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Vida

Un día en la vida de José Esteban López, estudiante de sexto grado y empresario

Es agricultor, declamador, músico, dibujante, cocinero, empresario, motivador, orador, asesor, rescatista de animales, líder comunitario ¡y estudiante de sexto grado!

Ese es José Esteban López Maldonado, el emprendedor adjunteño de once años de edad que una mañana decidió cambiar sus juguetes por varias cuerdas de terreno para aprender de la madre tierra, sembrar café con sus manos y cosechar de los montes cuantas chinas, guineos, plátanos y cacao fuera posible.

'Empecé a los cuatro años a trabajar en la agricultura con mi papá. Yo me inspiré porque sin agricultura no hay comida y sin comida no hay vida. Eso tuve que aprenderlo', confesó el prodigioso regalo de la montaña que el 3 de enero de 2003 convirtió en padres a don Carmelo López Maldonado y Aida I. Maldonado Rivera.

Como ambos reconocieron, desde muy pequeño José Esteban los cautivó por su incesante capacidad para observar. De hecho, sus juegos consistían en aprender cómo crecían las plantas.

'Me daba curiosidad cómo la naturaleza iba creciendo, cómo una matita nacía, daba frutos y cómo es que llegaba al supermercado hasta que uno lo compraba y se lo comía', relató.

Así las cosas, 'como lo más elemental en una escuela es sembrar una matita de habichuela, le pedí a mi papá que me dejara una cuerda de terreno para ver si podía trabajarla', comentó con inocente sonrisa.

Pero para su asombro, su padre no solo le entregó el espacio de tierra añorado: le regaló 20 cuerdas de terreno que bautizó como Hacienda Lírica.

'Aquí hay muchos pajaritos y como los árboles suenan cuando les da el viento, como todo eso es música, pues le puse Hacienda Lírica', resaltó el también trovador y cuatrista, disciplina que aprendió a los siete años de edad.

Realizado el sueño, entonces procedía crear un plan de trabajo, para lo cual José Esteban recurrió a sus juguetes 'Lego'. Con ellos, precisamente, dio forma a las maquetas de los proyectos agrícolas que planea desarrollar.

'A veces interpretaba mis ideas con la agricultura dibujándolas en un papelito, y ahora lo hago con legos', señaló el joven que tan pronto termina su jornada escolar corre a trabajar el huerto casero donde sembró ajíes y calabazas, además de plantas medicinales como la hierba buena.

Su proyecto cumbre, nos explicó, será la construcción de un almacén donde pueda procesar el café que se recoge en su finca.

'El presidente de Puerto Rico Farm Credit ha venido varias veces aquí y está interesado en ayudar a Esteban a desarrollar su negocio. De hecho, es la primera vez que ellos adoptan el proyecto agrícola de un niño', agregó con evidente orgullo su joven madre.

Pero el compromiso con la agricultura no termina ahí. Este niño adjunteño solicitó a la Legislatura que le ceda un plantel escolar abandonado en su barrio Limaní, con el propósito de rehabilitarlo y convertirlo en un centro de enseñanza agrícola comunitaria.

'Quiero enseñar a los niños de esta comunidad a trabajar con la agricultura y que también sea un lugar donde podamos establecer una biblioteca', reveló el estudiante de la escuela Francisco Pietri Mariani, a quien le encanta cocinar comida criolla, así como pan, pizza, polvorones, pan de maíz y un sinfín de delicias culinarias.

Además, entre sus metas a corto plazo está crear la primera coalición de niños agricultores, para 'que sepan que la agricultura es un medio de subsistencia y autosuficiencia'.

Entretanto, José Esteban saca tiempo cada sábado para asistir a cursos especiales de la Universidad de Puerto Rico en Cayey para niños superdotados. Entre estos, Astronomía, Microbiología e Idiomas.

De hecho, José Esteban fue uno de los niños que participó en el desarrollo de la Ley 159 del año 2012, que reconoce entre otros motivos 'el derecho de los estudiantes dotados a las alternativas de aceleración y otro tipo de servicios educativos diferenciados'.

'En kínder él quería participar en una feria científica, pero la maestra le dijo que no podía, porque eso era para estudiantes de tercer grado en adelante. Pues José hizo su proyecto y me insistió que lo llevara a las competencias, le pedí al jurado que solo lo escucharan y para sorpresa de todos fue a él a quien le dieron el primer premio', dijo la madre de este orgullo boricua.

'Siempre quise tener un niño así y educarlo para que hiciera algo bien por Puerto Rico. No solamente para sentir orgullo, sino para que sea una persona de bien, que motive a otros niños y que mueva al país', continuó doña Aida, quien dejó su trabajo como estilista para dedicarse de lleno a la crianza de su unigénito.

'Para nosotros es un placer tener a José aquí, porque él nos ayuda muchísimo y representa un reto positivo para la escuela', aseguró por su parte la directora escolar Zaida Rivera.

Allí, precisamente, ahora enseña a sus compañeros de clase a hacer un cultivo hidropónico, y entre tarea y tarea también dedica tiempo a recoger ropa y artículos de primera necesidad para llevarlos a los hogares de familias de escasos recursos en su comunidad.

'Quisiera hacer una empresa y exportar el producto hacia otros países, que no sea de importaciones de segunda que haga el país, que sean de exportaciones de primera para que salgan de aquí', puntualizó sobre su más grande anhelo.

'Quiero estudiar Agricultura y Arquitectura para (hacer) los diseños de las plantaciones, quiero ver cómo puedo mezclar eso. Me interesa exportar café, cacao y una variedad de productos que tenemos en la Hacienda Lírica, la cual pienso extender a más cuerdas en el futuro', reiteró.

Sin alcanzar aún la adolescencia, el entusiasta José Esteban López ya es todo un exponente del empresarismo puertorriqueño. (La Perla del Sur)
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