La página 'Humans of New York' está presentando una serie de historias de confinados de cinco diferentes prisiones federales del noroeste de los Estados Unidos.

Una de las historias es la de un puertorriqueño que cumple su sentencia en el complejo correccional de Hazelton, en West Virginia. Aquí está su historia.

'Realmente no era una ganga. En Puerto Rico no existen Bloods ni Crips. Era más que nada una cosa del vecindario. No había colores. No había iniciación. Solo crecimos juntos. Tenía dos primos y dos cuñados que estaban en la organización. Existían los rangos: vigilantes, distribuidores, corredores, líderes, gatilleros. Sin embargo, la jerarquía que existía no se interponía entre nuestra relación. Todos jugábamos baloncesto juntos, tirábamos fiestas para todo el vecindario… era como una familia. Solo había una entrada y una salida a nuestro barrio. Las casas eran todas juntas, no había césped. Al final de la noche, podía oír las puertas romperse a mi alrededor y los helicópteros sobrevolando. Seguía recibiendo llamadas y me decían: 'Tienen a esta persona, tienen a aquella otra, tienen a tu primo'. Me quedé sentado en medio de la sala fumando un cigarrillo. De repente, oí pasos que se acercaban por la escalera. Escuché el sonido de una sierra eléctrica y las chispas comenzaron a salir por mi puerta. Fui a abrirla, pero me golpeó una luz intensa y ocho hombres entraron. Se llevaron a todo el mundo esa noche. Ni siquiera nos llevaron a la cárcel. Nos llevaron a un estadio de baloncesto'.

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'It wasn't really a gang. There aren't Bloods or Crips in Puerto Rico. It was a neighborhood thing. There were no...

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Wednesday, February 10, 2016