paga a Luma. Para que se tenga idea el presupuesto aprobado y asignado para la transición de aprendizaje y toma del control de Luma por un año fue de 136 millones. Pero Luma facturó 168 millones y quien le pide cuenta por ese sobregiro, nadie. Inclusive, quien procesa los cheques -que es la AEE- su director dice que está satisfecho por el desempeño de Luma. Debemos preguntarnos: ¿cuál desempeño de Luma? No quisiéramos pensar hay otros intereses contratados por Luma.

Ante esta agenda de silencio es muy natural que nuestro pueblo se pregunte a dónde nos conducirá. A lo mayoría de las personas con las que hemos compartido esta inquietud nos señalan a la decisión de LUMA de crear un vacío hasta que la gente se acostumbre a tener el miserable servicio que hasta ahora ofrecen. Rechazamos esta creencia. El servicio de energía eléctrica es una necesidad tan apremiante para nuestro pueblo y tan esencial a nuestras vidas que sus deficiencias colmarán, más temprano que tarde, la paciencia de nuestro pueblo. Lo anterior, aunque el gobernador Pedro Pierluisi forme parte de esa estrategia y la Legislatura del país no haya actuado ordenando el arresto por desacato a su mandato del Sr. Stensby.

El autor es presidente de la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (Utier).