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Vida

James Ellroy: 'Soy un novelista histórico'

James Ellroy miraba por la ventana de su oficina en Los Ángeles, un día cualquiera, hace más de dos años y medio, cuando le asaltó 'la imagen de unos jóvenes americanos de ascendencia japonesa, con miradas tristes, conducidos a un campo de internamiento'.

La imagen no es del todo inventada, forma parte de la Historia más oscura de Estados Unidos, tras el bombardeo de Pearl Harbour, y fue la chispa que empujó al autor de 'L.A. Confidential' o 'La Dalia Negra' a embarcarse en la precuela de su famoso Cuarteto de Los Ángeles, según cuenta en una entrevista con Efe.

Violencia, racismo, corrupción, traición. Todos los ingredientes de las novelas del 'perro demoniaco' de la literatura negra americana, vuelven a estar presentes en 'Perfidia', primer volumen de lo que será un nuevo cuarteto, ambientado en su ciudad natal durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1941 y agosto de 1945.

'No soy un autor de novela negra, soy un novelista histórico y siempre lo he sido. Lo llaman novela negra, pero se equivocan', afirma el escritor, que no tiene reparo en mostrar abiertamente su ambición y su sed de grandes historias.

'Desprecio lo fácil, el minimalismo, las pequeñas obras de arte. Me gustan las novelas de muchas páginas -'Perfidia' tiene más de 700- las grandes sinfonías de Bruckner o Mahler y estoy obsesionado con la perfección', dice.

'Perfidia', que toma su nombre del bolero que inmortalizaron Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en 'Casablanca', rescata personajes que aparecían en 'La Dalia Negra' -llevada al cine por Brian de Palma- y en otras novelas del cuarteto original, pero también de la trilogía 'Underworld', que mezcla ficción y realidad política de Estados Unidos entre 1958 y 1972.

'Mi intención es crear una historia continua y ficticia de mi ciudad y de mi país, entre 1941 y 1972', explica el autor.

La acción en esta última novela, que ahora publica en español Random House, transcurre durante 23 días de diciembre de 1941. El primer día, una familia japonesa, los Watanabes, aparece asesinada en su salón en medio de un baño de sangre. El segundo, los japoneses bombardean Pearl Harbour.

El interés por el pasado, y en particular las décadas de los 40 y 50, son una constante en la carrera de Ellroy, que debutó pasada la treintena, tras un periodo de vida callejera, delincuencia menor y alcoholismo, marcado por el asesinato sin resolver de su madre cuando él era un niño -algo de lo que ya habló en 'Mis rincones oscuros' (1996)-.

'Vivo en el pasado, siempre lo he hecho, desde que era un crío. Vivo en la era anterior a mi nacimiento, y vivo en mi imaginación. Nunca he usado un ordenador, no tengo móvil, apenas voy al cine ni veo la tele. Me gusta sentarme en la oscuridad e imaginar historias', explica.

''Perfidia' tiene el poder que tiene porque, durante los dos años y medio que he pasado escribiéndolo, he vivido en 1941 y en concreto en el momento de los bombardeos de Pearl Harbour', añade.

Ellroy se toma con distancia irónica las preguntas sobre ese periodo oscuro de su vida, entre la década de los 60 y los 70, que muchas reseñas y entrevistas resaltan como parte esencial de su forja en el oficio.

'Aquello no me ha enseñado nada sobre escribir. Sí, solía entrar en las casas y robar ropa interior femenina, pero aquello apenas suma unas horas de mi vida. Frente a eso, me paso muchos, muchos días, unas 10 horas al día encerrado en una biblioteca leyendo', resume.

La primera imagen de 'Perfidia' fue la de aquellos japoneses melancólicos en la calle, pero otras veces la inspiración puede venir de una fotografía.

'Recuerdo una foto en la revista Life, de una mujer morena, de unos 30 años, era el mes de la victoria sobre Japón, agosto de 1945. La mujer saluda a un camión de soldados americanos que avanza por el bulevar en Los Ángeles. He pensado a diario en esa mujer durante 50 años'.

En cuanto a su estilo de escritura, de frases cortas, punzantes y urgentes, cuenta que el hallazgo lo hizo con 'L.A. Confidential', cuando su editor le obligó a eliminar 150 páginas.

'Con ese libro modifiqué mi estilo, que creo que es sobrio, elegante, afilado y divertido. Adoro el idioma americano en todas sus formas, y en particular, sus aspectos más vulgares. Adoro la invectiva racista, adoro el yiddish, la aliteración. Digamos que sé cómo deben sonar las cosas para lograr el máximo impacto. Eso es lo que busco'.