Hoy Día del Padre, como en muchos otros días, medito sobre el rol de mi padre, Don Tomás Ramírez Allende, en nuestra formación, y el legado de su ejemplo como hijo, hermano, padre, tío, sobrino, primo, abuelo, líder comunitario, empresario, y artista ebanista, en nuestra familia y la comunidad. Como todo ser humano, es imperfecto, y aprendió de sus errores para convertirse en un mejor padre y una mejor persona.

Cursó hasta escuela superior, trabajó desde los 15 años en diversas industrias y dominaba varios oficios con excelencia. Le encantaba la lectura, fue autodidacta y estudió profundamente diversos temas, incluyendo parapsicología y plantas medicinales. Perteneció a la Orden Rosacruz y muchos de sus clientes se convirtieron en sus amigos y se visitaban repetidamente para debatir sobre diversos temas. Hoy, a sus 89 años, camina un poco lento, y continúa educándonos.

Abuelo Pumpa, como le llaman sus nietos y biznietos, ocupó muchos roles en su familia, y participó activamente en el desarrollo de sus hermanos, primos, hijos, y nietos. Su padre, sufrió una enfermedad discapacitante muy joven, y desde pequeño, Don Tomás y sus hermanos trabajaron para apoyar a su mamá y al sustento de la familia.

Como padre, fue un maestro continuo, buen proveedor, altamente responsable, protector, confiable y ha estado presente en las buenas y en las malas. Tomás Alberto, uno de sus nietos dice; “si había algo que no podíamos resolver, llamábamos a Abuelo Pumpa, y él siempre tenía alguna solución”.

Para nuestra familia los valores de la educación, el amor por la naturaleza, el compromiso con la calidad, y el respeto a los mayores son parte de la cultura que Don Tomás y mi madre, Doña Hilda, nos inculcaron. Sacrificaron muchas cosas materiales para que completáramos la universidad. Estudié farmacia, y dos de sus hijos y varios nietos eligieron ser maestros en el sistema público, transmitiendo estos valores a sus hijos y estudiantes.

Don Tomás, es compasivo y agradecido, y está pendiente para apoyar, sin que nadie se entere, a sus amigos, vecinos y familiares con alguna necesidad, ya sea que estén en Puerto Rico o en Estados Unidos.

Es creyente en la inclusión y, aunque estudió y practicó los principios Espírita, apoyó consistentemente a los lideres religiosos y comunitarios en las iglesias Católica, Discípulos de Cristo y Pentecostal, quienes frecuentaban nuestra casa para tomarse un café y dialogar con él.

Como empresario, fue reconocido entre los mejores artistas de la madera en Puerto Rico. Por 50 años, operó su taller, creó empleos en la comunidad, y enseñó a otros el arte de la ebanistería fina. Trabajó con maderas nobles, en proyectos grandes y pequeños, que aún perduran en residencias y empresas prominentes. Algunos de sus muebles fueron exportados a otros destinos. Hoy, dos de sus nietos continúan la tradición del Taller Ramírez.

Vivió las limitaciones del Puerto Rico del 1930 al 1950, y nos enseñó a planificar para lo imprevisto. Practicaba la agricultura casera y lo observamos manejar efectivamente diversas emergencias, huracanes, sequías, crisis energéticas, y depresiones económicas, enfocándose en la seguridad, el servicio, y la calidad de su trabajo.

La mejor demostración de sus valores y su calidad humana fue cuando se agudizó la enfermedad de Doña Hilda, y se dedicó a darle la mejor calidad de vida posible con el apoyo de sus hijos y nietos. Con sus destrezas, modificó varias facilidades de su casa para acomodar sus nuevas necesidades especiales y la acompañó hasta su transición, permitiéndole despedirse de nosotros con una sonrisa.

Estos valores y enseñanzas fundamentan la cultura que impulsamos en el Combate Beach Resort en Cabo Rojo, el cual operamos desde hace 12 años, junto a nuestros empleados, la familia extendida. Este proyecto les ha permitido a mis hijos Xavier, Tomás, y María desarrollarse con excelencia en varios campos de la administración y la hospitalidad y me permite contribuir en la industria turística, mientras comparto con mis nietas Camila Andrea y Mia Ivelisse, quienes nacieron mientras sus padres vivían en el hotel.

Nuestros empleados son la clave en el éxito de nuestro proyecto, y ocasionalmente llevan a sus niños al trabajo. Como equipo, hemos enfrentado los efectos de los Huracanes Irma y María, el terremoto del 2020, la pandemia, y ahora, la crisis energética.

La sabiduría y los principios de Don Tomás Ramírez Allende nos han guiado a través del camino para crecer de 18 habitaciones en el 2010, a 44 habitaciones, un restaurante, y áreas recreativas en el 2022; y ganarnos la confianza de nuestros huéspedes, empleados y colegas comerciantes para continuar mejorando nuestro producto hasta convertirnos en una de las hospederías más premiadas en Puerto Rico.

Hoy celebramos el rol como padre de Don Tomás, un puertorriqueño real, cuyo legado continúa extendiéndose a través de sus hijos, nietos y biznietos.

Tomás Ramírez es presidente del parador Combate Beach Resort.

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Hoy celebramos el Día del Padre. NotiCel ha procurado para sus lectores las experiencias de un grupo de hijos y padres, figuras públicas, plasmadas en un grupo de columnas que publicarán durante todo el día. Felicitaciones a todos.