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Opiniones

¡Ay material que material!

El material más sonado en los medios de comunicación combina la enseñanza, la salud y las noticias que tienen por epicentro el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, joya de la corona de la politiquería más abusiva y brutal por las pasadas dos décadas.

Licenciado Víctor García San Inocencio, columnista de NotiCel.
Foto: Juan R. Costa

El vocablo material ha sufrido mutaciones y cambios en su definición durante el pasado medio siglo. Este nombre se refería en los años setenta a lo que se utilizaba en los salones de clase, fuesen artículos físicos o incluso, el contenido de la enseñanza impartida.

Más adelante, en la década de los ochenta, “material” empezó a utilizarse para referirse a las drogas que se incautaban en las batidas contra narcotraficantes, operativos que desde entonces nunca consiguen dar con el paradero de los pejes más gordos, inversionistas, que financian los grandes cargamentos para lucrarse del negocio más tóxico que existe, fuera de las aseguradoras de salud: el tráfico de drogas.

“Material”, empezó a utilizarse también, allá por los años noventa, para referirse a lo noticioso, a lo que era presumiblemente sustancioso que da contenido a las noticias.

Hoy, cuando escribo, el material más sonado en los medios de comunicación combina la enseñanza, la salud y las noticias que tienen por epicentro el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, joya de la corona de la politiquería más abusiva y brutal por las pasadas dos décadas, de la universidad que sufragamos todos con nuestras contribuciones, hundida por la politiquería más descarnada, poco disimulada e intensamente cínica de quienes la administran o de quienes los mandan.

Aclaro, que siempre he defendido la autonomía universitaria, necesaria aspiración de quienes creemos en la libertad de pensamiento y en la libertad de cátedra Afirmo, por otra parte, que parapetados detrás de esa aspiración, que se supone existe por imperativo moral y diseño legal, se acumulan perversiones de todo tipo, que van desde el amiguismo político, el favoritismo, el aplastamiento del principio de mérito, la politiquería y el control partidario desde Fortaleza, la contrataduría, la trepaduría, el oportunismo y las luchas instestinas facciosas, la busconería ramplona, y para abreviar, las mismísimas siete plagas de Egipto.

Cada vez que alguien reclama, con razón, que se detenga el control del partido de gobierno de las instituciones de la universidad pública, clama para que cese una constante casi universal en nuestro suelo desde hace décadas, pues hay evidencia y material de sobra.

Habría que decir también, que este mal de la politiquería ---que nubla y mancha la búsqueda de la verdad y del saber--- degenera en dinámicas y procesos internos que desafían el pensamiento racional y hasta la lógica. Las leyes 1 y 2 de 1966, letra muerta, sepultada, ambas leyes que tienen sus lápidas labradas por las prácticas demagógicas, y más recientemente por la Junta de Supervisión Fiscal, son un doloroso referente mítico para una epidemia perenne de ombliguismo, donde la búsqueda del saber naufraga y hasta las palabras pierden sus significado.

Hay material ciertamente, en el epicentro erremecino (RCM) del Recinto de Ciencias Médicas para varios largometrajes, desde los clasificados G, hasta los triple XXX. De hecho, ya es casi legendaria, la penúltima polarización surgida allí a causa del nombramiento facultativo de uno a su primer empleo remunerado, que después pasó de ser gobernador que abandonó el cargo. Como también lo es el nombramiento como rector de un muy buen neurocirujano, a quien se le quemó el cerebro cuando siendo Secretario de Salud, se enfrentó inicialmente a la pandemia del Covid-19 como un asunto muy lejano surgido en un lugar muy lejos de Puerto Rico. Ciertamente hay material.

De hecho, la reyerta de cuchilladas, sablazos y de pasiones desbocadas en las altas esferas y en las intermedias, habían empezado antes. Extrañas dinámicas que se acumulan y siguen influyendo en la conducta poco académica de quienes hacen --- desde por lo menos hace veinte años--- del autoritarismo una vocación. Desde Ponce hasta Centro Médico hay material; desde la punta este de Vieques, hasta la isla de Mona ! ay material!. Lo curioso es que ya ni siquiera se pueden identificar los bandos enfrentados por los colores rojo o azul de sus uniformes partidistas. Ahora hay hasta tonos diferentes de azul, lo que provee protección presente, o quién sabe si futura, invierten especulativamente algunos.

Mientras todo esto sucede y los estudiantes se van en paro en defensa de principios, dignidad y la estabilidad de su Recinto y de los programas académicos, ajenos probablemente al historial enfermizo de la administración de este paciente demacrado que es el Recinto y la Universidad donde estudian, otras tramas alternas se elaboran.

Uno quisiera que esta huelga o paro, fuese también para exigir que se garanticen condiciones y servicios de salud dignos para los pacientes; condiciones de trabajo adecuadas, justas y estables para los actuales y nuevos futuros profesionales de la salud; que se movilizase masivamente todo el país para reclamar el derecho más importante, el derecho a la salud; para que se sacase a los mercaderes del templo, las aseguradoras de salud; para que las administraciones de turno no siguieran alcahueteándolas ---a esos planes médicos--- y que estas y los funcionarios públicos de alto nivel, cumpliesen, aunque fuese mínimamente, con sus deberes; para que no se siga discriminando descaradamente contra quienes vivimos en Puerto Rico, como ha sucedido durante los pasados sesenta años, quienes hemos pagado por el Medicare, lo mismo que pagan todos los que trabajan en los Estados Unidos, mientras aquí nos tumban anualmente miles de millones de dólares. A este respecto reclamar que nos igualen en tratamiento es anacrónico e injusto. Hay que exigir al Congreso de Estados Unidos que tiene que reparar y rellenar el cráter de todo lo que nos ha robado por dos generaciones desde los años sesenta a quienes pagamos las mismas primas.

Mientras el paro en el Recinto de Ciencias Médicas ocupa la atención mediática, muy poco se discute sobre el colapso del sistema de salud de Puerto Rico; sobre la quiebra y precariedad de los hospitales, sobre el cierre de algunos, sobre la migración anual de miles de profesionales de la salud, sobre la compensación miserable de estos; sobre el oligopolio de la salud y la gira que tienen montada las aseguradoras absentistas que ya controlan más del 80% de las vidas asegurados a base de los más de 5 mil millones de dólares con los que adquirieron el control de las tres aseguradoras más grandes locales hace dos años.

Supongo, que el feudo desatado alrededor del nombramiento, destitución y restitución de la Doctora Ilka Ríos como rectora es importante. Pero imagino el gran festejo que deben estar teniendo los magnates de la salud, los inversionistas de las aseguradoras, con el respiro mediático que les da, que el asunto de la salud principal discutido esta semana sea este nuevo incidente de acuchillamiento entre los capuletos de la burocracia universitaria y sus controladores y maquinadores. Hay material desde Ponce a Centro Médico y desde Vieques a la Mona para varios largometrajes..

El autor es abogado, exrepresentante y excandidato a comisionado residente por el Partido Independentista Puertorriqueño. Posee un bachillerato en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico y un Juris Doctor de la Facultad de Derecho de la misma institución. Tiene además un doctorado de la Universidad del País Vasco (2016).