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Junta Fiscal

La Venta del Quemazón en la AEE

Hay que hacer historia sobre la AEE para entender.

Es inminente que la Asamblea Legislativa se plegue una vez más a los intereses económicos que salivan por la privatización de la Autoridad de Energía Electrica (AEE). Con la prestación de su consentimiento mediante la ley privatizadora se alinearán como soldaditos de plomo a la Ley PROMESA, a la Junta de Control Fiscal y a los poderosos cabilderos que en el Congreso tienen a su propio obispo (en ingles) y que se echan por el bolsillo a otros congresistas estrategicos.

Por otro lado, el asunto de la electricidad y de la venta de la AEE es en sí mismo electrocutante. Aquí hay que detenerse a examinarlo con cautela para precisar los conceptos, definir los terminos y tener una conversación como país con lo que no hay: calma, rendición de cuentas, participación y transparencia. Estas últimas han sido proscritas por razones evidentes y por otras razones desconocidas u ocultas.

Tal parece que la Asamblea Legislativa no tiene conciencia de que está cediendo y desmántelando con esta venta. Pareciese que una conciencia culpable por los manoseos y explotación partidista de la AEE los lleva a acelerar el operativo matarife.

El monopolio natural de la generación, transmisión, y distribución de la electricidad en un mercado-isla de tamaño adecuado nunca quebrará. Puede entrar en aprietos, falta de liquidez u otro tipo de problemas coyunturales, pero no quebrar. Sólo cuando se le utiliza como vaquita lechera durante muchas administraciones consecutivas para la contratadera masiva privada, Ese monopolio natural comienza a debilitarse. Si a esa ola privatizadora en rebanadas, que suele ser un proceso erosionante de años, se le añade la utilización de la corporación pública como alcancía bipartita para financiar campañas, o como lugar de batateo partidista; si se dilapida obscenamente por decadas, solo así, se puede llevar a quebrar a un monopolio natural en una isla con un mercado de tamaño y consumo adecuado.

Este proceso involutivo administrativo y financiero viene pasando en la AEE desde hace más de treinta años. El 'subsi-dedo', la inflación contractual, la inflación de precios de bienes y servicios adquiridos, los tratamientos preferenciales, la contratación externa a expensas del recurso interno, las trampas petroleras, la facturación truquera, todo ello, cada serruchazo, acabaron por debilitar el palo.

Cada privatización fulminante y total, máxime si está hecha a la carrera, que se haga en Puerto Rico debe ser vista, cuanto menos, como un acto ingenuo de enterramiento, hasta que de facto termine siendo un acto de encubrimiento. Sucede en este caso lo mismo que en la inaudita deuda inauditada; la intención es no dejar expuesta la barbarie, ni escarbar para que no surja posible evidencia.

En el caso de la AEE, los gobiernos dilapidadores no quisieron tener en cuenta hechos dramáticos de la historia misma de la AEE que le hubiesen despertado sino la conciencia, el halón del freno a cualquiera:

1) Antes de 1945, la electricidad en Puerto Rico se producía y distribuía por cinco compañías privadas y el servicio apenas llegaba a una parte minúscula de la población y de la geografía. No era rentable para las compañías invertir en las instalaciones para llevar la electricidad a zonas menos cercanas. Por eso la electricidad tardó medio siglo más de la cuenta en llegar a la inmensa mayoría de los hogares puertorriqueños y de la geografía, lo que eventualmente propició la industrialización del país.

2) El último de los gobernadores estadounidenses, Rexford G. Tugwell, abrió camino para privatizar la distribución limitada y deficiente planteándose como estrategia de desarrollo social y económico, la electrificación del país y llevar electricidad a las ciudades pobladas y rentables, y llevarla tambien a lugares a donde nunca sería distribuida por ser muy cara la inversión y casi imposible obtener el rendimiento suficiente para siquiera pagar la inversión.

3) La Autoridad de las Fuentes Fluviales fue creada en 1945 como un monopolio natural público para administrar el reparto social del sistema de riego y la producción, transmisión y distribución de la electricidad. No fue creada para producir y distribuir electricidad a base de un precio para generar ganancia privada.

4) La ley de la AFF, hoy AEE, que están a punto de descuartizar en la casa de las leyes, reconoció un derecho de acceso al servicio electrico a cada comunidad del pueblo puertorriqueño. Por supuesto, que había que pagarla, nunca fue gratuita y por supuesto que habría que esperar. Pero es claro, que se creó un derecho a que hubiese una justa infraestructura de producción y distribución que permitiese llevar la electricidad a campos, barrios, parcelas, a la ruralía y a todas las ciudades independientemente de lo que hiciese falta invertir o de cuánto tiempo tomase. Incluyó tambien la participación del gobierno como propietario único en el desarrollo de las fuentes energeticas presentes al 1945 y en lo futuro. Dio además, al gobierno de nuestra isla facultad absoluta a crear un sistema redundante que no podía ser reforzado desde otros lugares.

5) En cuestión de treinta años la adquisición de las cinco compañías electricas y el nuevo monopolio energetico público, permitieron cumplir con los objetivos de desarrollo social y económico planteados desde el 1945.

6) Desde la decada de los años setenta, la corporación pública orgullo de Puerto Rico, la AEE, ha sido destasajada por el sector privado y hoy día está muy debil, lo que no significa que deba sacrificarse en el matadero neoliberal, pues vale mucho, muchísimo, como instrumento de inversión para seguir adelantando el desarrollo social y económico de Puerto Rico entero, y no el bolsillo de inversionistas o de acreedores que vieron el valor de sus bonos desinflarse y podrían querer ofrecerlos a precio inflado como parte de una transacción. Veremos si el gobierno a son de liquidación se presta para consentir a esta gran rebaja.

La pregunta que se cae de la mata es ¿por que si está tan quebrada la AEE, y para que, hay interesados en comprarla?

Veamos algunos elementos que mandatarían a que no se venda la AEE:

1) Su condición de monopolio natural.

2) Su condición de garantizador del derecho de acceso a la electricidad.

3) Su sujeción al control público, a la búsqueda del Bien Común y a una fiscalización justa que es posible.

4) El hecho de que es una extraordinaria plataforma de lanzamiento para nuevas tecnologías en la comunicación y en la informática lo que aumentarían su valor estrategico y su rentabilidad, lo que podría bajar sustancialmente el precio del acceso a internet y otras formas de comunicación. Ya saben y está claro quienes más cabildearán para que la retención en manos públicas no prospere.

5) Su condición de ser la dueña de todas las servidumbres de transmisión y distribución y de todos los equipos e infraestructura.

6) El hecho de que puede generar ganancias que en lugar de ir a parar a manos privadas extranjeras o de aquí, tales ganancias podrían ser reinvertidas en su totalidad en Puerto Rico para abaratar el costo de la electricidad, hacer más eficiente su producción y distribución, o el desarrollo de fuentes alternas, fuentes de energía renovable y de nuevas tecnologías.

7) El hecho de que puede aprovechar y desarrollar tecnologías que generen mayor rentabilidad y la conviertan probablemente en la compañía de electricidad más poderosa del entorno antillano y de todo el Caribe. Incluso, podría ayudar a suplir la demanda en otros lugares del arco antillano o incluso exportar sus tecnologías y peritaje a otros países.

8) La posición geográfica de Puerto Rico le permite desarrollar nuevas tecnologías u optimizar otras existentes.

a) En el caso de la energía solar o fotovoltaica, Puerto Rico tiene recepción solar más directa (18ø norte de latitud) y durante todos los días del año posee un ciclo de luz solar aprovechable que promedia de 11.5 a 12 horas. Mucho mayor rendimiento que el de la Europa masivamente foto voltaizada.

b) En el caso de las fuentes marinas (olas, corrientes, biomasa y agua salada) su litoral más que duplica su longitud y anchura. (300 millas y un mar territorial de 10 millas).

c) Puerto Rico está en la intersección del Mar Caribe y del Oceano Atlántico lo que le brinda características geodesicas, geotermicas y oceánicas con potencial de aprovechamiento mayor.

d) En su punta este, hacia las afueras de Maunabo, a corta distancia de la costa, posee condiciones marinas de diferenciales de temperaturas del agua que permitirán pronto, o en lo futuro, sistemas renovables de generación de electricidad que podrían completar la autosuficiencia del país y generar excedente exportable.

La pregunta que se cae de la mata es ¿por que si está tan quebrada la AEE, y para que, hay interesados en comprarla? Una respuesta sencilla es que como monopolio natural bien administrado, es un negocio redondo fácilmente rentable, y si sumamos lo esbozado anteriormente, puede ser un negocio extremadamente rentable.

Hay una respuesta directa que nos explica de manera indirecta la rentabilidad presente y futura de la AEE. Se trata del deseo intenso por venderla a inversionistas desconocidos por el Pueblo. No olvidemos que desde el expresidente Clinton hace un par de años, ha habido interesantes personajes con deseo de participar del potencial energetico del país. Unos quieren producir y otros salirse de la red.

No debe ser casualidad de que la privatización de la AEE este metida en las costillas de la Ley PROMESA y en el mantra de la Junta de Control Fiscal. No debe ser casualidad que entre tanto revuelo y disidencia --mucha es artificial, teatro y 'lip service'-- entre el gobierno de Puerto Rico y la Junta; se evalúa acrítica y casi acefalamente, a la velocidad del rayo, una licencia para matar y privatizar la AEE en la Asamblea Legislativa. Estos hechos nos deben llevar a pensar que haya ya clientes aventajados en la fila de compradores atizados desde el Congreso u otras altas esferas republicanas. ¿Quienes podrían ser?

La Venta y los posibles compradores de la AEE

El modelo propuesto de privatización de la AEE proyecta la venta del mercado y del monopolio de la generación, transmisión y distribución de la electricidad. Ello incluiría la propiedad de todas sus servidumbres, la de los derechos que posee la AEE, la de su infraestructura (parte de la cual ha sido recientemente remodelada); la de su capacidad cibernetica y de instalación o utilización de sus tecnologías; la red de clientes e información; los programas remotos existentes y todo lo que se haya invertido en el desarrollo del personal, de procesos, tecnología e infraestructura y su utilización futura. Incluye probablemente los derechos sobre fuentes hidroelectricas y otras formas de captar otras energías renovables. Trae implícita una renuncia del vendedor de su derecho a desarrollar o contribuir a desarrollar nuevas fuentes energeticas. En un mundo donde la energía y el agua son cardinales al desarrollo de los pueblos la perdida de controles sobre su desarrollo y la venta resultan más chocantes.

Se incluye además, como ñapa atractiva, una industria que estaría virtualmente desreglamentada, con amplia flexibilidad para imponer tarifas y cargos mayores, luego de determinada fecha, o desde ahora, y durante cierto número de años. De hecho, varios economistas como el profesor Jose Alameda del RUM, calculan una subida inicial de hasta 5 centavos por kilovatio-hora.

Estas ventajas del adquirente o comprador serían complementadas por un superbono. Existe la posibilidad de que la compra este abierta a posibles acreedores o bonistas. Aquí el negocio se torna más atractivo. Hoy día un dólar en bonos de la AEE vale una fracción de lo que costó. Si se admitiese como abono o pronto pago en la compra esos bonos devaluados, reciclados a un precio artificialmente más elevado para efectos de la compra, se estaría en efecto pagando por más de lo que valen esos bonos, salvando así el acreedor-comprador la perdida de valor o parte de lo que invirtió en la compra de sus bonos.

Los potenciales compradores de la AEE serán quienes mejor sepan pujar o 'competir' por esta liquidación disfrazada de salvamento en una quiebra.

Esta venta sería sin dudas, uno de los negocios más lucrarivos en la historia de Puerto Rico, y daría a la cartera de nuevos dueños un poder concentrado enorme en todo lo que suceda en Puerto Rico. Serían como los dueños de medio Puerto Rico, con sus redes bien colocadas en todas partes. Serían algo así como todos los hacendados y dueños de centrales azucareras del pasado agrupados en un sólo cartel.

Vistas desde la perspectiva expuesta, y reconociendo las diferencias en orden de magnitud --tamaño del negocio-- y en el tipo de infraestructura; la lógica que orienta las dos ventas en discusión actualmente (escuelas --venta, alquiler-- y sistema AEE) y las condiciones en las que se materializará son muy similares. Tenemos un país secuestrado por el colonialismo, sujeto a los poderes plenarios del Congreso de EEUU, con un modelo político y económico fracasado y con una perdida de cualquier ventaja geopolítica que sirviese de vitrina. Tenemos un país sujeto a una Junta de Control Fiscal que sirve a los acreedores a quienes sirven algunos de los actores principales del Congreso; existe un tribunal especial que administra o regentea un proceso de quiebra; un país hiper-deudor con una migración masiva acelerada y unas proyecciones económicas que aún para llegar a ser raquíticas tienen que ser fantasiosas.

Sólo falta ver si la Asamblea Legislativa le dirá sí a todo, si no entrará aunque sea tardíamente, a ejercitar su facultad de ser voz y de investigar que es lo poco que tiene en este hojaldre de imposiciones coloniales. De lo contrario, más rápido que incluso los especuladores pensaron, las escuelas y la AEE, y todo, se irá a las ventas.

*El autor es exlegislador del Partido Independentista Puertorriqueño y asesor en legislación y administración gubernamental.

El exlegislador Víctor García San Inocencio. (Archivo)

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