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Opiniones

El reto de la respuesta

La Editora en Jefe de Noticel se expresa sobre procesos de recuperación que nunca han avanzado y lo que se espera de la primera gran emergencia del gobernador Pedro Pierluisi.

El gobernador Pedro Pierluisi en su segunda conferencia de prensa sobre el paso de la tormenta tropical Fiona por la Isla.
Foto: Juan R. Costa / NotiCel

Cuando aún no tocaba suelo el huracán Fiona- es más, cuando aún era tormenta tropical-, la gente en medio de un desespero reflejo de pasadas experiencias, clamaba ya por respuestas.

Cuándo esto, cuándo aquello, cuándo lo otro.

Y aunque muchos en las redes sociales criticaban esas preguntas, aún en la emergencia, esas preguntas se justifican. Son válidas y tienen explicación.

Eso no quiere decir que el pueblo no sea solidario con los servidores públicos y privados que tienen que dejarlo todo atrás para atender la emergencia. Eso es valioso, se aplaude y muchos oramos por esa gente sacrificada. Las insistentes preguntas son reflejo de un pueblo que está agobiado de tanta complicación y que pese a que esta se debe a una de la Naturaleza, ya asume que la respuesta será como en otras ocasiones: lenta, tardía, chapucera y dolorosa.

Al gobernador Pedro Pierluisi Urrutia le llegó una prueba importante. Esto no fue María, pero la gente no puede evitar recordarlo.

Lo recuerdan los alcaldes, con sus señalamientos a FEMA, a COR3, al gobierno federal y porque aún luchan por recuperar algo de lo invertido, a cinco años de María. Y se me ocurre pensar en el puente temporero de Utuado, que colapsó ayer. El mismo que cayó en el 2017. Era un puente tem-po-re-ro. Pero como ocurre tantas veces en Puerto Rico, lo temporero se convierte en permanente hasta que vuelve a crear crisis.

Lo recuerdan los ciudadanos cuyas necesidades nunca fueron bien atendidas por FEMA ni aún siendo meritorias. Y pienso en un barrio en Comerío a cuyos residentes desde María le prometieron reubicación por vivir en zona inundable. El sábado los vecinos volvían a dejar sus pertenencias, resignados, y algunos llorando, porque bendito Cristo, Fema aún nada.

Los recuerda FEMA, que hace una semana, tardíamente, pidió que se sentaran ya todos en una mesa, en la primera expresión pública de semi-hartazgo en cinco años.

El asunto de la energía eléctrica es otra cosa. A esa ya deberíamos acostumbrarnos, dirían unos, menos todos. La experiencia nunca ha sido buena ni siquiera en tiempos normales y oye, pasó un huracán. Eso lo tenemos claros.

Pero alguien puede explicar ¿por qué razón ni el mejor y más respetuoso portavoz que ha tenido LUMA, que es Abner Gómez, ha podido dar un número cierto sobre el personal que se tiene para atender la emergencia? Es como un inexplicable secreto de estado que levanta una nueva bandera sobre su idoneidad para manejar nuestro complejo sistema del que todos se burlan llamándole "robusto" por aquello de que como puertorriqueños a veces preferimos el sarcasmo a sufrir la verdad.

En LUMA existe como un template institucional para siempre decir que "los más de 3,000 trabajadores están comprometidos". La pregunta es cuántos van a trepar postes y a arreglar averías, cuando se pueda y sea seguro. No es culpa de ningún empleado de LUMA esto. Es responsabilidad de la gerencia despejar esas dudas. Y es injusto que se trate como morones inexcusables a los que tienen esa pregunta.

Hay una desconexión absurda entre la idiosincracia comunicacional de LUMA- o de Quantas- y la idiosincracia comunicacional de Puerto Rico.Y no son changuerías. Tampoco son patriotismos. No saben comunicarnos desde donde sea que le preparen este ofensivo template.

Ahora bien, tampoco es tiempo de decir que esto es un desastre de respuesta porque a la hora que usted lea estas líneas aún estaremos en emergencia. Y a juzgar por las conferencias de prensa en el Negociado de Manejo de Emergencias (NMEAD), tengo que decir que hubo coordinación, que alcalde que se entrevistaba en los medios era alcalde que había tenido comunicación directa con el Gobernador, con LUMA, con Nino Correa- con menos créditos universitarios pero con sello permanente de paz- y con los directores de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados.

Hubo sensación de que se hablaba con datos, y que el Gobernador y su equipo resistieron la tentación del espectáculo y de la histeria de la que echan mano muchas administraciones pretendiendo que su gente olvide algunas tribulaciones. La verdad es hija de Dios.

Ojo a un dato: la ausencia del general José Reyes en esas conferencias resultan cuestionables. Tienen una orden ejecutiva encima y la respuesta no puede ser que un funcionario de alta respetabilidad esté fuera de escena. Abona a lo que se comenta sobre que no es bien aceptado en la administración y que ha sido silenciado desde la pandemia. Hay que proyectarlo. Anoche salvando vidas y nadie diciendo nada.

Ahora está en manos del Gobernador y de su equipo que la respuesta sea más rápida que la que él no ha podido controlar antes de desastres que no cayeron en su mandato. Asegurar sin paños tibios, ni defensa, ni muchísimas oportunidades que se haga el trabajo ágilmente, que no se permita el rollo de la burocracia- o el red tape- más allá del cumplimiento reglamentario. Que haya movimiento y respuesta con los alcaldes, que en cada emergencia son la primera línea de respuesta.

Y por supuesto, que las ayudas de organizaciones en y fuera de Puerto Rico sean manejados sin su intervención. Los necesitamos enfocados en la recuperación. Después de María y de los terremotos, ya nadie está para oportunistas fotos compasivas.

Aquí hubo gente que se fue de la isla tan pronto se anunció tormenta, porque es gente que ha renunciado a creer en la respuesta de su gobierno. Mejor dicho, los obligaron a renunciar.

¡En sus manos está!

Egresada de la Universidad de Puerto Rico. Periodista con 23 años de experiencia en los medios de comunicación. Mamá de Manu, portavoz de la adopción de niños grandes y creadora de #primerizayqué