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Estudiantes se entregan a la improvisación musical de la mano de Marsalis (galería y video)

El jazz suena al oído como una conversación improvisada. Con la misma fuerza de una palabra espontánea, salta un instrumento. Con la inesperada fusión de un sonido y otro, el diálogo creativo se intensifica. Más aún cuando son nuestros estudiantes arrojados a la improvisación en clave de jazz, quienes se lanzan al vacío junto a experimentados músicos de talla internacional.

Cinco miembros de la Jazz at Lincoln Center Orchestra conversaron hoy lunes con estudiantes de música de escuelas públicas y privadas del país sobre música, educación y creatividad, tanto de forma verbal como musical.

La Orquesta aterrizó esta semana en Puerto Rico, como parte de su gira americana, para ofrecer una función exclusiva mañana martes, 3 de marzo a las 8 de la noche, en la Sala Sinfónica Pablo Casals del Centro de Bellas Artes de Santurce, a beneficio del Fondo de Becas del Colegio San Ignacio.

Con el escenario de la Sala Sinfónica a su espalda, el director musical Wynton Marsalis, un ícono mundial del jazz y la trompeta, habló sobre la importancia de desarrollarse técnicamente en cualquier instrumento y sobre todo la importancia de comunicar a través de la música sentimientos e historias profundas.

Marsalis contó que creció en un mundo segregado, en el que se ocupaba la parte de atrás de las guaguas y cuando asistir a un concierto de música clásica era habitar un mundo lejano que no le pertenecía. Fue su padre quien lo impulsó a aprender sobre diversos géneros musicales.

El músico sostenía entre sus manos una trompeta. Desde los 12 años, sostiene una. Nació en Nueva Orleans en 1961, y es uno de seis hermanos que dedica su vida a los instrumentos de viento. Ganador de nueve premios Grammy y del Premio Pulitzer, y autor de seis libros, Marsalis también es reconocido por su labor como educador.

El público estudiantil, que provenía de las Escuelas Libres de Música de Carolina, Humacao y Arecibo, así como del Colegio María Reina y el Colegio San Ignacio, reflejaban dentro de sus preocupaciones una necesidad de libertad creativa.

De ahí que Marsalis les asegurara que, 'siempre serán el autor final de todo lo que hagan', pero igualmente les exhortó a, 'abrazar el conocimiento porque nunca se detiene', y siempre tener activa una mirada curiosa.

Por su parte, el bajista Carlos Henríquez, nacido en Nueva York, de padres puertorriqueños, reconoció la importancia de conocer la historia de cada género musical para de ahí, explorar nuevas posibilidades desde una óptica moderna.

El músico, quien proclamó su identidad latinoamericana como un sello que lleva siempre consigo, se acercó a los estudiantes desde los conflictos reales que se enfrentan como músico. Por ejemplo, el momento de decidir tocar las mismas veinte notas todas las noches para pagar las cuentas frente al deseo profundo de mostrarle al mundo que se es capaz de mucho más. Para ello, aconsejó que el músico debe ser como el agua para adquirir muchas formas.

Por su parte, el percusionista neoyorquino Ali Jackson, destacó la figura de Tito Puente, por su amplio registro, calidad como compositor y conocimiento de diversos instrumentos, y los invitó a internarse en la bomba y la plena, la raíz afro-cubana y la tradición yoruba, como caminos musicales para explorar.

De vez en cuando, los cinco músicas tomaban sus instrumentos y los hacían volar con algún ritmo musical improvisado. Nombres de grandes figuras del jazz como Louis Armstrong, Miles Davis y John Coltrane se colaron en la charla, ante estudiantes que asentían al escuchar los nombres de los grandes, que respondían a preguntas técnicas y que aplaudían luego de cada nota suspendida.

El saxofonista Walter Blanding, nacido en Cleveland, quien empezó a tocar a los seis años de edad y ha sido miembro de la orquesta desde el 1998, habló del alma o 'soul', necesaria para abordar la música.

Cuando uno aprende algo 'serio o profundo' como el jazz o tocar un instrumento, explicó el músico, uno conecta consigo y se vuelve más consciente de sí. Cada individuo entiende así cómo comunicarse, escuchar, usar la creatividad y resolver problemas, añadió.

El alboroto se formó cuando Marsalis invitó a los estudiantes que tuvieran sus instrumentos a pasar al frente y tocar juntos. Un saxofón hablaba, otro contestaba, unas cuantas trompetas juntas, detrás el piano de cola, el contrabajo, la percusión. Los ojos cerrados. Los pies marcando el ritmo. Con un despliegue de entrega musical que dejaba tras de sí horas de ensayo y estudio, cerró la conversación entre músicos.

Para más información sobre los boletos para la función única de Wynton Marsalis y el Jazz at Lincoln Center Orchestra, pulse aquí.

     

Wynton Marsalis (Juan Costa/NotiCel)
Foto:
Wynton Marsalis (Juan Costa/NotiCel)
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Wynton Marsalis (Juan Costa/NotiCel)
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Wynton Marsalis (Juan Costa/NotiCel)
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Wynton Marsalis (Juan Costa/NotiCel)
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Wynton Marsalis (Juan Costa/NotiCel)
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Wynton Marsalis (Juan Costa/NotiCel)
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