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Sólido primer concierto de temporada de la Orquesta Sinfónica

Anoche pudimos disfrutar del primer concierto estelar de la temporada 2016-17 de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. Un sólido programa enmarcó un espectáculo que incluyó piezas musicales de los compositores rusos Pyetor Ilyich Tchaikovsky y Dimitri Shostakovik.

Anoche pudimos disfrutar del primer concierto estelar de la temporada 2016-17 de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. Un sólido programa enmarcó un espectáculo que incluyó piezas musicales de los compositores rusos Pyetor Ilyich Tchaikovsky y Dimitri Shostakovik.

La dirección estuvo a cargo de Maximiano Valdés y contó con la pianista Joyce Yang como invitada especial. Sirvió este concierto también para presentar al nuevo concertino interino de la orquesta, Omar Velázquez, a quien sus colegas y el público recibieron muy cálidamente.

Toda la música del programa puede ser considerada como perteneciente al período romántico, pues, aunque Shostakovik compuso su obra en el siglo 20, la pieza tocada esta noche, la Sinfonía no. 11 en Sol menor, está claramente matizada por el estilo de Mussorgski, lo que la ubica con claridad en el estilo romántico nacionalista ruso, aunque se halle fuera de este tiempo.

Este hecho es lo que le brinda cohesión al programa, pues, siendo Tchaikovski el romántico ruso por excelencia, hace sentido describir el programa del concierto como uno del romanticismo.

El programa abrió con dos piezas de baile de Tchaikovsky, el vals y la polonesa de la ópera Eugene Oneguin. Tchaikovski fue el mas famoso compositor de ballets de la época, así que no es de extrañar que incluyera bailes en su ópera. Fueron dos piezas interpretadas maravillosamente.

Ambos bailes sirvieron para, de entrada levantar el espíritu de los presentes. El ritmo fue el elemento mas llamativo y el director logró que su orquesta lo llevara a cabo con entusiasmo.

Acto seguido, hizo su presencia la pianista Joyce Yang que, a sus apenas trenta años, ha tocado estelarmente con importantes orquestas como las filármónicas de Nueva York y Londres, y ha sido dirigida por insignes directores como James Conlon y Leonard Slatkin, entre otros.

Yangtambién ha sido solista en salas de renombre como el Lincoln Center de Nueva York y el Kennedy Center de Washington. La señorita Yang enamoró a los presentes con su impecable interpretación del concierto para piano en Si bemol menor de Tchaikovski.

La primera parte del concierto comenzó con reminiscencias del famoso vals del Lago de los Cisnes, para luego proseguir con una pieza donde se pudieron identificar pinceladas románticas fusionándose con música folklórica. El segundo movimiento tuvo como punto cumbre una intensa melodía de piano, con las cuerdas graves proveyendoarmonía.

Fue entonces el momento de gloria de los violonchelos y los contrabajos. Fue agradable que la señorita Yang, siendo la protagonista, permitiese que los otros miembros de la orquesta pudiesen lucirse.

Su intervención culminó con el tercer movimiento, en donde se tomaron prestados elementos del barroco en un tema triunfal donde la señoorita Yang no solo demostró ser una virtuosa del piano, sino poseer un dominio escénico magnífico que permitió cerrar los ojos a los asistentes, pues al impacto de su música ha de añadirse la presencia de su persona. Al final, nos obsequió un 'encore' de una danza gaucha compuesta por Ginastera.

La segunda parte del concierto fue la Sinfonía no. 11 en Sol menor de Shostakovik. Compuesta en 1955, fue creada en commemoración a la revolución rusa de 1905. De ahí surge el título del programa, '1905, violento despertar'. Sus cuatro movimientos narran diferentes episodios de la revolución rusa.

El primer movimiento es sobrio, y su música sirve como presagio al evento mayor que se da en el segundo movimiento, el cual describe el domingo sangriento. La orquesta logró un trabajo excepcional describiendo musicalmente las exigencias de los revolucionarios y los subsecuentes actos de violencia por parte del gobierno, hasta producir un silencio que pudo evocar miedo.

El tercer movimiento fue una marcha fúnebre que culminó en el cuarto movimiento, un ritmo de marcha, evocando violencia y llegando a su clímax en lo que se pudiese describir como un duelo entre los clarinetes y el resto de la orquesta.

Toda la sinfonía fue ejecutada impecablemente por nuestra orquesta sinfónica. Si este primer concierto es una muestra de lo que recibiremos el resto de la temporada, auguro que estará repleta de conciertos memorables.

(NotiCel/Archivo)
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