Log In


Reset Password
SAN JUAN WEATHER
Ahora

El Viejo San Juan recuerda su rol en las protestas del Verano del 2019

Reconocen siempre habrá protestas en Fortaleza.

Para los residentes del Viejo San Juan, las tres semanas de protestas consecutivas que dominaron la atención de toda la Isla y culminaron con la salida de Ricardo Rosselló Nevares de la gobernación no solo suponen ser el acontecimiento histórico de mayor relevancia en tiempos modernos, sino que también es muestra de la capacidad de los puertorriqueños en unirse en comunidad para hacer valer su dignidad.

A mediados de julio de este año, cuando comenzaron las manifestaciones, el panorama para los residentes fue similar al de una edición de las Fiestas de la Calle San Sebastián, muchedumbres de todas las edades – pero en su mayoría jóvenes. Para los comerciantes, sin embargo, fue todo lo contrario al de las tradicionales fiestas, optando por cerrar operaciones e instalar planchas de madera o tormenteras para protegerse ante episodios de vandalismo que – aunque condenados por todos – no amedrentaron su apoyo a la finalidad de la protesta, la renuncia del entonces gobernante.

'Yo iba por la calle y tú oías a la gente hablando a favor de la protesta y nos parábamos a hablar con gente extraña a hablar sobre la protesta. Los comerciantes perdieron dinero, pero aun así había comerciantes solidarios con los protestantes', relató Doris Angleró, integrante de la Asociación de Vecinos del Viejo San Juan (AVISAJ).

'Yo salía a protestar para que se fuera Ricardo Rosselló y porque no estoy de acuerdo con el gobierno ni las trampas ni el robo del gobierno. Nosotros vivimos aquí, pero es como si viviéramos en Aguadilla. Fuimos a protestar porque estamos hartos de la corrupción', añadió.

Para Doris, quien ha vivido en la ciudad amurallada por 20 años, las protestas del verano unieron a los vecinos del Viejo San Juan de igual forma que las protestas unieron a muchas otras personas de distintos pueblos e ideologías. Otro residente, Reinaldo Segurola, se expresó en términos idénticos, destacando que atestiguó como desconocidos se unían para formar parte de la protesta.

'Fuimos contagiados con la magia de cómo esa frustración se transforma en euforia. Uno salía por las noches y veía las caras de las personas gente que uno no conocía y de alguna manera se sentía uno parte de algo mucho más grande que uno. No logramos esa cohesión social a menudo, al contrario, aquí la gente está dividida en tribus', sostuvo Reinaldo.

En su caso, Reinaldo explicó que participó de las protestas por estar convencido de que el gobierno no lo representa. A juicio suyo, la administración de gobierno figura ser insensible, sin idea alguna de lo que es la consideración al pueblo y carentes de misericordia y empatía hacia aquellos que no forman parte de sus ideologías políticas.

'Yo creo que (el huracán) María ayudó a que ese sentido de comunidad. Uno tiende al individualismo y el yo para poder hablar de nosotros. Pero para mí es una cosa que se desbordó en lo otro', dijo Reinaldo.

La contraparte de esa unión social fueron las medidas que tomó el estado para suprimir la protesta a largas horas de la noche. Fueron momentos en que el gobierno y la Policía fueron los causantes del desacomodo que muchas familias atravesaron, particularmente cuando la fuerza de choque lanzó indiscriminadamente cartuchos de gases lacrimógenos, sin considerar el hecho de que la zona de la protesta también era un área residencial y comercial.

Doris recordó cómo el gas invadía las residencias de algunos de sus vecinos, forzándolos a evacuar y buscar aire limpio fuera de la zona de las manifestaciones. Reinaldo, por su parte, contó que él y algunos de sus vecinos salían en medio del revuelo para asistir a las personas afectadas por los gases

'Nosotros nos preparamos, de hecho, salíamos equipados para enfrentar los gases lacrimógenos porque cuando sueltan a la Policía a la mansalva, pues ellos vienen a limpiar y a tirar los gases lacrimógenos y nos sentíamos en tensión', dijo Reinaldo. 'Uno se acordaba de los años 70 cuando a la IUPI entraba la policía allí y era un sálvese quien pueda. Que uno había tenido experiencia de este tipo de cosa y nos preparamos no solo para nosotros sino para auxiliar a otros', añadió.

Ya en el invierno del 2019, el Viejo San Juan volvió a asumir el rol de ciudad colonial y centro turístico, lejos de lo que fue hace apenas seis meses atrás. Más allá de las grandes cantidades de personas que visitan la ciudad durante los fines de semanas, Doris asegura que son los carros los que día a día abonan al derrumbe paulatino de la ciudad colonial.

En cambio, tanto Doris como Reinaldo entienden y aceptan que el Viejo San Juan es y será el lugar ideal para protestas y manifestaciones multitudinarias, pues es donde ubica la silla del poder gubernamental de Puerto Rico.

La Calle de la Fortaleza. Para algunos, de ahora en adelante la Calle de la Resistencia. (Juan R. Costa / NotiCel)

Foto: