Editorial: Que se detenga la destrucción de la UPR
La Junta de Control Fiscal, los políticos y los estudiantes tienen que hacer una pausa en su carrera por destruir a la Universidad de Puerto Rico.
Los distintos sectores que protagonizan el conflicto actual sobre los recortes en la UPR podrán pensar que sus posturas son antagónicas, pero la realidad es que las dinámicas que han desatado llevan a lo mismo: a destruir a la UPR. Algunos por amor confundido, otros por desidia, y otros por ceguera voluntaria.
Un sistema de enseñanza superior público, accesible y de calidad es vital para cualquier sociedad moderna y eso vale 10 veces más cuando estamos hablando de una sociedad en crisis constante y con economía en caída libre como la de Puerto Rico.
No hay futuro para un país sin una institución pública en la que sus jóvenes tengan la oportunidad de formarse profesional e intelectualmente para aportar al desarrollo colectivo. Pero tampoco hay futuro para una institución pública que no se modernice, que no se haga más eficiente y que no se adapte a las necesidades del país.
La Junta de Control Fiscal y el gobernador Ricardo Rosselló han establecido un nivel de recortes para la UPR sin transparencia sobre cómo se llegó a ese número y sin raciocinio sobre cuál es el tipo de institución pública de enseñanza superior que vamos a tener si se realizan los recortes. Les ha faltado claridad y visión para que el pueblo se convenza sobre la necesidad de los recortes.
El Gobernador ha sido tambien negligente en dejar vacantes las posiciones en la Junta de Gobierno de la UPR. Es un abandono del deber inexcusable que habla más que todos sus trucos mediáticos en este tema.
La clase política, entiendase los políticos de distintas posiciones y partidos así como los sindicatos y organizaciones civiles en alguna parte del espectro de activismo político, son mala hierba en el jardín del proyecto de país que es la UPR. Y lo son en la medida en que no trabajan para mejorar la institución, sino que obran para manipular lo que pasa en la institución para el adelanto de sus metas pequeñas y muchas veces individualistas. No se puede pretender que la UPR sea el campo de batalla donde se disputen todas las complejidades del país. Llevamos mucho tiempo estirando los límites políticos de lo que es, y debe ser, una institución como la UPR.
El estudiantado que propone cierre y huelga tambien ha fallado. Ha fallado porque el país los necesita más inteligentes y astutos que la Junta y más que los políticos, pero lo que ha pasado, creemos que sin intención, es que se han convertido en cómplices del plan. Los estudiantes que cierran portones, que vandalizan y que escupen son el ingrediente interno sin el cual el plan externo no se pudiera completar.
Proponemos un detente en la carrera por destruir a la UPR.
La Junta debe posponer la discusión del Plan Fiscal de la UPR hasta el 30 de junio. La UPR no debe ser lo primero que se sacrifique en el presupuesto. Por tanto, se pueden buscar mayores ajustes en otros renglones antes de definir cuál será el sacrificio final en la UPR, y se deben tomar en cuenta que la UPR ya viene sufriendo recortes por el efecto de la fórmula presupuestaria y que la Universidad es tambien protagonista del propósito de desarrollo económico que la Ley PROMESA le impone a la Junta.
El Gobernador debe llenar las vacantes de la Junta de Gobierno y los nuevos miembros deben tener como prioridad asistir a la UPR en un periodo de redefinición y transformación impostergable.
El estudiantado y la comunidad universitaria deben mantener la UPR abierta y operando, para demostrar que el valor de la institución está en esa ola anual de seres humanos que salen de sus portones dispuestos a hacer un mejor país con la formación más completa y el compromiso más sólido.
A la vez, estudiantes, docentes, Gobierno y Junta deben hacer buena sus promesas de diálogo para sentarse a tener una discusión, sin posiciones absolutistas ni infundadas, sobre cuál es el tipo de institución que necesita el país para su desarrollo y, entonces, cuáles son los sacrificios que se le van a pedir a la Universidad.
En juego está el mayor instrumento de transformación social que ha tenido Puerto Rico en su historia... hay que estar dispuesto a repensarlo todo.