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SAN JUAN WEATHER
Opiniones

Quo vadis Puerto Rico o ¿Hacer o dejar de ser?

Columna de opinión del abogado y exlegislador independentista Víctor García San Inocencio.

Víctor García San Inocencio
Foto: Juan R. Costa

I - ¿Cómo llegamos aquí?

La mentira y el acto normalizado de tejerla y promoverla tiene un papel principal en la degeneración de la política. Habría que decir que lo tiene también en el deterioro de los principios de la convivencia y de lo que una vez añoramos fuese la vida en sociedad. Quisimos creer ---albergamos todavía la esperanza--- que la búsqueda del Bien Común era común y natural en las personas de carne de hueso y que seres humanos racionales y sensibles éramos capaces de promover valores superiores que poblaran de significado y trascendencia la vida.

Convocados así, por un alegórico contrato social, nos catapultamos a la modernidad hace ya tres siglos, con la visión de que la Humanidad, las sociedades y el espíritu humano progresan y que son impelidas a hacerlo por causa de este emprendimiento común, por el cual sus integrantes también progresamos. Un florentino adelantado del siglo XV, Pico della Mirandola, nos había regalado un manifiesto, la Oratio de hominis dignitate, inspiradora esencia del llamado humanismo renacentista.

Siglos antes, muchos pensadores desde la antigüedad, particularmente algunos doctores de la Iglesia, habían desarrollado una huella honda en ese espacio donde nacería con fuerza extraordinaria el ciudadano con su atributo de individualidad y su identidad cristalizada en la colectividad social. La síntesis de estas visiones contrapuso a ese sujeto súbdito frente a la figura del monarca o del Estado. Dos siglos todavía más convulsos tendrían que transcurrir desde la Oratio del conde de la Mirandola y Secchia, y una evolución dramática en las ideas, para que el Racionalismo y el Mecanicismo nos hiciera concebir al gobierno como una máquina y a sus constituciones como el plano donde se diseña su funcionamiento y devenir.

La suma de fenómenos, fenomenológicamente hablando y no es redundancia, que convergen en la Política, y su enlace ideal con la felicidad de las gentes y de los pueblos en la búsqueda pacífica del BIen Común; los derechos humanos y el control de los abusos de poder y la distribución de los poderes, todos dimanantes del Pueblo, nos trae a la aspiración presente de dignidad plena, justicia y equidad entre los seres humanos, sin exclusión alguna.

II - Por dónde andamos

Habría que decir que esta visión de la Política y de la política con minúsculas ---la dicotomía no debiera existir--- ha sido corrompida brutalmente por quienes de corazón no creen en la igualdad, la dignidad, ni tampoco, en la universalidad y reciprocidad de los derechos humanos, sino que por el contrario, promueven la visión de que tiene derecho a mandar el más fuerte, quien más tenga y más controle. Si al final del camino hay justicia, esta sería del tipo económico, de la que llega hasta los estamentos más abajo, escurriéndose por la ladera de la abundancia. En esta visión ilusoria o falsaria, pero elitista del mundo, importa poco que los trabajadores apenas sobrevivan la quincena, o que los que nunca consiguen trabajo, vivan en la pobreza; o que el sistema fiscal premie a los súper-ricos con más privilegios, créditos y ganancias, mientras arroja migajas a la inmensa mayoría de la gente. Un estudio publicado recientemente por la OXFAM confirmó que dos terceras partes de la nueva riqueza generada en los pasados dos años en el mundo fue a parar a manos del 1% más rico.

Con las economías mundiales debilitadas por los estragos de la pandemia; la inflación galopante y la recesión persistente, y con las defensas comunes o colectivas devastadas del ecosistema político por los intereses económicos, el futuro no pinta bien para miles de millones de seres humanos. Menos aún para quienes habitamos una colonia con una recesión económica de 16 años de duración; una Junta de Supervisión Fiscal que ha hipotecado los próximos treinta o cuarenta años con una deuda que se tornará impagable; y un desgobierno que administra mal y que no gestiona adecuadamente las transferencias del Tesoro estadounidense que a manera de compensación llegan a Puerto Rico.

Esta última frase se queda muy corta, pues es peor, el gobierno bipartita de Puerto Rico derrocha ese dinero en contratos donde el capital retorna en puerta giratoria a Estados Unidos, pues son compañías de aquel país quienes más extraen de esas transferencias. Lo que se queda aquí va a manos, salvo honrosas excepciones, de amigos del alma, contribuyentes políticos y élites con licencia de impunidad para hacer y realizar a su manera sus "obras" atirantadas.

El delirio alucinante de algunos participantes de la política, permite ver cómo por ejemplo en el caso de la Autoridad de Energía Eléctrica y su privatización, reniegan de todo lo prometido, lo auto reglamentado programáticamente e investigado; para repetir la historia de horror de la privatización de la distribución y transmisión eléctrica ---caso LUMA--- ampliándolo a la generación eléctrica. Guacamayos amaestrados rojos y azules, como en un anuncio político contra la bipartidocracia alternante de hace veinte años, hablando al unísono coordinadamente, para seguir apuñalando hasta a sus propios electores. Nos recuerda al gobernador fugitivo del 2019, quien se ufanaba de cojer de p......jos a los mismos suyos. No en balde Benny, un jíbaro aguzao de Otoao, dice con algo de sorna: "Quien se deje coger así, es porque quiere que lo cojan así".

Después se preguntan en el liderato de ese partido rojiazul de dos cabezas, promotores de la impunidad atirantada, porque siguen perdiendo cada mes miles y miles de electores. No me extrañaría que en la próxima contienda eleccionaria la mayoría del país decida castigarlos con sus votos, y hacer asopao de guacamayos.

III - ¿Cómo fue que llegamos a esta degeneración de la Política?

Esta pregunta en el caso de Puerto Rico, está mal formulada, pues aquí, desde la invasión militar hace ciento veinticinco años, el capital y los intereses financieros estadounidenses que la promovieron cuando la guerra Hispanoamérica estaba acabándose y a España sólo le quedaba rendirse, traía la degeneración de la mentira y la avaricia por bandera, por más que el general Miles proclamará que venían a liberarnos y a civilizarnos. Cuando esos intereses comerciales y financieros decidieron llevarse a Puerto Rico de ñapa ---- sabían lo que hacían--- portaban la degenaración de la política de un imperio expansionista que abandonó todo su ideario independentista de la revolución de 1776, para engullir a manos llenas naciones originarias, pueblos, territorios y lo que tuvieran delante. Las puercas de su arrasamiento le dan la vuelta al mundo, siendo policía de sus intereses con bases militares en cerca de un centenar de países y otras secretas, con guerras abiertas no provocadas y otras secretas, o a larga distancia. A nadie extrañe que su política haya producido engendros contemporáneos como Richard Nixon, los presidentes Bushes, Billl Clinton o Donald Trump ---y ya mismo Joe Biden--- que han sido veneno para ese país y para el orbe, incluido el rabo colonial territorial de Puerto Rico.

La verdad tiene muy poco que buscar en aquella comarca política y en su colonia caribeña. Mientras tanto, los políticos coloniales que maquillan eufóricamente los estragos del colonialismo con el "lo mejor de dos mundos" y el "¿Qué nos haríamos sin ella?", pugnan por el primer puesto en la mitomanía. El frenesí es tal, que precisamente para tratar de mantenerse en el control del tráfico de influencias en Puerto Rico y como choferes del Gran Capital ---Neruda se refirió a Muñoz Marín como chofer de whiskey norteamericano--- se escudan detrás de una presunta estadidad que cabildean con fondos públicos allá provocando risas y la lástima de muchos, mientras sus gemelos separados al nacer abogan por un ELA que no existe, ni cabe, y que ha sido desmentido y decertificado por las tres ramas constitucionales del país.

El hábito guacamayo de parlotear mintiendo continuamente, logra el empate técnico necesario para que el sainete de la mentira y la dependencia se agrande. Así escuchamos reescrituras de los incidentes políticos del país como aquella de quienes dicen que el Pacto Colberg-Viera del 1981 fue obra del señor Jarabo y del señor Granados, o la fábula de que Muñoz Marín era estadista, o las historietas de probidad de seudolíderes del país colonial elevados a una especie de santoral sobre el cual se reescriben, incluso sobre la tinta fresca creando mogollones incoherentes, la triste crónica de un sistema degenerado por el tráfico de influencias y de otros similarmente perversos.

La apoteosis de este mienteverso ---no metaverso--- monumental la consigue esta síntesis de identidad "pragmática" y oportunista en la que dos fatigados boxeadores se abrazan para descansar, mientras simulan que sigue la pelea, aprestándose a urdir nuevas verdades alternas y a continuar la simulación del pugilato abrazados en un febril bolero, con tal de quedarse con el cuadrilátero y que no den por terminada la falsa pugna.

Que no me malentiendan algunos amigos. Claro está que hay líderes que tienen o albergan buenas intenciones, quienes desgraciadamente se deslizan y son tragados por el embudo de la continuidad colonial. Por eso es común que se diga que el presidente del PNP es estadolibrista o que se señale a que hay líderes populares estadoístas. En esa liga es fácil que ellos se confundan. Es la liga de los abrazos tiernos.

Pero esta "liga de los abrazos tiernos" controla Fortaleza y la Rama Ejecutiva, junto a la mayoría en ascuas en la Cámara de Representantes, y por consiguiente tiene el control nominal del gobierno. Sin embargo, cuál gobierno... ¿El de la Junta de Supervisión Fiscal y sus carteles de compañías como LUMA? Es triste que la devastación siquiera del último átomo de voluntad para mandarse el gobierno a sí mismo, se desintegre por la genuflexa actitud de los llamados a ser líderes, cuya pregunta única es: ¿Dónde me postro, en qué lugar quieres que me arrodille cerca de ti?

Estoy seguro, que cada vez está más claro en la mente de un número considerablemente más grande, que empeñar un voto en esa dupleta rojiazul por cualquiera de sus dos componentes, podría ser un acto tan degenerado, como la propia degeneración que ha sufrido la política atirantada puertorriqueña.

IV - ¿Qué hacer?

Hay que trabajar, educarnos y formar mucho más. Hay que trabajar en todos los niveles, desde la familia, el vecindario y la comunidad en concienciar y explicarle a las personas cómo lo que parece gratis ha salido muy caro y saldrá todavía más caro. Hay que exponer e invitar a pensar a las personas cómo el hechos de cada tres puertorriqueños no viven ya en Puerto Rico, o que la mitad o más de la familia haya sido forzada a marcharse por la degeneración política, económica y social del país y la falta de oportunidades, está íntimamente ligado a la incompetencia generalizada de las administraciones y al servicio casi exclusivo de los intereses extranjeros o de amigos del alma locales.

Hay que sembrar esperanza con fundamento, con acción, con planes que surjan de la discusión de las personas en todos los niveles y de diálogos generosos.

Hay que crear conciencia que de una fosa que se ha tardado tanto en cavar sólo se puede salir paulatinamente con grandes dosis de esfuerzo, paciencia, concertación y derribando barreras o fronteras que creíamos inamovibles, porque lo han sido por demasiado tiempo, tanto, que se nos ha entumecido el ingenio y hasta la voluntad para removerlas.

Hay que explicar la madeja que nos enreda en términos comprensibles, sin obviar sus complejidades y trazar planes y diseño acordes con los intereses del país.

Hay que crear conciencia de las fuerzas del mercado que atenazan no sólo a Puerto Rico sino a tantos otros pueblos del mundo, fuerzas que estrangulan la aspiración democrática y los derechos humanos; fuerzas que se lucran mientras siembran inequidad, desigualdades, corrupciones e injusticia.

Hay que alertar también sobre los peligros que tiene el atosigamiento de Ficciones y falsedades convertidas en verdades oficiales y mercatorias.

Debemos al mimos tiempo que procuramos adelantar lo enumerado cultivar el compromiso por el Bien Común, el cuidado del medioambiente, la empatía con todas las personas y el abrazo hermanado con quienes o no saben lo que hacen, o no entienden lo que hacen, o aún a quienes no les importan las consecuencias de sus actos y omisiones.

Cada pasajero de esta guagua o embarcación que es Puerto Rico es responsable de la misma. Ahora más que nunca las vacaciones, los retiros y el confort están suspendidos.

Hubo un puertorriqueño de corazón enorme, tantas veces vejado, perseguido y difamado, que sólo el correr de las décadas, ha venido a darle mayor lustre y razón a lo que vio, denunció, anticipó y vislumbró. Que Don Pedro, nos haya advertido que los pueblos o se redimen o se degeneran y destruyen; y que la Patria es valor y sacrificio, es quizás el la síntesis y el consejo más esclarecedor de su legado. ¿Tú quien lees este artículo, crees en el valor y el sacrificio "anticuados", o, te abrazas a la conveniente cobardía, a la indolencia o al confort? Nunca antes fue más clara la respuesta correcta. En el fondo de tu conciencia lo sabes. Hay que actuar y hacer, para no dejar de ser.

El autor es abogado, exrepresentante y excandidato a comisionado residente por el Partido Independentista Puertorriqueño. Posee un bachillerato en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico y un Juris Doctor de la Facultad de Derecho de la misma institución. Tiene además un doctorado de la Universidad del País Vasco (2016).