Carta al Gobernador, después del IVA
Sr. Gobernador,
Siento su pena en estos días luego de que su Reforma Contributiva no fuese aprobada. Ahora usted siente la presión de que el Gobierno se quede sin dinero para operar, como la sentíamos los empresarios al analizar el impacto de su propuesta en nuestras empresas. Usted siente la presión de tener que reducir o eliminar jornadas de trabajo, eliminar gastos operacionales, afectar servicios, y no pagar algunas cuentas para sobrevivir. Hasta lo esencial de nuestros negocios estaba en riesgo.
Qué doloroso, verdad? Con el IVA nos transfería ese dolor a los líderes de las empresas privadas, pero ahora lo sufre usted. Ahora se entiende la magnitud de lo que venía encima al sector privado y al consumidor con su Reforma, sólo que ahora está en sus manos. Ese dolor nunca debió estar en manos de la empresa privada ni del consumidor, y si las cosas se hubiesen manejado de otra forma en el Gobierno, jamás debió haber estado ahora en sus manos. No crea que me alegro de su dolor. Sepa que lo sufro junto a usted pues amo a mi isla y desearía de todo corazón que las circunstancias fueran otras.
Lo que viene será bien duro, pero no perdamos la esperanza. Todos sabemos que la culpa de la situación del país no es completamente suya, pero le tocó gobernar en un momento histórico y todos esperamos que como nuestro líder ayude a encaminar al país. Tiene en sus manos la oportunidad de innovar el Gobierno dramáticamente. Pare de echar culpas y de mirar atrás. Eso no resuelve nada. Sólo lacera más su propia imagen y nos hunde en más desesperanza a todos.
Por cierto, para concluir con lo que ha pasado y no volver atrás, la forma en que usted se ha dirigido a los habitantes y contribuyentes de Puerto Rico desde que presentó su propuesta fue una irrespetuosa. A los disidentes nos llamó evasores desde un inicio y nunca se retractó. Luego a los que expresábamos nuestro derecho de libertad de expresión en las protestas, nos llamó ‘slogans y t-shirts'. Nunca pudo validar ni aceptar nuestras preocupaciones.
Más reciente llamó cobardes e irresponsables a los legisladores que ejercieron con libertad su voto democrático en contra de la reforma contributiva, hasta el punto que fueron sancionados. Los ha acusado de hacerle un daño terrible al país. Le aseguro que el daño no se lo hicieron ellos, ni los que con valentía mantuvimos firme nuestra oposición al proyecto desde su inicio. Ellos votaron como mejor les pareció como representantes de los puertorriqueños en la Legislatura. Somos muchos los que estamos agradecidos a estos 6 legisladores. El daño al país ha sido causado por años de mala administración de nuestro Gobierno, impulsado por una visión incorrecta del rol del Gobierno en nuestra sociedad. El daño ya está hecho, pero la visión puede cambiar.
Qué le pasó, Sr. Gobernador? Su actitud ha sido poco popular y poco democrática, contrario a los ideales de su partido. Me puedo equivocar, pero a mi me parece que usted es una persona buena, con buenas intenciones y buen corazón. Tiene una oportunidad histórica de crear un Gobierno innovador y vanguardista. No la desperdicie, pues es lo poco que nos queda.
Como puertorriqueña, sueño con vivir en un país seguro con una economía sólida y en crecimiento, lleno de oportunidades para progresar y donde valoren al que trabaja y produce. Quisiera que nos fuera bien a todos y que seamos un país con alto nivel de educación y con abundancia. Pero sepa que salir adelante en esta isla es bien difícil. Muchos que lo logran son trabajadores incansables, y hacen lo imposible por sobresalir. Son muchos los empresarios y trabajadores productivos que se sienten penalizados por el sistema. En vez de ser recompensados por lo que producimos, nos toca financiar la ineficiencia histórica del Gobierno de Puerto Rico.
Es imperativo que nos enfoquemos en la esencia del Gobierno. Analicemos hasta el último detalle. Seamos buenos administradores de nuestro Gobierno, de los roles, de los procesos, de la tecnología. En la medida que el Gobierno siga sin entender su rol, experimentamos un desbalance que no va a tono con las necesidades presentes de los que vivimos y aportamos con nuestra labor y nuestras contribuciones al desarrollo de Puerto Rico. Ese desbalance causa una eterna ineficiencia para sostener un Gobierno gigante con una visión demasiado abarcadora. Las empresas privadas son las que traen desarrollo a los países. Deje que nuestras empresas locales puedan prosperar y que seamos el verdadero motor de nuestra economía, no el Gobierno.
Sr. Gobernador, sepa que yo estoy disponible para ayudar a mi país en todo lo que usted necesite. El que me conoce sabe que tengo las ganas y la pasión de crear, de transformar, y de innovar. Si usted entiende que puedo ser útil en su histórica gestión, ahí estaré. Los disidentes no necesariamente somos sus enemigos. Al fin y al cabo, estamos en las mismas luchando por un Puerto Rico mejor antes de tener que montarnos en un avión con un boleto de ida y sin uno de regreso.
Atentamente,
Glorimar Ripoll Balet