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Opiniones

Gracias

Columna de la senadora Joanne Rodríguez Veve.

La legisladora por el Proyecto Dignidad, Joanne Rodríguez Veve.
Foto: Suministrada

Tengo la dicha de saberme desbordada en gratitud por una vida vivida almacenando momentos que me permiten mirar atrás el recuerdo pueril de mi niñez, llena de brisas de mar, olor a césped y un abrazo dado mil veces por quienes me encunaron hasta que los bríos de la juventud me impulsaron hacia nuevas cumbres.



Mirar atrás, eso que hago de vez en cuando y, en ocasiones, muchas veces, para redescubrir las razones que me siguen acompañando como una gotera incesante de agua fresca, me transporta a los tiempos en los que conocí la complicidad de la amistad, las aventuras al perderme a plena luz del día, las fiestas navideñas llenas de cuajitos y moriviví, los días para hacer nada y conversar porque sí; aquellos tiempos en los que, luego de alcanzar la cima de un árbol con las rodillas raspadas, conocí la satisfacción de conquistar metas importantes y, de paso, como ineludible preámbulo al amor de madre y de esa insondable felicidad de hacer feliz a quienes nacen de ti, también me topé con el privilegio de alguna vez amar y ser amada.

He vivido, de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro. Lo suficiente para saberme llena, pero lo suficientemente poco para desear continuar sintiendo las manos de mis hijos y escuchar sus ingeniosas expresiones que delatan mucha más hondura de la que recuerdo haber detenido a sus mismos abriles.

Son otros tiempos, eso decían mis abuelos y ahora lo digo yo como eco de esas verdades que se revelan solas. Sí, son otros tiempos, de hecho, tiempos de grandes desafíos materiales y espirituales, sin embargo, nunca deja ser el mejor momento para dar gracias.

Y, ante esta reflexión a la que nos invita la costumbre social de la celebración del Día de Acción de Gracias, cómo no mirar atrás para también avistar en el horizonte los retos vencidos con la fuerza del tiempo y las agallas del espíritu. ¿Quién dijo que siempre sería fácil? ¿Quién dijo que la gratitud estaba reñida con el dolor? No exagero si digo que los tropiezos voluntarios e involuntarios que han amargado temporeramente mi vida también han sido soldaduras edificantes que no solo han sido semilleros de virtudes, sino oportunidades gratuitas para reconocerme amada por el amor mismo: Dios. Y esto, tan solo esto, debería ser suficiente para dar gracias.

Hoy lo hago, nuevamente.