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Opiniones

Ucrania y el 12 de mayo de 1898

Columna de opinión de Víctor García San Inocencio.

Víctor García San Inocencio.
Foto: Juan R. Costa

Creemos que la guerra son explosiones y disparos, pero esa noción mediática y taquillera esconde un complejo entramado que enlaza intereses diversos, preponderantemente económicos, junto con intereses geopolíticos, estratégicos, diplomáticos, electorales y del más diverso abanico. En el tercer milenio hay múltiples guerras prolongadas que hoy día ocurren en diferentes frentes y dimensiones. Las hay mediáticas, financieras, comerciales, culturales, ideológicas, propagandísticas, digitales, cibernéticas y en el extremo, las que son netamente militares. En raras ocasiones convergen esos frentes que se intercambian y adaptan a circunstancias variantes.

Toda guerra es un amasijo de violencia. Ninguna guerra es digna, pues la víctima directa es la dignidad de las personas y su integridad. Cuando la guerra es militar e incluye operaciones de ocupación y destrucción en el mundo físico, hay generalmente al menos dos bandos que no han podido resolver por las vías política, diplomática o de puro negocio, el choque entre sus intereses. Entendamos algo, la guerra entre Rusia y Ucrania-OTAN -aunque por motivos estratégicos y tecnicismos, la alianza atlántica no haya entrado visiblemente al terreno ucraniano con soldados- es un conflicto prolongado por el control de esferas de influencia, de cinturones de seguridad, por el control de recursos naturales y de rutas mercatorias -principalmente monetarias y energéticas- que se manifiesta en una atropellante invasión de una nación con derecho a ser, existir y a afirmar su soberanía territorial e independencia política.

Si se permite la digresión, ningún independentista que conozca favorece la ocupación militar, ni la agresión bélica contra los derechos humanos de una nación, ni los derechos individuales de sus habitantes. La guerra entre Estados sólo se justifica por el principio de la autodefensa. Que sepamos, Ucrania no ha atacado, ni puesto en peligro a Rusia, nadie está tan loco. En el caso de Puerto Rico habiendo sido, primero bombardeados y luego invadidos por los Estados Unidos, y retenidos como colonia por casi siglo y cuarto, no debe haber un sólo independentista, ni puertorriqueño que no repudie la barbarie de Putin. No hablo de que esta sea una guerra del noble pueblo ruso, pues éste sufre las tropelías e injurias continuas de Putin, y las de un sistema oligárquico mafioso y ultra capitalista, que lo hace puntero junto con China en la empresa mundial neoliberal. Por supuesto que Estados Unidos y su G-7 resienten a esa mafia con esteroides, que se va articulando como bloque hacia un mundo cada vez más bipolar donde Estados Unidos, su competidor, es todavía un país hegemónico, pero no tanto como hace veinte o veinticinco años.

Ucrania -que tiene la desgracia de haber pasado del control ruso al control estadounidense hace ya dos décadas- se ha convertido en el campo de batalla de una invasión militar física. Recordemos que -salvo cálculos grotescos como el de Afganistán donde ambos, primero la antigua Unión Soviética y Estados Unidos, se hundieron por décadas hasta agosto del 2021- las grandes potencias se especializan en ir a pelear las guerras en la casa y los patios de otra gente, quienes sufren la destrucción y terminan comprando los medios para su defensa, porque se convierten en adictos a su seguridad armada; tienen que pagar por la reconstrucción y por la restauración -en lo que se pueda- de la salud mental y física de sus sobrevivientes, y de sus economías, quedando siempre en peor situación cuando el humo de las bombas se disipa.

Homenaje al pueblo ucraniano si logra resistir la invasión y homenaje al pueblo ruso que hoy enfrenta la represión y la cárcel por protestar en las calles contra Putin y su abusiva guerra. Se me dirá que Putin -amigo y espejo-reflejo de su fanático y apoyador Trump- resiente el acordonamiento que la OTAN le está haciendo a Rusia utilizando a Ucrania como balón. Esto que sin duda es cierto, pero nunca servirá para justificar elevar la guerra a la invasión armada. Nadie se engañe con la visión de mundo de Putin, quien procede de las tiendas de George Bush, fue como él espía, represor, facilitador de la violación de derechos humanos, desestabilizador de gobiernos y agente de la KGB, el equivalente soviético de la CIA. Putin es un traficante con la muerte, responsable del envenenamiento de sus adversarios con sustancias radiactivas -no olvidemos a Navalny, sobreviviente y ahora preso- que ha sacado a los ejércitos rusos de vuelta a sus andanzas centenarias transfronterizas. Tampoco olvidemos a Hungría en el 1956, ni a Checoslovaquia en el 1968 atenazadas, ni sus ansias de libertad reprimidas por los tanques del extinto Pacto de Varsovia, contraparte de la OTAN. Para Putin Ucrania es el pretexto. Cierto es que Ucrania es una neocolonia de Estados Unifos controlada por su mercado-gobierno. Para muestra un botón: Tuvo a Natalie Jaresko como Ministra de Finanzas, negociadora de su deuda y metida en telecomunicaciones, antes de trasladarse a Puerto Rico.

Ojalá que con esta mirada estadounidense al aplastamiento de la soberanía e independencia ucraniana, pueda abrírsele la conciencia al Congreso de los Estados Unidos de lo que le hace y ha hecho a Puerto Rico, para que se anime a ponerle fin al delito del colonialismo. Ojalá que Doña Natalie llegue a entender lo que la Junta de Supervisión Fiscal que dirige le ha hecho opresivamente a Puerto Rico por las próximas tres décadas, como resultado de una guerra de conquista. La Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana fruto de ambiciones imperiales, esa tragedia donde los puertorriqueños resultamos invadidos, cuando ya España que había reconocido la autonomía de Puerto Rico, había perdido sus flotas Atlántica y Pacífica en una guerra a punto de terminar.

Mi solidaridad con el Pueblo ucraniano, que una vez más sintió y siente cada día el bombardeo que sentimos los puertorriqueños en el Viejo San Juan el 12 de mayo de 1898, junto a la entrada por Fajardo y Guánica que siguieron. Quiera Dios que su destino no sea similar al de la nación puertorriqueña. La paz, la dignidad y la libertad sean con la nación ucraniana y con el mundo.

El autor es abogado, exrepresentante y excandidato a comisionado residente por el Partido Independentista Puertorriqueño. Posee un bachillerato en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico y un Juris Doctor de la Facultad de Derecho de la misma institución. Tiene además un doctorado de la Universidad del País Vasco (2016).