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Miércoles, 31 de agosto - Natalicio de escritora española-puertorriqueña, Zenobia Camprubí Aymar

Un día como hoy, hace 134 años, nació en Malgrat de Mar (Barcelona) la escritora española de origen boricua, Zenobia Camprubí Aymar. Su madre, Isabel, y su abuela materna, quien se llamaba igual que ella —doña Zenobia— nacieron y se criaron en Guayanilla, Puerto Rico.

Paradójicamente, Zenobia ha sido caracterizada como una feminista que se dedicó en cuerpo y alma a cuidar física y emocionalmente a su esposo, el mundialmente reconocido poeta, Juan Ramón Jiménez, quien padecía de melancolía y depresión, entre otras aflicciones. Por otro lado, el carácter de Zenobia era todo lo contrario al de Juan Ramón. Ella era alegre, viva, de conversación viva e ingeniosa, y siempre se caracterizó por ser optimista ante las adversas circunstancias que enfrentó en su vida. Nadie mejor que ella misma a la hora de caracterizarse: 'yo me he de reír hasta cuando rabio'.

De hecho, fue la risa de Zenobia lo que cautivó a Juan Ramón aun antes de haberla visto o conocido. Siguiendo la melodía y cadencia de la contagiosa risa de Zenobia que un joven Juan Ramón habría de escuchar, decidió ir habitación por habitación hasta que la encontró, conversaron extensamente y se enamoró una tarde de principios de Siglo XX. Dicha cualidad jovial de Zenobia, además de su absoluta dedicación a contribuir activamente a gestar y traducir la obra atribuida a su esposo. Es así que Zenobia logró potenciar dramáticamente la carrera de su marido y resultó ser determinante a la hora de crear las condiciones necesarias para que eventualmente Juan Ramón Jiménez recibiera el Premio Nobel.

Mientras se encontraban de viaje durante la etapa inicial de la Guerra Civil Española (1936-1939), la pareja se vio impedida de retornar a España debido al triunfo obtenido por el bando liderado por el general Francisco Franco, cuyos ideales eran contrarios a los que profesaban Zenobia y Juan Ramón. Así pues, se vieron entonces compelidos a vivir en una sucesión de países, entre ellos, Puerto Rico, Cuba y Estados Unidos.

En 1954, se establecen permanentemente en Borinquen y es aquí, en Puerto Rico —la tierra de su madre y de su abuela materna— en la que Zenobia se dedica a culminar la etapa final de su obra de vida: la tarea de corregir, potenciar, traducir y difundir la producción literaria de Juan Ramón Jiménez. Apenas dos días antes de fallecer en Puerto Rico, Zenobia recibe noticias extraoficiales, aunque fidedignas, de parte del propio Juan Ramón: finalmente habría de recibir el Nobel! Es en ese momento que Juan Ramón Jiménez admite que no hubiera podido obtener tan prestigioso reconocimiento, de no haber sido por la gesta de amor, dedicación y pasión que Zenobia le entregó mediante toda una vida de ardua y tormentosa colaboración literaria y relación de pareja. En definitiva, según concluyó el propio Juan Ramón, era Zenobia quien verdaderamente merecía su Premio Nobel.

Hoy, a los 134 años de su nacimiento, celebramos y honramos la vida de esta boricua que volvió a sus raíces puertorriqueñas para consumar los años más difíciles de su exilio y enfermedad terminal. Fue una época que condujo al reconocimiento por el cual tanto luchó y se sacrificó en aras de que se honrara adecuadamente a Juan Ramón, uno de los poetas más distinguidos de toda nuestra Iberoamérica.

Ejemplo del amor, devoción y respeto que se reciprocaban, vale destacar el siguiente poema que le dedica Juan Ramón a su querida alma —no gemela— sino todo lo contrario, su polo opuesto, su 'Monumento de amor':

Zenobia: eres graciosa, intensa, encantadora;

fina de cuerpo y alma;

amas lo humano y percibes lo divino;

sientes la naturaleza, la música, la pintura, la poesía,

la filosofía, la historia, todas las artes y todas las ciencias.

Eres buena compañera de hogar, de viaje y de trabajo.

Siempre estás dispuesta a trabajar o a gozar.

No eres interesada. Eres cumplidora, digna y generosa.

No pides nada a nadie. Das todo.

Te acomodas a todas las circunstancias

y las resuelves alegremente.

Ríes siempre, a veces por no llorar.