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La Calle

Esperan por freno del municipio al descontrol de la Placita de Santurce (galería)

Con cien años de historia, la Plaza del Mercado de Santurce reverbera en las noches citadinas como un centro cultural de fiesta, conversación, baile y diversidad. Sin embargo, para los vecinos de la comunidad, las mismas noches pueden convertirse en horas de miedo, amenazas y desvelo.

Hay ancianos que se esconden en los baños para intentar dormir lejos del ruido. Hay vecinos que han recibido amenazas, alusiones pistolas y rifles, por intentar impedir que les bloqueen la entrada de sus marquesinas. Son hombres y mujeres de la comunidad aledaña a la llamadaPlacita, que despiertan cuando se van las últimas risotadas de la madrugada para llevar a sus niños a la escuela, entre la basura de las calles y el hedor a alcohol y orín.

Miembros de la comunidad se reunieron con la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz Soto, luego de meses de varios cónclaves con el asesor Ricardo Ramos y pocos resultados, con el objetivo de imponer un control al desorden que impera jueves, viernes y sábado, que les impide tener la calidad de vida que añoran. Lo que piden es una hora de cierre.

Eric Vázquez se encuentra mirando su celular en la acera frente a Logo Pogo, situado a un costado de la Plaza. A las 12 de la madrugada ya la mayoría de los portones metálicos del local están abajo, solo dejando un hueco abierto desde donde toca un grupo de salsa, y bailan jóvenes y adultos mayores entre las congas y las palmadas.

Vázquez reside al final de la calle Canals, por lo que el ruido de la noche no interrumpe su sueño, sin embargo, está de acuerdo con sus vecinos en que, por cuestiones de seguridad, debe establecerse una hora de cierre.

'Hay una ley de orden público que no se está siguiendo', reflexiona el hombre. Dice que los negocios aledaños a veces se salen fuera de control, incluso brindando bebidas alcohólicas a menores de edad. Mientras tanto, los carros ya no entran en la zona durante las noches de viernes y sábado, pero los jueves transitan la calle, entre el tumulto de transeúntes que charlan, bailan y beben. Los policías brillan por su ausencia.

'El mejor lugar aquí es aquel de la esquina', señala Claudia (nombre ficticio). Se refiere a la Taberna Los Vázquez, que se encuentra en la esquina de las calles Dos Hermanos y Orbeta. 'Ahí los mayores te sacan a bailar y se pasa de lo más bien', prosigue la joven.

Con el karaoke a todo volumen, y unos escasos pasos de baile, las personas beben y conversan, mientras los empleados atienden a los clientes. El sitio lleva doce años enclavado a una cuadra de la Plaza del Mercadoy abre sus puertas a la mezcla generacional.

Uno de los empleados admite que conoce los reclamos de los vecinos, pero que el local no sería uno de los afectados debido a que 'no molestan a nadie'. Cierran a las 2 de la mañana, luego de que se extendiera el horario de cierre de los negocios de la zona a partir del 2014, y reciben un público en su mayoría de edad adulta.

Pero en las calles aledañas, la historia es diferente. Cuando cierran los de aquí, el jangueo se mueve para allá, hasta amanecernos, prosigue Claudia, señalando con el dedo el camino hacia la calle Canals, donde ubican negocios como Garabato, Marullo y El Rubí.

A las 11 de la noche, en el bar Marullo, las luces de neón y la barra repleta de tragos acompañan una pista de baile completamente vacía. El gerente Jorge Orozco dice que se empieza a llenar de gente cerca de la 1 de la mañana, por lo que el negocio depende del horario extendido.

El negocio cierra a las 5 de la mañana. Orozco admite que si tienen que reducir sus horas de funcionamiento, algunos empleados sufrirían por recortes de personal. 'El gasto operacional no nos lo van a reducir', dice contrariado.

Frente al Marullo, se sitúa El Rubí, un negocio que lleva casi un año en pie. Adentro, un puñado de parejas jóvenes bailan salsa, mientras que otros se sientan en los taburetes frente a la barra. En ningún lugar del local se exhibe la hora de cierre. Su dueño, Eduardo Sánchez, se encuentra afuera charlando.

Sánchez está enterado de los reclamos de la comunidad. 'A quien más afectará es al turismo. Esto quieren convertirlo en una zona gastronómica para pasarla bien', expresa. Dice que su negocio recibe de 100 a 300 turistas diarios, que los taxis dejan a las puertas. A su lado un grupo de aparentes turistas hablan en inglés y ríen con cervezas en la mano.

Sin embargo, a un turista lo apuñalaron recientemente y la ambulancia no pudo entrar, dice la vecina Teremar Pumarada.

Desireé Cruz, que frecuenta la Placita y a veces se marcha a las 5 de la mañana del área donde sitúan Marullo, El Rubí y Garabato, dice que a esa hora usualmente lo que ve son jóvenes que no pasan de los 35 años. Opina que el Rubí es un lugar tranquilo, y que el Marullo es chévere para bailar dentro del local y conversar en el área al aire libre. En Garabato, no obstante, admite que sí ponen la música bien alta y que debe molestar.

'Entiendo a los vecinos, me imagino que no puede ser fácil. Para mí no está tan caótico, dependiendo del lugar. [Reducir las horas] le quitaría un montón a los negocios. Hay que buscar un balance. Siempre va a salir alguien perjudicado', expresa Cruz.

A Pumarada le han robado dentro del carro. A Margarita Bibiloni la han amenzado con 'vaciarle una pistola encima' por exigir que se respete su propiedad. Los vecinos no se oponen al desarrollo económico; les gusta el ambiente citadino, la noche urbana. Lo que claman es paz para la comunidad.

El Municipio de San Juan por el momento, según la Alcaldesa, ha propuesto implantar nuevas medidas como una moratoria a la emisión de permisos para establecer nuevos negocios en la zona, así como el aumento de multas por ruido a $5,000 y el cierre al acceso vehicular.

      

Entre jueves a domingo los vecinos no pueden dormir por el ruido de la actividad comercial. (Juan Costa/NotiCel)
Foto:
Entre jueves a domingo los vecinos no pueden dormir por el ruido de la actividad comercial. (Juan Costa/NotiCel)
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Entre jueves a domingo los vecinos no pueden dormir por el ruido de la actividad comercial. (Juan Costa/NotiCel)
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Entre jueves a domingo los vecinos no pueden dormir por el ruido de la actividad comercial. (Juan Costa/NotiCel)
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Entre jueves a domingo los vecinos no pueden dormir por el ruido de la actividad comercial. (Juan Costa/NotiCel)
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Entre jueves a domingo los vecinos no pueden dormir por el ruido de la actividad comercial. (Juan Costa/NotiCel)
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Entre jueves a domingo los vecinos no pueden dormir por el ruido de la actividad comercial. (Juan Costa/NotiCel)
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Entre jueves a domingo los vecinos no pueden dormir por el ruido de la actividad comercial. (Juan Costa/NotiCel)
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