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Granitos: La exitosa y exclusiva fritura de Humacao

Granitos: La exitosa fritura...

Durante las últimas cinco décadas, Humacao ha visto la apertura y cierre de una multitud de negocios y fábricas, pero una empresa familiar con apenas una decena de empleados ha logrado resistir el panorama de depresión económica que se ha intensificado tras el embate del huracán María.

Se trata de la Fábrica Granos de Humacao, una empresa que ha operado en el primer nivel de una casa de dos plantas en el sector Patagonia, confeccionando granitos, una fritura que, asombrosamente, no se produce en ningún otro lugar en la Isla, pero mantiene una alta demanda entre los humacaeños.

Es una simple delicia culinaria que consiste de una masa de arroz molido, cocido y convertido en una masa espesa. Manos femeninas agarran esa mesa y, con el apoyo de una cuchara de higüera y una cáscara de coco elongada, la moldean en la forma cilíndrica de un gran grano de arroz de 5 pulgadas de largo y lo adornan con un diminuto cubito de queso de bola en su centro.

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Los granitos reposan en la fábrica hasta la madrugada, cuando manos masculinas echan cientos, a veces miles, en calderos con manteca caliente para freírlos hasta que logren una consistencia crujiente. De ahí, se pasan a un carrito empujado a mano que alberga los granitos en una vitrina transparente y los hombres peregrinan hasta sus acostumbrados puntos de ventas.

Por los últimos 35 años, Juan Cruz ha sido uno de esos vendedores de granitos, manejando el punto de venta que ubica en una esquina del Hospital Oriente – localmente referido como el Hospital Doctor Domínguez. Aunque él no los fríe en las mañanas, sí vende hasta 140 granitos a diario, afirmando que tiene unos 60 clientes regulares que le compran al menos una bolsa con cuatro granitos todos los días.

'Sí, es buen negocio. [Yo vendo] Todos los días los 7 días de la semana', contó Juan poco antes que se detuviera un carro en su esquina con una dama que ordenó dos bolsas de granitos.

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Históricamente, los granitos se han vendido en bolsas marrones de papel, y aunque hace más de 50 años se vendían a 2 centavos cada uno, hoy las bolsas con cuatro granitos se venden a $1. Juan, quien vende granitos suplidos por otra fábrica en el barrio Candelero, vende los suyos a $1.15.

Esa otra fábrica lleva desde el 2017 operando, pero su fundadora Margarita 'Maggie' Cruz, comparte la misma sangre que el dueño de la fábrica de granitos de Patagonia, Benedicto Cruz Rodríguez, y ambos son descendientes directos de quien fue la maestra de los granitos desde sus inicios en 1961, doña Bartola Rodríguez Santana.

Pero la historia de la creación de los granitos tiene sus inicios en el 1958, en las orillas del Río Humacao, contó Benedicto a NotiCel. 'El pionero fue un señor llamado Don Vicente. Mi tío (Carmelo Cruz) le vendía granos a él. Pues el señor envejeció, se quitó, se cansó, pero mi tío rescató eso. Llamó a mi papa (Fausto Cruz), y ellos lo hicieron entonces', relató el dueño de la empresa, en resumidas cuentas.

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Según investigaciones realizadas localmente para la celebración de lo que fue el primer Festival del Granito de Humacao, ocurrido en 2010, la identidad y procedencia de Don Vicente ha sido un misterio, algo que el propio Benedicto reconoció. Algunos dicen que fue un comerciante llamado Vicente Vázquez, otros señalan a un Vicente González, quien vendió granitos y después abrió su propia repostería, pero un testimonio del propio Carmelo Cruz antes que muriera apuntaba a que era un hombre procedente de Santa Cruz llamado Vicente Cruz, apodado 'El Negrito'.

La fundación de la fabrica en el Barrio Patagonia fue propiciada por una de las tragedias más grandes que ha afectado Humacao. Doña Bartola, su esposo Fausto Cruz y sus hijos vivían en los arrabales ubicados cercanos al río Humacao, pero durante la noche del 6 de septiembre del 1960, las inclemencias del tiempo provocaron una inundación que arrasó con todas las estructuras y causó la muerte a más de un centenar de personas. Los sobrevivientes tuvieron que trasladarse a otras partes de Humacao.

En 1961, Bartola y Fausto se mudan al Barrio Patagonia y don Vicente, desinteresado en continuar la producción de granitos, les cede la receta, comenzando así el negocio familiar que ha perdurado por 58 años. Como mano de obra, Bartola incorporó a sus hijos e hijas a la línea de producción y posteriormente las esposas de sus hijos, asignando a los hijos – como el propio Benedicto – a vender el producto.

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'Yo iba a la escuela Antonia Sáez que queda ahí. Yo iba, vendía granos por la mañana, venía y me daba un baño y me iba a la escuela a las 12', contó Benedicto. 'Tu pedías 10 a 2 centavos pues eran 20 centavos. Pero eran a dos, yo los vendía a dos. Después se subieron a 5 porque el material subió y papi lo subió a 5', añadió.

En el pasado, Doña Bartola llegó a contar con hasta siete vendedores de granitos, distribuidos en el casco urbano de Humacao. Hoy, de los cuatro carritos amarillos que tiene Benedicto para sus vendedores, tres se ubican en el pueblo y otro permanece en Las Piedras, vendiendo el producto allí frente un supermercado local. Los carritos amarillos comienzan a operar desde las 6 de la mañana, pero la demanda es de tal magnitud que ya a las 8:30 de la mañana, cada vendedor termina con ell centenar de granitos que suelen cargar en sus vitrinas cada día.

'Y si no hay más, la gente insulta a los vendedores. No le dicen cosas malas, pero les dicen ‘bah tienes que hacer más granos!', sostuvo Benedicto.

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Es precisamente ese señalamiento el que pone en manifiesto el dilema crónico que han tenido los descendientes de Doña Bartola y su misión de mantener viva la confección de los granitos: la falta de mano de obra. Hoy Benedicto cuenta con el apoyo de tres mujeres y su esposa para fabricar los granitos desde la misma casa donde comenzó el negocio en la década de los 60, pero él asegura que le ha sido difícil conseguir más personas para que trabajen en la confección.

'El problema es la fabricación de ellos, no hay personal para hacerlo. Si hubiera gente para hacerlo, se le echaban más. Pero lo que hay ahí es lo que hay. Antes mi hermana trabajaba aquí conmigo, mi otra hermana trabajaba aquí también. Que había granos y sobraban granos para empacar en cajas. Ahora no hay quien los haga', expresó Benedicto.

Grace Ruiz es la más joven del trío de mujeres que se dedican a moldear los granitos en su forma distintiva. Junto a Luz María Sáez y Lucy Cruz, las damas visten de uniformes amarillos brillantes con un pequeño logo en la parte superior a la izquierda que lee 'Fábrica de Granos Humacao', con la imagen de un granito debajo y al inferior las palabras 'Patagonia'.

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'Como estaban faltos de personal pues me preguntaron si estaba interesada y quería aprender. Yo dije, pues está bien, ‘ven y practica'', contó Grace, quien comenzó en la fábrica en junio del 2019. Luz María lleva más de un año y contó que trabajará allí: 'Hasta que las manos no aguanten, porque los pies se acostumbraron'.

Lucy es la que más tiempo lleva, trabajando con doña Bartola y sus hijos por casi 30 años. Con rostro de seriedad, pero en tono de humor, Lucy se jacta al señalar que sus granitos son los de mejor calidad y los más lindos.

En la semana, las fabricadoras pasan horas paradas frente a una tina de metal en la que Benedicto y su esposa María Crespo cocinan la masa. Ellas la compactan para evitar que se formen grumos y moldean una pequeña porción de la masa en la forma del granito. Abánicos en las paredes ayudan a aliviar el calor del cuarto, que solo cuenta con una ventana abierta y es por ahí donde reciben clientes que desean comprar el producto para freírlos en sus hogares.

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Pero en época de Navidad, los granitos no suelen quedarse en Puerto Rico, pues aquellos clientes con seres queridos humacaeños en la diáspora suelen visitar la fábrica para llevarse varias cajas en sus maletas. Los clientes que llegaron al lugar durante la visita de NotiCel manifestaron que sus pedidos viajarían a estados como Nueva York, Ohio y Atlanta.

Ramón Pérez, vecino de Villa Universitaria en Humacao, se llevó ocho cajas del producto, conteniendo 20 granitos por caja, para un total de 160 granitos, los cuales enviaría por correo a sus hijos en Texas. Dentro un paquete que incluirá pasteles y pastelillos de chapín con hielo seco, el envío – que hace de forma anual – le cuesta unos $1,400, pero asegura siempre son recibidos con agradecimiento.

Aunque Benedicto chistea que desea estar en el negocio por 200 años más, su meta siempre ha sido masificar la venta de los granitos. Ha tenido acercamientos de inversionistas interesados en montar una fábrica más grande, pero nunca lograron la tracción necesaria para hacerlo realidad.

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'Mi intención es tratar de llevarlo a los supermercados, que es mi intención. Si estoy vivo, espero llevarlo a los supermercados y que los compren allá', explicó Benedicto. 'Y ha venido gente, pero no salen. No sé por qué. Eso no es una ciencia, pero ya usted lo está viendo', añadió.

Entre la limitada mano de obra y la popularidad de la fritura, el granito no parece dar señales de que cesará de existir, pero tampoco luce estar destinado al estrellato culinario. La popularidad del granito le ha generado una clientela de artistas y legisladores que suelen recurrir a la fábrica de Patagonia para llevarse sus cajas de granitos.

Tony Croatto, Yoyo Boing, Deborah Carthy Deu, Eddie Miró, Chucho Avellanet, Carmen Yulín Cruz y el fenecido Marcelo Trujillo fueron algunos de los clientes reconocidos que Benedicto pudo recordar, aunque asegura han sido muchos más.

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Entretanto, los descendientes de Doña Bartola no parecen tener reparos con continuar el negocio. Una empresa familiar que comenzó y mantiene uno de los pilares esenciales de la cultura local de Humacao.

Mira este video sobre los granitos:

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