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Apetito de los consumidores y rigor de higiene determinarán éxito de reapertura de centros comerciales

Iván Broida, puertorriqueño residente en Shanghai, describe el proceso de reapertura de los centros comerciales en esa ciudad.

Tienda Apple en Shanghai , China.
Foto: Iván Broida/ Suministrada

Shanghai es el centro financiero de China y también es la ciudad con la mayor cantidad de centros comerciales en el país. Casi todas las estaciones principales de metro (y muchas otras menos importantes) están flanqueadas por uno o más centros comerciales de varios tamaños que sirven a diferentes tipos de consumidores.

Y aunque las compras por Internet han aumentado dramáticamente en los últimos años, el centro comercial continúa siendo un punto vital de entretenimiento en la ciudad, con cines, restaurantes, espectáculos, galerías de arte, centros de estudios, gimnasios, concesionarios de autos, además de las usuales tiendas.

Entonces, ¿cómo se preparó Shanghai para la reapertura de los centros comerciales luego de haber controlado el contagio local del Covid-19? En resumen: cuidadosa y paulatinamente.

Aunque oficialmente las labores comenzaron el 10 de febrero en Shanghai, no fue hasta finales de marzo y durante el mes de abril que los centros comerciales comenzaron a abrir.

Vea el centro comercial Global Harbor en Shanghai, China:

La apertura inicial fue muy cautelosa: los centros comerciales implantaron un punto de entrada y uno de salida para controlar el flujo de las personas. En la entrada se le tomaba la temperatura a cada persona, en algunas ocasiones usando más de un método. Durante ese período inicial, se limitó la cantidad de personas dentro de cada centro comercial y tienda. Todas las personas dentro de las instalaciones tenían que usar mascarillas en todo momento. Muchas tiendas prohibieron a los clientes probarse la ropa antes de comprarla.

Asimismo, antes de acceder al centro comercial, se le pedía a las personas presentar un QR Code provisto por el gobierno de Shanghai, el cual tiene tres colores: rojo, amarillo y verde. El color determina el riesgo de contagio de cada persona y solo los que tenían un QR Code verde podían entrar a los centros comerciales.

Ya con el virus relativamente controlado en China y, específicamente, los contagios locales y/o comunitarios en cero o casi cero en Shanghai, las restricciones se han relajado bastante. Los centros comerciales están abiertos con normalidad, aunque se le pide a las personas que usen mascarillas durante su estadía (salvo cuando estén comiendo en un restaurante o café). Cada tienda puede decidir qué reglas impone al momento de permitir el acceso de los clientes a sus instalaciones. En los centros comerciales que he visitado, Apple es la única tienda que continúa tomando la temperatura de cada persona que entra a sus tiendas.

Los bancos, hospitales, museos, galerías y algunos restaurantes y bares continúan exigiendo el QR Code verde, además de tomar la temperatura y pedir información de contacto en caso de que suceda algún contagio inesperado.

Quizás el elemento más difícil de completar en la reapertura de los centros comerciales es los cines. Las salas de cine representan un lugar de alto riesgo de transmisión del virus y un intento de reapertura de los cines de la ciudad en abril resultó con una persona contagiada asistiendo a una película. Luego de ese incidente, los cines cerraron nuevamente de manera indefinida.

El gobierno ya ha anunciado que una eventual apertura de los cines conllevará cambios, quizás dramáticos para la experiencia fílmica. Se tendrán que reservar los boletos por Internet con antelación; la sala va a tener que dejar asientos vacíos para mantener distanciamiento social; los asistentes y empleados tendrán que usar mascarillas en todo momento; y el cine garantizará un ambiente higiénico.

Los centros comerciales que contaban con el tráfico de los cineastas que también hacían compras antes o después de la película, tendrán que compensar la pérdida de clientes de alguna otra forma.

Por ahora, los centros comerciales aparentan una normalidad que se asemeja a la que se vivía antes de la pandemia, pero hay elementos que nos dejan ver que todavía no estamos viviendo en un mundo sin el virus.

Las mascarillas, la toma de temperatura, los cines cerrados, entre otros, indican que el proceso será largo y quizás nunca terminé. En fin, se instala una nueva normalidad.

El apetito de los consumidores y el rigor del gobierno determinará la forma en que los centros comerciales operarán de cara al futuro.

El autor es un puertorriqueño que reside en Shanghai, China desde hace más de dos años. Es maestro de inglés.