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Por Invitación

El mito de la igualdad

Puerto Rico es víctima de un discrimen geográfico que nos niega la igualdad en derechos constitucionales y que desaparece con meramente relocalizarnos en cualquier estado. Eso escribió el Dr. Hernán Padilla en El Nuevo Día el 13 de octubre de 2014. Si esa aseveración fuese correcta, los residentes de New Hampshire, de Mississippi, o de cualquier otro estado, estarían disfrutando esa igualdad en sus respectivos estados de identica manera. Pero la realidad es muy distinta. Ese concepto idealista de la igualdad es pura retórica, porque la igualdad constitucional estadounidense está seriamente menoscabada por el discrimen que sufren los hispanos y afroamericanos que viven en los distintos estados, principalmente en los del sur. La igualdad prometida se transforma en desigualdad en la vida real de esas minorías. Y todo ello ocurre bajo el manto de la estadidad, en estados supuestamente cobijados por la igualdad de su Constitución.

La dramática e histórica desigualdad en salud y bienestar que existe entre los 50 estados es el más patético testimonio confirmatorio del mito de la igualdad constitucional estadounidense. El discrimen y la desigualdad económica, social y política ha empujado a la región sur de EEUU, compuesta por doce estados (Mississippi, Virginia Occidental, Arkansas, Kentucky, Alabama, Tennessee, Louisiana, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Florida, Georgia y Virginia), a ser la región más pobre y menos saludable de la nación, aunque esos estados reciban mayor asistencia económica que Puerto Rico, aunque todos vivan teóricamente bajo la misma filosofía de igualdad. En esos doce estados viven 16.5 millones de afroamericanos, pero son minoría. Constituyen solo un 21% de los 78.4 millones de habitantes de la región y un 39% de los 42 millones de afroamericanos que hay en todo EEUU.

La población afroamericana de EEUU tiene un perfil socio-económico y de salud muy por debajo del que disfruta la población blanca. Tiene una esperanza de vida promedio cuatro años menor que la de los blancos, una mortalidad infantil que duplica la de los blancos. La brecha de riqueza entre blancos y afroamericanos es hoy en EEUU 40% mayor que lo que era en 1967.

Mississippi es el estado menos saludable (www.americashealthrankings.org). Tiene casi tres millones de habitantes. Su porcentaje de población afroamericana es de 37%, el mayor entre los 50 estados. Mississippi también es el estado con el mayor nivel de pobreza (23%). Pero lo que allí sienta la pauta de la desigualdad es que el nivel de pobreza que vive su millón de habitantes afroamericanos es de 40%, mientras que el de su población blanca es de solo 11%. Esa desigualdad en el nivel de pobreza que arropa a la población afroamericana de Mississippi y de los estados del sur se extiende a todos sus indicadores de salud y bienestar socio-económico. New Hampshire y Vermont están entre los tres estados con nivel de pobreza más bajo, pero su población combinada afroamericana e hispana apenas asciende a 4%.

Mississippi cuenta con dos senadores y cuatro representantes en el Congreso. Recibe $4,700 millones anuales en fondos Medicaid, seis veces más que Puerto Rico. Gasta en salud el doble de los $3,300 per cápita anual que nosotros gastamos. A pesar de esas supuestas ventajas sobre Puerto Rico, su estado de salud es peor que el nuestro en los indicadores más importantes: prevalencia de obesidad y tabaquismo, tasas de muertes por enfermedades del corazón y cáncer, nacimientos prematuros, mortalidad infantil, entre otros. Más dramático aún, la esperanza de vida de los puertorriqueños es cuatro años mayor (78.7 a 74.8) que la de los residentes de Mississippi, quienes ocupan la última posición en esperanza de vida entre los 50 estados.

Puerto Rico registra una esperanza de vida mayor que la de 28 estados. Aún como colonia, los puertorriqueños hemos llegado más lejos en salud que muchos de esos estados sureños, porque hemos mantenido una tradición de practicar principios y estándares clásicos de salud pública. Porque tuvimos un gran sistema de salud que fue modelo mundial y nos colocó en la posición #14 del mundo en expectativa de vida en 1970, aun cuando éramos más pobres. Porque en aquel entonces, tratábamos la salud como un derecho constitucional. Todos los puertorriqueños teníamos acceso, libre de costo, al sistema público de salud financiado por el gobierno.

Mississippi ha sido estado por casi 200 años (1817), pero se ha mantenido pobre y rezagado históricamente ('Worlds Apart: Why Poverty Persists in Rural America', 2000, Cynthia M. Duncan). Su estado de salud no ha mejorado significativamente en los 24 años que ha estado midiéndolo anualmente la entidad 'Americas Health Rankings'. Mississippi se ha mantenido entre los tres estados con peor salud desde 1990 y último en 11 de los pasados 12 años.

El discrimen es un comportamiento natural, casi visceral, de muchos estadounidenses. Ha culminado en violencia y crímenes de odio en demasiadas ocasiones. Casi todos los estadounidenses admiten que existe. Dos de cada tres lo catalogan como significativo. Los afroamericanos e hispanos son sus principales víctimas. El discrimen más notable en EEUU es el relacionado al sistema de justicia criminal. Las diferencias entre blancos y afroamericanos en arrestos, encarcelaciones y ejecuciones son marcadas. El discrimen en salud es menos visible y noticioso, pero sus resultados son impactantes y frecuentemente incomprensibles.

Cinco estados del suroeste tienen los más altos porcentajes de hispanos entre sus poblaciones (Nuevo México 47%, California 38%, Texas 38%, Arizona 30% y Nevada 27%). En ellos residen 28 millones de hispanos, quienes representan la mayoría, 54% de los 52 millones de hispanos que viven en EEUU. Sin embargo, también allí son minoría. Constituyen solo un 38% de la población total de 73.5 millones de esos cinco estados. En resumen, los 17 estados de la franja sur estadounidense (12 de la región sureste y 5 del suroeste de California a Florida a Virginia), los cuales tienen casi la mitad (152 millones) de la población de EEUU, son la residencia de 59 millones de afroamericanos e hispanos, casi dos de cada tres de dichas minorías que residen en la nación. Eso representa casi el doble (59 millones a 35 millones) de los afroamericanos e hispanos residentes en los restantes 33 estados. Los hispanos y los afroamericanos en EEUU tienen dos veces el nivel de pobreza de los blancos, más desempleo y menos oportunidades de tener un seguro de salud. Ese es el patrón uniforme donde quiera que esas minorías vivan en EEUU, ya que ello resulta del discrimen natural que las acompaña.

En un informe de la Organización para la Colaboración y Desarrollo Económico (OECD por sus siglas en inglés), la cual agrupa 33 naciones altamente industrializadas, y publicado en 'The Washington Post' (http://www.washingtonpost.com/blogs/wonkblog/wp/2014/10/07/why-the-south-is-the-worst-place-to-live-in-the-u-s-in-10-charts/) el 7 de octubre de 2014, se clasificaron los 50 estados de acuerdo a su desempeño en nueve diferentes indicadores de bienestar: seguridad, salud, vivienda, educación, acceso a internet, empleo, ingreso, participación ciudadana y ambiente. Los estados de Nueva Inglaterra alcanzaron los mejores puntajes, encabezados por New Hampshire con 78/100. Los estados del sur ocuparon ocho de las diez peores posiciones, con Mississippi apenas alcanzando 50/100. El estudio confirmó la dramática desigualdad que impera a través de los 50 estados. El autor del reportaje fue el primero en recomendar 'que nos mantengamos alejados de los estados sureños', contrario a la recomendación a relocalizarnos en cualquier estado que nos hizo el Dr. Padilla. Lo cierto es, que si usted se relocaliza en estados como Vermont, New Hampshire y Minnesota, tiene mejores oportunidades de alcanzar la igualdad y el sueño americano, que si se relocaliza en estados como Louisiana, Mississippi, Alabama y Arkansas.

Los puertorriqueños no estamos interesados en ganar fama desplazando a Mississippi de la deshonrosa distinción de ser el estado más pobre del país más rico y poderoso del mundo. Que los sustituyamos como los nuevos patitos feos de la llamada igualdad constitucional estadounidense. Qué podría hacer Estados Unidos por nosotros que todavía no haya hecho por uno de sus más antiguos estados, el vigésimo en ser admitido a la Unión, Mississippi, el que ha sido perpetuado como su oveja negra permanente?

*El autor es doctor en Medicina. dribrahimperez@gmail.com