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La violencia de la colonia y de su Junta

Arde el neoliberalismo

Las costuras del neoliberalismo están reventando alrededor del mundo. Hong Kong, Bagdag, Barcelona, Quito, Santiago, para mencionar algunas, registran manifestaciones sin precedente de diferente timbre, tipo u orden.

Se trata de protestas masivas, sin convocatoria centralizable --no es posible señalar a una institución o líderes, comprensible anonimia-- cuyos partícipes se hilvanan irónicamente a traves de la joya mercatoria de la internet y de su instrumento universalizado: el telefono móvil.

La instantaneidad y la enorme difusión del celular --dicen que hay ya operando casi cinco mil millones-- le ha provisto alas al poder de autoconvocatoria de las personas de carne y hueso que se han lanzado a lo poco del patrimonio público que les va quedando, es decir, a las calles.

Tienen por diversas y sobradas razones la sangre hirviendo, calentada en la hoguera de la desigualdad rampante y creciente; en la perdida de derechos sociales preciados --que incluyen garantías laborales y asistencia del estado--; y en una especie de acorralamiento o claustrofobia cívica donde los instrumentos de la legalidad y la institucionalidad aparecen momificados y carentes de eficacia para enriquecer la vida.

A falta de participación real en los procesos donde se determinan sus vidas; a causa de la irrepresentatividad de quienes pretenden gobernarlos; ante la carencia de transparencia; la ausencia de equilibrios en el sistema económico, frente a corruptelas escandalosas y rampantes; y al gobierno de gigantes intereses económicos, las mayorías se han tirado a la calle.

En Hong Kong y en Catalunya los dos lugares de más afluencia económica notable, la lucha está inspirada en el aseguramiento de la autonomía y de la identidad frente a sistemas persecutorios y condenatorios de estados centralistas (China y España). Una ley o acuerdo de deportación hacia China de los ciudadanos de Hong Kong --ya retirada-- ha catapultado las protestas cuyas demandas se han ampliado y que tienen como punto de mira las acciones represivas del gobierno. En Catalunya igual, protestan cientos de miles la encarcelamiento de funcionarios electos que han reclamado el derecho de Catalunya a separarse de España, y que convocaron al la nación catalana a votar. Esa consulta que fue reprimida violentamente por el Estado español permanece en la conciencia planetaria. Se han sentenciado allí a entre 7 y 13 años de cárcel a personas, por el hecho de creer en el derecho a decidir separarse y por querer separarse de lo que nunca han considerado su madre patria.

Al extremo sur del mundo los chilenos han hecho temblar los cimientos del gobierno pues no se aguantan más la desigualdad profunda que las políticas neoliberales ha desencadenado, las perdidas de empleo, las reducciones al salario real y el cobro por servicios públicos que ahora llenan los bolsillos de unos cuantos privatizadores. Lo que tanto tiempo le ha tomado a la Escuela de Chicago forjar, maquillar y disfrazar, en las últimas dos semanas se ha desenmascarado nítidamente.

Cada protesta local nutre a las siguientes por obra de la cubierta en la redes sociales. De la misma manera quienes se inician o adentran en las protestas parecen aprender de quienes protestan en todas las latitudes y continentes.

Una especie de Gran Tiro por la Culata, le ha reventado al sistema neoliberal dejando como paralizado al mercado en aquellos lugares, que todavía no encuentra como detener este tsunami cívico, que por momentos recurre a la fuerza física.

La violencia tiene más de un rostro y procedencia

Que rebanen implacablemente cada uno de los derechos que con tanto trabajo y sacrificio de generaciones un país ha conseguido consagrar; que se vendan y privaticen las facilidades, los procesos, las estructuras y los servicios que generaciones previas habían construido e instaurado a gran costo, todo ello para beneficiar a unos pocos y para darle licencia de explotación adicional; que dilapiden el credito ganado por un país para sostener saqueos bancarios y financieros sistemáticos, y corruptelas innumerables; o, que la impunidad de los corruptos triunfe casi siempre, son sólo algunos rostros de una violencia institucionalizada que se verifica y perfecciona día a día hasta que la cosa se tranca.

En esas violencias mercatorias se le va la vida a millones de personas del presente y a todos en el futuro.

La violencia sistemica mercatoria va dirigida, y en efecto pulveriza al estado social. Fomenta además la acumulación descomunal de la riqueza global en pocas manos. Si bien, puede significar un leve ascenso en los ingresos de segmentos poblacionales, apareja sin embargo, una asfixiante ampliación de la desigualdad. Luego de tres siglos de existencia de las corporaciones, estas instrumentalizan la concentración anónima de la propiedad y de la riqueza. Existen cientos de miles de corporaciones multinacionales, cuyo reducido grupo de dueños son otras corporaciones, y a su vez estas pertenecen principalmente a menos de cien personas en todo el mundo.

Los sistemas contributivos de la mayor parte del planeta privilegian esa fantástica acumulación de capital, mientras lastran regresivamente los ingresos más modestos de billones de personas. Además, como si esto fuese poco, existen paraísos contributivos donde se evade pagar gran parte de lo que estarían obligados a pagar privilegiados mercaderes.

Toda esta violencia antidemocrática e injusta, se instaura de cara al inversionismo político más descarnado y al control de las elecciones y de los aparatos legislativos y regulatorios por el gran capital.

Los dueños del gran capital , aparte de adueñarse del proceso político y decisorio, controlan a todo nivel la institucionalidad, los aparatos mediáticos --que incluyen la mayor parte de la prensa-- y los aparatos de seguridad que van siendo privatizados cada vez más.

La industria belica, la de las armas, la de la destrucción, la de la seguridad y la de la reconstrucción galopa globalmente, con todas sus guerras y violencias multiplicadas. Estas industrias sostienen a, y se sostienen por la economía de la quema de combustibles fósiles que ponen en peligro violentamente el ecosistema planetario.

Ante esto, los más vulnerables, la gente de a pie, los envejecidos, los jóvenes que no hallan empleo o a quienes se les hurta su posibilidad de estudiar, los subempleados, las madres echadas con sus hijos a su suerte, los hambrientos de pan,salud y techo, y los hambrientos de justicia se lanzan a las calles, a las avenidas y a las alamedas.

Primero fueron los Chalecos Amarillos en Francia, hoy perdemos la cuenta de cuántos son.

Puerto Rico

Me siento orgulloso del verano de protestas pacíficas que condujo el pueblo puertorriqueño, que incluso ha querido ensalzar cínicamente la Junta de Control Fiscal. Esa paz ejemplar es tan encomiable como extraña.

El neoliberalismo mercatorio está haciendo fiesta en Puerto Rico triturando el patrimonio, recortando derechos, precarizando a los sectores vulnerables y a todo el segmento asalariado, dilapidando los recursos naturales, privatizando el futuro, pagando hasta una deuda pública ilícita e inexigible, gravando nuestro futuro energetico, e instaurando una dictadura de la impunidad de los corruptos.

Una colonia atenazada durante 121 años de regimen; con una tasa de ocupación de sólo 40 de cada 100 personas hábiles para el trabajo; con un descenso poblacional aparatoso que pone a dos tercios del país viviendo fuera; y con un sofisticado sistema de dependencia-transferencias; podría explicar materialmente el hecho de que no haya ocurrido un estallido social como en tantas otras partes.

Quienes ocupan cargos localmente, especialmente aquellas jefaturas más altas, o están totalmente anestesiados o no tienen idea con lo que la Junta está experimentando. Pues no le quepa duda a nadie, que el laboratorio experimental de control político y social que ha sido por más de un siglo y que es Puerto Rico, está más activo que nunca con la Junta. Ésta sirve a intereses económicos precisos y experimenta con la capacidad de movilización y control del país.

Hay algo profundamente pervertido en esta operación de recolonización y control, que requiere mucha colaboración cómplice, mucha pequeñez de espíritu y miseria del alma del liderato local. Para medir este tipo de violencia contra el presente y futuro del país habría que crear nuevas escalas por insondable que parezca la degeneración cívica y la perdida de integridad de quienes infelizmente sirven a sus bolsillos o a los de sus amaestradores.

¿A dónde vamos?

Cuando examinamos el Plan de Ajuste de la Deuda (presunta e inauditada), impulsado por la Junta, y lo contrastamos con el informe oficial al organismo regulador de los Bonos Municipales presentado por el gobierno, leemos cifras inverosímiles, bajo supuestos menos que probables de recuperación.

Ese Plan de Ajuste es un entrampamiento para un segundo incumplimiento de pago en cuestión de pocos años, y para otro gran colapso. No parece existir forma de que la gente pueda resistir una combinación tan severa de recortes con una extracción tan grande de contribuciones, arbitrios, IVUs, aumentos tarifarios y costos añadidos por las privatizaciones, entre otros. El empobrecimiento del país, de los servicios gubernativos, de la gente, de los sectores más vulnerables y necesitados es una sentencia que se está fraguando. El hecho de que a estas alturas no se definan lo que son necesidades esenciales es la garantía de que todo estará expuesto a severos reajustes y recortes mayores.

No le quedará más remedio a un segmento mayor de nuestra población que recurrir a emigrar con lo que la probabilidad de mayor encogimiento económico y de eventual desplazamiento y sustitución de la población aumentará.

La expedición expreso de la JSF, con la dócil e irresponsable anuencia de la Administración y de la gobernadora no electa, de 'trago amargo se pasa rápido', pretende esconder el monumental atosigamiento de la receta neoliberal en un país saturado de esta.

Por el momento la dosificación del 'trago amargo', la manipulación mediática y la ausencia de liderato responsable y responsivo gubernativo, ha contribuido a que se posponga lo que pareciera impostergable: nuevas manifestaciones del Pueblo de magnitud similar o superior a las del verano.

Por supuesto que los discursos acríticos contra la violencia ya tienen que estar preparados. Llamo discurso acrítico a aquel que condena sólo las manifestaciones físicas de la violencia, pero que no condena la profunda violencia institucional y sistemica que aisla al país.

Considero que hay que protestar cívica y pacíficamente, pero no con una venda en los ojos, en la que no se señale la violencia brutal económica que empobrece sinteticamente las vidas y los derechos de millones de puertorriqueños.

Hay una corrupción enorme de quienes practican desde la oficialidad el silencio y el consentimiento institucional a este violento descalabro que gravará nuestra realidad y futuro --si el termino cabe-- durante decadas.

*El autor es doctor, abogado, profesor y estudioso de los procesos legislativos y reglamentarios. Fue asesor y luego portavoz del PIP en la Cámara durante 24 años.

El licenciado Víctor García San Inocencio. (Juan R. Costa / NotiCel)

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